Cuarenta y cinco

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Me aferro a los brazos de mi silla y echo la cabeza hacia atrás gimiendo. Mi espalda se arquea y mis piernas amenazan con cerrarse pero me las sujeta para mantenerme abierta.

Bajo la mirada hacia entre piernas donde Ethan está comiéndome como a su comida favorita.

Jadeo con los movimientos increíbles de su lengua.

—Yo no sé bailar tan bien como tú pero esto se me da muy bien.

Asiento porque estoy sin aliento.

Se encarga de coger un pañuelo y secarme un poco porque estoy muy mojada de mis fluidos y su saliva. Coge mis manos para ayudarme a ponerme en pie y me sube las bragas. Se aleja a la neverita para traerme una botella de agua que casi me bebo entera de lo seca que tengo la boca.

—Ahora no voy a poder concentrarme —me quejo sonriendo traviesa.

Estaré como en una nube pensando sin parar en su boca haciendo maravillas.

—Yo sí que no podía concentrarme pensando en tenerte desnuda —me dice robándome el agua para darle un trago.

Me río viendo como se lleva la mano a la entrepierna acomodándose la erección que esconde bajo el pantalón.

Bebe hasta la última gota y arroja la botella a la basura. Se coloca bien la camisa y se pasa la mano por el pelo que le dejé todo revuelto. Se inclina y cogiéndome de las mejillas me da un beso húmedo y largo.

—Estaré fuera más o menos una hora —menciona incorporándose—. ¿Comemos juntos después?

—Elijo yo.

—Lo que tú quieras, nena.

Lo agarro de las mejillas obligándolo a doblarse para darle un buen beso que sabe a lo mucho que lo echaba de menos y cuanto me gusta estar de nuevo bien con él.

—Ten cuidado —le acaricio la mejilla con cariño—. Vuelve pronto, papi.

Detallo su bonito rosto al sonreír. Le gusta que le recuerde que será papá y a mi me gusta verlo feliz, me hace feliz.

—Os amo —dice antes de irse.

Hay momentos en que me cuesta que se aleje, aun siento los demonios susurrando mi oreja las cosas malas que le pueden pasar y me angustia pensar que está lejos. Aprendí mucho a calmar esos nervios y a base de pensamientos positivos calmo el pánico que me da, me recuerdo en todo momento que mi hombre es fuerte y siempre, siempre, volverá conmigo.

Ahora tiene dos motivos para pelear por volver donde pertenece, y es con nosotros.

Me costó mucho acostumbrarme, antes no quería ni que fuera al baño solo. Una sola pared entre nosotros y ya me daba ansiedad. Poco a poco fui mejorando con los consejos de Doc, que nos aconsejo hacerlo despacio porque de golpe sería mucho. En el trabajo se hizo sencillo pero cada vez que salía a una reunión me mataban los nervios por dentro.

El siguiente paso fue probar períodos largos de separación pero con mensajes constantes que sirvieron para mantenerme tranquila.

Y así llegamos a hoy donde mi hombre se puede ir tranquilo sin preocuparse de que yo sufra un brote de pánico por él.

Estoy tan orgullosa de mí.

Aunque obviamente de vez en cuando siento un poco preocupación porque es imposible no preocuparse por las personas que amas, pero lo importante es que no es como al principio. Ya no tengo pesadillas, apenas algún sueño inquietante que trato de ignorar.

La paz mental solo depende de mí y de nadie más.

Tomar las cosas con calma, paso a paso.

Llama del amor ✔️ [Llamas #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora