15 - La enfermedad (2/2)

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Un incendio salvaje se extendía por sus pulmones y no se detenía, estaba arrasando todo a su paso. Intentó abrir la puerta, pero el dolor que sentía y su vista empañada no le permitió girar la llave. Apoyó su cabeza contra la madera fría de la puerta, con una mano en el pecho presionando sus costillas con odio. Había llorado varias veces en los últimos meses, pero aquella fue, con diferencia, la más dolorosa; como si el cielo entero cayera sobre él y lo estuviera aplastando, y él no pudiera hacer nada, porque ya no le quedaban fuerzas ni para abrir la puerta, solo le quedaba quedarse ahí, parado, hasta ahogarse miserablemente en sus propias lágrimas.

Mori había escuchado la llave pero nadie había entrado aún, así que fue a abrir él. Allí encontró a Akutagawa cabizbajo y sollozando. En seguida lo tomó por los hombros y lo abrazó. Él lo apartó débilmente.

-No necesito ayuda.

Mori lo miró apenado, entonces cogió su mochila del suelo. Ambos entraron a la casa.

-Creo que te mereces descansar un poco. Venga, métete en la cama.

Akutagawa le hizo caso a regañadientes. Al llegar a su habitación se quitó el uniforme y se vistió con el pijama, no sin antes pasar su mano por su tronco desnudo. Daba la impresión que únicamente una fina capa de piel separaba sus costillas del exterior. Se sentó en su cama y se tapó medio cuerpo, apoyando su espalda en el cabecero. Suspiró, agotado. Encendió su móvil esperando encontrarse con algún mensaje. No había ni una sola notificación, obviamente, aún seguían en clase. Decidió dejarle un mensaje a Higuchi: «Lo siento», y dejó el móvil. Suspiró una vez más.

Mori entró de manera cuidadosa y se sentó en la cama con él. En su mano traía un higo, la fruta preferida del chico y se la ofreció. Este, aunque tratando de ocultarla, mostró una cara de felicidad.

-Quería hablar contigo.

-No hay nada de lo que hablar.

-Bueno, ¿y qué tiene de extraño que padre e hijo hablen?

Akutagawa dirigió su mirada a los ojos de Mori, pero la apartó poco después.

-Es extraño que utilices esos términos. Yo no soy tu hijo ni tú mi padre.

-Sabes perfectamente que tanto tú como tu hermana sois mis hijos, de sangre o no, y siempre lo seréis. Y no me importa si vosotros no me consideráis como nada más que un hombre demente que os tiene de acogida, porque nada podrá cambiar lo que siento hacia vosotros, y como tal, quiero que estéis sanos y felices. Ahora, por favor, cuéntame por qué no nos has contado a nadie que estabas empeorando. Sé sincero, como ya he dicho, eres mi hijo, no tienes por qué guardártelo todo para ti.

-Pues precisamente por esto. No quería que pasara esto.

La escena que ocurrió hacía unos minutos con su amiga le volvió a su cabeza.

-Siempre acabo arruinándolo todo, por culpa de mi debilidad, de mi cobardía, de mi enfermedad, los demás sufren por mí. No quiero que esto vuelva a suceder, no quiero que Higuchi llore ni una vez más por mí, ni arruinarle los últimos días a Dazai, ni causarte más problemas. Es por eso que necesito luchar contra esto solo, ya sabes. Si tan solo fuera capaz de ocultar esta enfermedad, y haceros pensar a todos que estaba perfectamente, no os preocuparía, ni os causaría más daño. Al menos quería hacer eso hasta que Dazai se fuera, solo quedan tres meses para ello, y realmente lo último que quería es que esto sucediera. Pero ya es... Demasiado tarde.

Mori se quedó horrorizado tras escuchar todo aquello.

-Ryuunosuke... Tú no eres una molestia para nadie, todo lo contrario. Vosotros sois la única razón de mi felicidad ahora mismo. Es completamente normal que la gente que te quiere se preocupe por ti, no es cuestión de que los hagas sufrir porque estés enfermo, sino de que les importas lo suficiente como para desear que estés feliz. Solo dime, ¿acaso no te preocuparías también si a Dazai o a Higuchi les pasara algo?

[𝐁𝐒𝐃]  𝓟𝓮𝓸𝓹𝓵𝓮 𝓒𝓱𝓪𝓷𝓰𝓮  | DazAkuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora