•ᑭᖇÓᒪOᘜO•

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Pʀᴏ́ʟᴏɢᴏ

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Érase una vez...

Ah no, que esta no es esa historia. Aquí no hay un principio que parece perfecto con una princesa hermosa, inteligente, a la que todos aman. Tampoco existe un rey benévolo ni un príncipe azul con el que todos sueñan casarse.

Si esperas obtener el clásico final de fueron felices y comieron perdices dejame decirte que puede que aquí no lo encuentres. Eso sí, si vienes por la bruja cruel que trae consigo la destrucción de este mundo y todos los problemas ¡Oh sí, de eso si tenemos!

En esta historia el rey es un tirano, la princesa una paria social, nadie necesita al príncipe y nunca existió un felices para siempre. Aquí cada uno sobrevive como buenamente puede, usa tu fuerza, inteligencia y astucia, si fallas no habrá una segunda oportunidad, esto no es un juego.

Esto es la cruda realidad.













𝗘𝗹 𝗹𝗼𝗯𝗼 𝘀𝗶𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲 𝘀𝗲𝗿𝗮́ 𝗲𝗹 𝗺𝗮𝗹𝗼 𝘀𝗶 𝗲𝘀 𝗰𝗮𝗽𝗲𝗿𝘂𝗰𝗶𝘁𝗮 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗻 𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗮 𝗹𝗮 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮












—¿Cuánto queda? —preguntó el pelirrojo.

Este iba algunos pasos por detrás de su compañero. Estaba agotado después de la larga caminata, sus piernas dolían y no parecían llegar a su destino por mucho que caminaran.

—Ya casi.

—Eso dijiste hace diez minutos, y hace veinte... Y también hace treinta.

—Pues entonces deja de preguntar si ya sabes la respuesta.

Ante esto el pelirrojo miró indignado a quien caminaba frente a él. Iba a reclamarle su respuesta cuando notó que este también respiraba ya alterado y el sudor era notorio, también estaba cansado pero no se quejaba por ello. Esto hizo que callara, no porque su amigo se lo hubiera dicho, sino porque él quería.

Llegaron finalmente a lo alto de aquella empinada colina, todo lo que había allí arriba era un árbol de enormes ramas, que por lo menos les proporcionó algo de sombra, y extensión de hierba por todos lados. Pocos segundos después el de pelo negro más alto señaló al frente y el pelirrojo miró donde indicaba.

Tuvo que formar una pequeña visera con su mano para poder ver sin que el intenso sol le molestara.

—Esa debe de ser Rodda —indicó al señalar el pueblo que se veía a lo lejos.

—Ay dios, voy a llorar, por fin hemos llegado.

—Bueno aún tenemos que caminar hasta allí.

Bajó su mochila de sus hombros y sacó una botella metálica con algo de agua que ofreció a su compañero. Este agradeció y la tomó para beber un poco. Gracias a la brisa fresca que corría y a la sombra bajo la que estaban recuperaron un poco las fuerzas para poder seguir el camino.

Witch Hunters | Inazuma Eleven GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora