6 - Vendas

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-Ya es invierno... Es la última semana de clases.

El chico se levantó y subió la persiana. El sol tardaría aún algo más en salir. De momento, el cielo permanecería negro y las calles, iluminadas por las farolas.

-Odio despertarme para ver que el sol aún no ha salido -suspiró.

Se dirigió a la cocina a coger algo que desayunar. Tomó un envase de leche de la casi vacía nevera y un cuenco con una cuchara, y se fue a su habitación de nuevo, tomando una caja de cereales en el camino.
El sonido de los cereales cayendo sobre el recipiente resonó por toda la casa debido a aquel silencio asfixiante. Él abrió un cajón y de él sacó unos cascos, los cuales conectó a su móvil y se puso.

-No soporto este silencio, puedo escuchar mis pensamientos demasiado alto. Esto es mucho mejor.

Se tomó los cereales con algo más de energía. Cogió el móvil para cambiar la canción, pero tras hacerlo, se quedó un rato mirando a la pantalla de bloqueo.

-Lunes, 14 de diciembre -suspiró-. ¿Solo seis días...?

Se levantó, cogió algo de ropa y se fue al baño a ducharse. Cuando acabó, se miró al espejo; su cuerpo desnudo dejaba ver claramente las cicatrices de cortes profundos en sus brazos y piernas. No había vuelto a hacerlo, pero esas cicatrices nunca le abandonarían. Cogió las vendas y tapó sus brazos, como era costumbre. Después, se puso la ropa.
Fue a su habitación a coger la mochila, inspiró y cambió su expresión a una más feliz, entonces miró a una foto que tenía enmarcada de él junto a otros dos hombres en su mesilla de noche.

-Un día más sin ti, amigo.

Salió de su apartamento y cerró con llave. Debían ser las siete de la mañana, bastante antes de la hora de entrar al instituto, y las calles estaban casi oscuras por completo, debido a que ya era diciembre. El sol no saldría hasta más tarde. Solía hacer esto todos los días; madrugar y prepararse para la escuela, aunque pocas veces iba realmente. Solo lo hacía por costumbre, pese a que no terminara de entender el por qué. Tomó el camino de cada mañana, el cual llevaba a un local llamado Lupin, en el que pasaba la mañana y charlaba con el dueño y otros clientes habituales. Tenía la suerte de que abría temprano.

-Buenos días.

-Tan temprano como de costumbre, hijo. ¿Lo de siempre?

-Sí, por favor.

El dueño posó dos vasos de cierta bebida alcohólica en la barra, como si fueran para dos personas. Dazai tomó su vaso y lo brindó junto al otro.
Un rato después, recibió una llamada de un viejo amigo suyo.

-Digamelón -contestó-.

-Por Dios -dijo Chuuya-, te juro que como vuelvas a responder así, te arranco la cabeza la próxima vez que te vea.

-Eso será si me vuelves a ver.

-Dazai... Ya es la última semana antes de vacaciones, llevas días sin aparecer. ¿Aún no te has perdonado?

-No, aún no lo he hecho. Creo que es mejor así, lo mejor que le pudo pasar fue no volverme a ver así que, ¿por qué no dejamos las cosas como están y punto? En tan solo unos meses ya nos graduaremos y por fin desapareceré por completo de su vida, ¿no crees que eso es algo positivo para él?

-Gilipollas, ¿cómo puedes tener tan poca empatía? Incluso si es mejor que no te vuelva a ver, lo cual seguro que es cierto, no puedes desaparecer sin siquiera haberte perdonado. Todos estos años ha pensado que lo odiábamos y se ha estado culpando por todo, afronta tus problemas de una puta vez, joder.

[𝐁𝐒𝐃]  𝓟𝓮𝓸𝓹𝓵𝓮 𝓒𝓱𝓪𝓷𝓰𝓮  | DazAkuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora