Shawn siempre se caracterizo por ser el chico simple y no solo de la clase, de toda la escuela.
El callado, el sin amigos, el dedicado, el patito feo, el nerd, el tartamudo, el juego favorito de los populares del equipo de preparatoria, el debilucho...
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"Guerra es guerra"
No asistí a la escuela al día siguiente, ni al siguiente, ni el resto de la semana. No respondí los mensajes y llamadas de Naomy, de Stacy, de Nora, de Emily o incluso de Shawn. Intente no contarle nada a Nana o a papá pero ese plan se fue a la basura cuando llegue a casa junto a Naomy y los dos me esperaban en el comedor.
No pude ocultarles la verdad y aunque creí que a papá no le importaría en lo más mínimo, no asistió al trabajo el resto de la semana, me cuido y me hizo sentir bien.
Si por dentro era una mierda, por fuera era peor. Las ojeras casi llegaban a mis mejillas, mis ojos grandes y claros, eran aun más grandes con la diferencia de que había obscurecido, mis labios que eran característicos de ser grandes y rosados, ahora eran más que blancos. Mi cabello era un desastre, apenas y podía pasar el cepillo por el. Mis mejillas habían perdido su color. Sin mencionar que los ataques de ansiedad y nervios habían aparecido más de dos veces en la semana.
Papá y nana consideraban enviarme al terapeuta de nuevo, pero apenas y lograban sacarme de la cama.
Apague el televisor suspirando mientras me acomodaba para dormir un rato más en la cama. Mi vista se centro en el techo blanco de mi habitación. Y aunque no quería, mis ojos no tardaron en arder. Era como si mi cerebro se empeñara en no dejar de pensar en ese idiota de rizos perfectos y ojos avellana. Cuando estuve dispuesta a cerrar los ojos, se abrieron de nuevo al escuchar los golpes de mi puerta.
—¡Nana, te dije que los nachos con queso eran hasta dentro de una hora!. —grite cubriendome con la sábana mientras escuchaba los pasos entrar y acercarse a mi cama.
—No soy tu nana, fodonga, cochina. —senti la sábana desaparecer de mi cuerpo y la cama hundirse a mi lado.
Me incorpore en la cama mirando a mi mejor amiga, que se encontraba con el ceño fruncido y sus brazos cruzados al frente. —¿Que haces aquí?. —rode los ojos fastidiada.
Baje la mirada apenada por mi comportamiento, aguantando las ganas de llorar. La mirada de Naomy se suaviso y acaricio mi cabello. —Mirate. —nego con la cabeza.
—No se que me pasa. Yo... —respire cortada mente. —Yo... No se que me pasa Naomy.
—Pasa que lo querías y lo extrañas. Pero la vida sigue amiga. —asenti limpiando una lágrima traicionera que resbalaba por mi mejilla. —No puedes seguir toda la vida esperando a que el entre por la puerta y pida disculpas. El no acepto las tuyas, tienes que resignarte. —deje escapar un sollozo.
