Cinco

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Apreté su mano en cuanto nos plantamos delante de la puerta de la consulta. Me quedé ahí parada porque empecé a dudar de si quería hacer esto, hace un momento estaba decidida y me parecía una buena idea, ahora me parece estúpido entrar ahí a contarle a una desconocida mis problemas.

Quería irme a casa e ignorar mis problemas. No es la solución, lo sé, jamás lo será pero ahora me parece una excelente idea.

—No sé si puedo hacerlo —murmuro aferrada al brazo de mi hombre.

—Claro que puedes nena, puedes con todo —besa mi sien con dulzura—. Y solo será una hora.

—Es que no sé si quiero contarle esto a una desconocida —insisto tensa mirando la sala de espera—. Ya tengo a Derek, Hannah y Rebecca para contarle esto, ¿para que venir aquí?

—Nena, diste el paso importante de decir que necesitabas ayuda y no es lo mismo tus amigos que una profesional que te ayudará de verdad.

Me mordisqueo el labio.

—Estaré aquí fuera en todo momento y ya verás que sales mucho mejor.

No quiero hacer esto, quiero irme a casa. Prefiero quedarme en soledad bajo las sábanas a rememorar mis peores traumas y que los demonios del pasado sigan susurrando en mi oído y aprovechándose de mis debilidades.

Ethan pulsa el botón que enciende la luz de aviso que tienen en las consultas para saber que hay un nuevo paciente esperando. Nos vamos a sentar al sofá a esperar. Ethan me besa los labios y apoyo la cabeza en su hombro y entonces la puerta de la consulta se abre y una chica de unos veinte años se despide de la mujer que debe ser la psicóloga y se marcha.

Los ojos grandes y verdes de la mujer que aparenta unos cincuenta años con aire elegante por la forma en que viste con pantalones de pata ancha, la blusa color crema y la chaqueta de lana beige y lleva el pelo rubio oscuro recogido en un moño bajo y apenas lleva maquillaje.

—¿Loren Langford? —pregunta con una expresión amable y tranquilizadora pero aun así me quedo callada porque no quiero entrar a hablar con ella.

—Sí —Ethan se pone en pie para estrechar su mano—. Soy su marido, hablamos por teléfono.

—Por supuesto —responde ella con una agradable sonrisa.

¿Está coqueteando con mi hombre?

—Señora Langford, ¿por qué no pasa para que charlemos?

Miro a Ethan que alza una ceja y me mira enfadado porque me quedo estática en mi sitio.

—Le prometo que no es ninguna clase de tortura, solo hablaremos de lo que quieras.

Sigo callada en el sofá y Ethan se molesta más.

—Loren —gruñe haciendo un gesto hacia el interior de la consulta.

—Hagamos una cosa —sugiere la psicóloga—. Entran los dos me cuentan un poco y luego hablamos a solas más en profundidad, ¿que te parece?

Dudosa miro a Ethan que parece muy enfadado y por una vez le hago caso y tomo la mano que me ofrece para entrar.

Me pego a su espalda siguiéndolo a dentro y la psicóloga cierra la puerta con nosotros ya dentro dejando que nos acomodemos en el sofá grande y mullido de color tostado y ella en la butaca pequeña justo enfrente con una mesita de café con caramelos justo en medio. Me siento muy pegada a Ethan sin soltar su mano cosa que obviamente no pasa desapercibida para la mujer que nos mira con atención con la libreta y boli en la mano dispuesta a anotar todo lo que diga.

—Bueno, ¿quién quiere empezar a contarme por qué estáis aquí?

Miro a Ethan que ya nota mi mirada y suspira.

Llama del amor ✔️ [Llamas #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora