Dieciséis

215 18 6
                                    

Acababa de salir de la consulta de la psicóloga y le pedí a Ethan que viniera a buscarme él también, porque quería que fuéramos a comer juntos ya que llevamos varios días muy ocupado con el proyecto de ampliar el edificio y necesita relajarse un rato y dejar de pensar. Al acabar de comer pasamos por el centro comercial ya que necesito comprar bragas y ropa porque empieza a quedarme todo justo y quiero ir mas cómoda.

—¡Ohh! Mira ese bolso —exclamé acercándome al escaparate donde reposaba en una estantería dorada un bolso negro de Chanel—. Quiero ese bolso, amor, compramelo.

Hice pucheros como una niña malcriada pero es que ese bolso es precioso y el negro siempre pega con todo.

—Vale —accedió mi marido sorprendiéndome—. Entra a por el.

—¿Enserio? —pregunté sin terminar de creérmelo.

Como buena madre la mía me crio para que no fuera una consentida y a todo lo que pedía me decía casi todas las veces que no y que ahora mi hombre me diga a todo que sí me está convirtiendo en una malcriada y caprichosa.

—¿Lo vas a usar?

—¡Si!

—Pues vamos a comprarlo.

Me agarró la mano de nuevo y me llevó dentro de la tienda aun asombrada.

Como una niña entrando en una tienda de caramelos entré feliz y mirando a todas partes asombrada con la ropa bonita que veía. Y me quedé parada al ver de frente un maniquí en un pedestal con un precioso vestido azul de los que a mi me gustan, ajustado hasta por encima la rodilla. Este tiene un tono de azul oscuro precioso que parece que brilla y en la parte del escote que no es pronunciado tiene de decoración un trozo de cadena gruesa plateada muy llamativa.

—¿Puedo ayudarles en algo?

Estaba tan embobada con el vestido que no presté atención a la chica que venía a ayudarnos.

—Sí —respondió Ethan por mí—. Mi mujer se quiere probar ese vestido y quiere el bolso negro del escaparate.

La chica enseguida fue a por el vestido y yo miré a mi hombre que tanto amo.

—Voy a consentirte siempre, nena —me besó la sien y me hizo caminar hacia los probadores donde la mujer me llevaría el vestido para probarlo—. ¿No te diste cuenta ya?

Cogí la percha donde colgaba el vestido que la mujer me ofreció y me metí en el primer probador que vi libre y antes de que me diera tiempo a cerrar la cortina Ethan se metió cerrando tras él.

—¿Qué estás haciendo?

—Quiero ver —dijo como si nada sentándose en el taburete al lado del espejo.

Menudo pervertido.

Ignorando su presencia me quito la chaqueta y la blusa y la falda. Antes de que pueda agarrar el vestido de la percha ya tengo a Ethan empujándome contra la delgada pared de madera que separa los probadores.

Su mano sube de mi cintura a mi cuello suavemente robándome el aliento y su nariz está pegada a mi cuello.

—Todo el mundo tiene la fantasía de hacerlo en un probador y ahora yo también.

Se me escapa una risita pero niego.

—Quítate, que quiero probarme el vestido.

No se aparta y me hace ojitos lamiéndome el cuello.

—Por favor nena —murmura con esa voz tan sexy que tiene.

Menudo chantajista.

Lo empujo hacia atrás alejándolo de mi y niego con la cabeza dejando que vuelva a sentarse.

Llama del amor ✔️ [Llamas #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora