Prólogo

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La academia Bungou es conocida por su prestigio. Prácticamente todos los jóvenes desean poder entrar, pero la matrícula es bastante cara, por lo que muy pocos logran estudiar aquí.

Es igual que una escuela secundaria cualquiera que admite a adolescentes entre los doce y los dieciocho años de edad. Sus instalaciones están principalmente dedicadas a las ramas artísticas, aunque también se imparten clases de humanidades y, en menor medida, de ciencias. También ofrece una variedad de clubes: deportes, música, escultura, literatura, dibujo artístico, cocina... El catálogo es tan amplio que prácticamente todos los estudiantes están inscritos a uno, aunque no todos.

Una de esas excepciones es un estudiante de primer año de preparatoria llamado Ryunosuke Akutagawa. No es que no lo haya tenido en cuenta nunca, de hecho, el club de literatura captó su atención desde el primer momento, pues siempre ha estado interesado en los libros. Desde pequeño, eran su única ruta de escape para alejarse de su desagradable realidad.
Él se crió en los barrios bajos y pertenece a una familia extremadamente pobre, y sus padres tenían constantes discusiones sobre no poder mantenerlos a él y a su hermana pequeña. Aunque tratara de no escucharlos, era casi imposible, teniendo en cuenta que vivían en una pequeña casa de 3 habitaciones y obviamente, con paredes finas que dejaban pasar los gritos. De vez en cuando, su madre se ponía extremadamente violenta y pegaba a su hermana. Akutagawa solía escabullirse de aquellos abusos gracias a que solo él conocía un agujero en una pared que mantenía en secreto y escondido, donde siempre se resguardaba del mundo exterior y donde lograba leer sus preciados libros, los cuales conseguía gracias a que un anciano pelirrojo que siempre llevaba un sombrero y bastón, cuyo nombre él nunca llegó a conocer, le regalaba libros cada vez que se topaba con él por la calle. Este señor nunca le pidió nada a cambio, solo repetía que «los tuviera a buen recaudo, pues un libro es la llave a la puerta del conocimiento y la fantasía». Akutagawa no entendía lo que este señor demente soltaba por su boca, hasta que leyó su primer libro y fue capaz de transportarse a un lugar remoto e inexistente, un lugar donde sus padres no estaban; de repente, consiguió vivir otra vida, al menos durante el tiempo que aquel libro duraba. Cuando el anciano no aparecía para regalarle una nueva novela o un nuevo cuento, él se dedicaba a releer de forma obsesiva los que ya había leído una, dos, tres, o más veces.

Años después, incluso tras haber dejado esa familia y esa casa atrás, sigue con ese hábito. Incluso pensó en escribir novelas él mismo con la esperanza de poder hacer feliz a otro niño cuya situación fuera similar a la suya, y, aunque ese deseo se fue quedando algo atrás con los años, volvió a su mente una vez escuchó la posibilidad de unirse al club de lectura.

«Sería el único club en el que encajaría. Pero, ¿de qué me serviría? Puedo seguir leyendo a solas perfectamente, sin la necesidad de unirme a ningún grupo.»

Akutagawa es un joven ciertamente solitario e introvertido, y preferiría hacer sus cosas estando solo antes que acompañado de gente que apenas conoce. Además, no solía encajar en ningún grupo de personas pues tenía un carácter bastante fuerte y carecía de autocontrol, hasta el punto de llegar a dar miedo en algunas ocasiones pese a ser un chico tan escuálido como él. Daba la impresión de que solo pensaba en él mismo y le importaba bien poco lo que sucediera con el resto de la humanidad. Nadie lograba entender el por qué siempre parecía estar enfadado con todo el mundo, incluso si esa persona no le había hecho nada malo, ¿cómo era posible que una persona albergara tanto odio dentro de sí?

No era únicamente por su niñez. Hubo una etapa de su adolescencia que marcaría su forma de ser por toda su vida, un recuerdo que nunca podría borrar de su memoria.
Fue el año en el que ingresó en la academia, cuando aún tenía 12 años recién cumplidos: de alguna manera, consiguió juntarse con un grupo de amigos un par de años mayores que él. Debido a sus claras carencias sociales y un estado de salud pésimo, ellos se metían bastante con él. Akutagawa aguantaba esos malos tratos porque, en comparación con los que había sufrido en su niñez, tampoco eran para tanto, además, se quedaría solo sin ellos. Con su incapacidad para socializar, no sabía qué iba a ser de él si aquellos chicos lo dejaran de lado también. Y para añadir, aunque él no lo admitiera, le gustaba uno de esos chicos. Por eso, le dolía especialmente cuando él le trataba mal.

«¡Levanta del suelo! Te caes con cada pequeño golpe que te den, eres como una pluma. ¿Por qué no te defiendes?»

Akutagawa intentaba defenderse, pero su frágil salud, poco peso e inexistente musculatura le jugaban en su contra, y solo conseguía hacer el ridículo frente al resto.

«Eres demasiado débil. ¿Es que te estás muriendo o algo?»

. . .

No volvió a escuchar de ellos después de unos meses. El último día que estuvieron juntos, fue el día en el que uno de los profesores, tras que un día vio cómo aquel chico que le gustaba lo golpeó hasta dejarlo inconsciente, decidió expulsarlos por un par de semanas, y les advirtió que si volvían a meterse con el chaval, les expulsaría definitivamente y les recordaba el dinero que sus padres tuvieron que pagar para estar aquí.

Los insultos y golpes cesaron de una vez por todas. Pero no para Akutagawa. Él seguía recreando aquellas escenas en su cabeza día tras día, durante más de cuatro años hasta el día de hoy.

[𝐁𝐒𝐃]  𝓟𝓮𝓸𝓹𝓵𝓮 𝓒𝓱𝓪𝓷𝓰𝓮  | DazAkuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora