🍁 CHAPTER TWENTY-TWO 🍁

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"Que ya no estemos juntos no me impide preocuparme por ti"

A la perspectiva de cualquier otra persona, seguro que encontrar vestido para la graduación era cosa sencilla, pero para mí y Naomy, no. Era de las peores cosas que podíamos haber hecho juntas, sin mencionar que por cada tienda de vestidos de gala a la que entrábamos, teníamos que hacer esperar al novio de mi amiga.
Aunque el decía que realmente no importaba, sabía que la única que sobraba aquí era yo.

Pero los dos eran muy amables para decírmelo.

Termine de subir el último vestido que faltaba por probarme y salí del probador hacia la pequeña sala de espera que se encontraba cerca de estos, seguida por mi mejor amiga que también terminaba con su último vestido. El de ella a diferencia del mío era corto, con pequeñas mangas sobre los hombros y detalles en color plata que resaltaban el coral que originalmente era suyo. Hice un puchero y me crucé de brazos rendida.

—Mañana es el baile y ninguno logra convencerme. —lloriquee observando a mi amiga. —Ese vestido resalta tus piernas. —levante mis cejas juguetonamente.

—Me gusta más que el anterior, aunque si lo llevo tendría que llevar unos tacones plateados. —se quejo. —Y no los tengo.

—Pero yo sí. —sonrei.

—¿Y que haría con mi cabello?. —volvio a quejarse.

—¡Tu cabello lo dejas como está, idiota!. —forme una mueca con mis labios. —Te vas a ver preciosa.

—¿Y que hay de ti?. —pregunto caminando hacia mí.

—Da igual. —me encogió de hombros. —Usare algo de mi guardarropa, no importa. —ahora que lo pensaba bien, dentro de mi guardarropa había muchos vestidos sin usar que muchas veces compre solo por gastar. —Oye, ¿En donde está tu hombre he?. —mire a todos lados buscando junto a Naomy con la mirada al pelinegro que llevaba un buen rato desaparecido cerca de nosotras.

—Dijo que iba por malteadas, vamos a cambiarnos y lo alcanzamos.

—Esta bien.

Tan rápido como nuestro cuerpo nos lo permitió, estuvimos de nuevo vestidas, pagamos el vestido de Naomy y salimos de la tienda dispuestas a buscar a Cole.

Cuando cruzamos por la pista de patinaje del centro comercial ninguna de las dos pudo evitar entrar, habían pasado meses desde la última vez que ambas venimos a patinar, a pesar de que lo consideramos como una de las tradiciones principales entre nosotras. —¡Hace tiempo que no lo hacemos, vamos!. —mi amiga me tomo de la muñeca llevándome hacia la parte inferior de la pista, cruzando las hileras de asientos donde la gente podía esperar a los que patinaban y miraban a través del cristal.

Simply Him /S.M/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora