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No estaba molesta con Samael ni con Richard, al contrario, le pidió disculpas a su ex por aquella bofetada que no debió darle en ninguna circunstancia. Estaba contenta porque pudo posponer su iniciación una semana más gracias a su empleo, no se lo comunicaría a nadie, pero cuando vieran su ausencia ya sería muy tarde.
Varios primos también tendrían su ceremonia, ellos si estaban emocionados, lo único que los diferenciaba es que ella estaba a cargo y ellos solo eran hijos, querían ser como sus padres, y ella solo Eleonor. Ya no podía seguir con sus juegos de ir por ahí tratando como basura a dos hombres que no tenían intenciones de irse, Eric ya le había dicho lo que les contó, era todo verdad, pero contó sólo las partes malas, y ni así los veía marcharse de la mansión o terminando con ella. Si bien ya no quería a Samael Como novio o esposo, lo amaba, y no podía ser cruel , menos con Richard que sin darle nada, él le daba todo. Debía agradecerles porque por ellos creció como mujer y en su carrera. Pero, todo tenía un límite.
Richard entró al estudio avergonzado por todo lo que hicieron ayer, que la verdad no recordaba muy bien, se acercó a la joven que leía unas hojas.
- Hola–
- Hola ¿qué tal la reseca?–
- Bien...– Carraspeó sentándose– ¿puedo hacerte una pregunta?–
- Ajá–
- ¿nos pasamos de Americanos verdad?–
Eleanor sonrió, lo miró.
- Nah, solo estaban divirtiéndose– regresó a sus papeles– Quiero que le digas a Samael que nos acostamos o se lo diré yo–
- Él se fue con Pável–
- Entonces cuando regrese, mañana tengo que hablar con ambos, y es necesario que lo sepa–
- Lo haré ¿se puede saber para qué es?– Eleanor asintió, metió las hojas en un libro.
- Si van a quedarse debe saberlo, les diré las reglas que tendremos los cuatro sin importar las de la Bratva–
Richard se talló la cabeza
- ¿Los cuatro?¿por qué cuatro?–
- Pavel será mi segundo novio–
- Mi cabeza está que estalla, no me digas esas cosas– gruñó– No quiero compartirte con él–
- Pavel es un gran aliado, mejor tenerlo con nosotros. Ustedes dos pueden aprender de él, los tres–
- Niña linda ¿ya has pensando en cómo se lo explicarás a Oliver?– Richard se paró y caminó hasta ella para hincarse a su lado– Mejor solo tres–
- Oliver se irá a Rusia el próximo año como yo lo hice de niña, estudiará ahí y regresará en vacaciones– 
- Niña linda no–
- Es obligatorio para cada descendiente Volkov, no está a discusión. Está adelantando–
- ¿Oliver en una escuela nueva? no creo que sea lo más sensato. No vamos a estar ahí– Se paró y recargó en el escritorio– ¿qué hay de malo que estudie aquí?–
- Que aquí no te enseñan a desarmar y armas armas, combate, ni nada de eso, en Rusia si– Sonrió– Los Volkov solo refuerzan eso en casa–
- ¿tú sabes hacer eso?–
- Ajam, hasta los catorce dejé de ir a los colegios de Rusia, que realmente fui muy poco, la mayoría de veces estudiábamos en casa o me regresaba aquí– Negó– Oliver estará bien. No es tan malo como crees–
- Yo puedo enseñarle eso si quieres, pero no te lleves a nuestro hijo a Rusia– Se cruzó de brazos– No creo que Samael esté de acuerdo–
- No está a discusión. Oliver no habrá nacido en Rusia, pero será criado como tal–
- Vaya– Se talló las sienes– Creo que ser tu novio es esto–
- Tienes tiempo de marcharte– Richard rodó sus ojos malhumorado por las insistencias.
- No empieces, ya dije que no– Sonrió– Oye, ya que estamos solos...quizá tú y yo...ya sabes–
- ¿tener sexo?–
- Hacer el amor– se inclinó hacia ella con su típica sonrisa para después besarla, Eleanor sonrió–
- Bueno– Susurró llevando sus manos al cinturón del hombre. Sorprendido se alejó– ¿qué?– Lo quitó de un tirón–
– ¿ahora?– Ella asintió, se paró, dejó el cinturón en el cuello del varón, regresó su asiento y lo jaló– Niña linda– Pícaro se apoyó en los brazos de la silla mientras esta le ponía el cuero alrededor de sus cuello, jaló la parte más larga provocando un gruñido–
- Quiero que bajes–
- Sabes que tus deseos son órdenes, niña linda– sus labios se unieron un momento, Richard descendió oliendo el aroma a fresas que la caracterizaba. Le besó el interior de las piernas como estaba acostumbrado a hacer, la acarició, el vestido a flores que llevaba pues le permitía tocarla y sentir su cuerpo gracias a la delgadez de la tela. Quitó las bragas, la miró al mismo tiempo que uno de sus dedos tocaba toda la zona que comenzaba a estar húmeda. Le fascinaba verla sonrojada, excitada, hermosa. Estaba totalmente enamorado. Llevó una de sus piernas a su hombro metiéndose bajo su vestido. Eleanor soltó un gemido tomándole de la cabeza, la lengua del mayor comenzaba a hacer de las suyas en su centro de placer como en todos sus pliegues ayudándose de sus dedos. Sabía exactamente lo que debía tocar, y eso le fascinaba. Con Emile nunca disfrutó lo que Richard lograba ágilmente, era un mérito que no se lo quitaría a ninguno de los tres hombres que estaban con ella.
La otra mano de Richard jugaba con uno de sus pechos, con El Paso de los segundos el ritmo cardiaco de ambos comenzaba a acelerarse y el miembro del varón a crecer. La barba de unos días le rozaba la piel disfrutando aún más las sensaciones.
Cuando abrió sus ojos, pudo ver como la puerta se comenzaba a abrir lentamente, bajó la pierna del hombro de Richard, lo empujó obligándolo a quedar bajo el escritorio.
- Auch– se quejó tallando su cabeza al golpearse con la madera, era un hombre grande, así que no entraba con facilidad ahí.
- ¡papi!– Saludó a Alexarder junto a Eric. El británico frunció su ceño- ¿qué?–
- ¿estás enferma?–
- Si tiene gripa adiós– Eric se alejó–
Richard salió de abajo quitándose el cinturón del cuello.
- Buenas tardes suegros– Eleanor rió nerviosa—
Alexander se tapó la cara con su mano soltando un gran suspiro.
- No puede ser–
- Eso no es nada, yo la encontré matando a Emile, estoy yendo a terapia por eso– Eric se acercó sacando de su abrigo una bolsa– Tenemos lo que nos pediste, abejita–
- Nosotros no...hacíamos nada– Carraspeó acercándose al escritorio–
- Tienes veinte, tienes sexo, debo admitirlo. Es natural...no eso de ahorcar a la gente con cinturones pero...– Eric se encogió de hombros— Ya tus gustos enfermos–
- Oye– Se quejó–
- Yo soy más del vainilla–
- ¡Eric!– exclamó ruborizada por el comentario de su padre— Dios–
- Eleanor, solo revisa eso– Alexander se cruzó de brazos—
- No te enojes, suegro, es naturaaaaal–
- Natural va ser tu muerte de un tiro, Richard– Amenazó–
Eleanor suspiró sacando los papeles de Richard y Samael. Eran oficialmente ciudadanos rusos.
- Con Samael no fue difícil porque es tu esposo– Explicó Alexander. Eleanor asintió entregándole el pasaporte y entre otras cosas a Richard.
- Así podrás entrar y salir de Rusia sin problema–
Richard los revisó sorprendido, no entendía mucho lo que decía ahí por estar todo en ruso. Pero suponía que en algunas de esas palabras estaba su nombre.
- Lo logré– Celebró, miró a Eleanor quien lo miraba sin entender– Obtuve los papeles y sin casarme. Ja–
- Oye–
- yo si me tuve que casar y hacerlo en Siberia...en invierno– Eric negó recordando– Pero tengo la nacionalidad– los dos hombres chocaron cinco– 
- Ya hice el cambio de nombre de Oliver también, ¿ya se lo dijiste a Samael verdad?—
- Pues...creo que si–
- Isabell, Es su derecho de saber que dejó de ser Ryman– Eric se sentó– Yo se que te fue infiel...–
- ¿tú cómo sabes eso?–  interrumpió Eleanor con una ceja levantada–
- Richard me lo dijo–
el mencionado se señaló así mismo atónito por la mentira que decía el francés, Eleanor se giró a él y comenzó a asentir dándole la razón a Eric–
- Se me escapó un día, perdón–
- ¿quién no lo sabe? Estuvo viviendo aquí, los sirvientes chismean sobre tus grandes cuernos, linda– Alexander giró sus ojos– Son como una telenovela barata que ven las nanas a las 3–
- Oye con Juan Gustavo dos montes no te metas– Richard lo señaló– No sabes de la buena televisión–
- Hoy la estuve viendo, ¿si se queda con Dolores o cómo? ¿Navarro quien es?–
- Es un idiota, y no, Lola está con Alberto–
- ¿el  verdulero?¿pues que tiene en la cabeza?–
- Buena elección de hombres no. Además de pobre infiel porque se come con Andrea–
- Nooooo–
- Ajá, hasta preñada está–
- Todos los hombres son iguales no puede ser–
- Si que malditos, y Gustavo como pendejo en su finca–
- Inútil es– Eric giró sus ojos–
- ¿tú?– Eleanor miró a su padre con una ceja levantada– ¿en la cocina grande?¿Con empleados?–
- De vez en cuando hay que mezclarse con los esclavos, empleados– bromeó fingiendo seriedad– Tu abuelo es un cretino y eh visto como el chef se pasa el pan en las pelotas–
- Que asco, ¿bueno pero le dijiste no?– Eric negó divertido–
- conmigo también lo es– se llevó a la mano una pluma para después apoyarse en el respaldo– ¿ya compraste los anillos?–
- Le diré a Franco que los compre– Eric alzó la mirada–
- ¿qué anillos?– Richard miró a los tres en busca de respuesta—
- No seas cruel–
- Es igual si voy o no voy yo, da igual. No cambia nada– Se encogió de hombros–
- Desalmada– Alexander se acercó– Debes ir tú–
- No me apetece ¿volvemos a que Oliver ahora lleva el Ryman al final?–
- Como tú el Davies–
- A uno de Mis hijos le pondré tu apellido lo juro– Eleanor levantó su mano, Alexander la miró mal sabiendo que ella jamás tendría hijos–
- Eres pro aborto, pro lgbt, pro infierno. Eso no pasará– Eric puso los ojos en blanco– Insisto, tú y Emile eran tal para cual–
- Yo soy también pro aborto– Richard refunfuñó– Apoyo a Eleanor–
- Mientras tú estabas muerto, ella se iba como persona sin estudios y corriente a protestar con pañuelos verdes y bandera arcoíris. Solo le faltó sacarse la blusa junto a la rata–  Eric señaló al aire con la pluma– Pero yo respeto– miró a Alexander– Los maricones también son personas–
- Hombres también–
- No si muerdes la almohada, por curiosidad ¿si haces garganta profunda?–
- Muchos curiosos terminaron bajo de mi–
- mala imagen mala imagen mala imagen– Eleanor se restregó los ojos. Eric rió
- Muy buena esa. Como sea, hablé con tu abuelo y me dijo que si te autoriza operarte, pues ya tienes un hijo–
- ¿operarte? Un momento–  Richard se puso frente al escritorio– ¿operarte de qué?–
- Para no tener hijos–
Richard negó rotundamente en compañía de sus brazos.
- Tienes veinte, te puedes arrepentir–
- ya hice las pláticas y todo eso, lo autorizaron– Eleanor acalorada por la posible discusión se llevó el cabello hacia atrás.
– ¿y Samael lo sabe?–
- No es su cuerpo–
Richard se talló las cienes, la resaca y las noticias no estaban siendo amigas. No es que quisiera hijos con Eleanor, jamás lo pensó y no lo hacía, él se quitó la vasectomía para hacer una familia aparte, no con ella, pero a cómo cambiaron las cosas, era mejor seguir así. 
- ¿qué si quieres hijos?—
- Adoptaré –
- Yo te apoyo...pero igual no creo que sea lo más adecuado para tu salud. Pero...arriba pro no querer hijos– No tan convencido la miró– Tienes que ir con alguien ¿no? ¿Ya tienes con quien ir?–
En ese momento Eric se dio cuenta porqué Richard portada el anillo de Eleanor y no Samael. El americano no solo era un amante o un buen novio, si no también un excelente amigo a quien poder acudir. De los tres hombres que su hija eligió, era el más adecuado por ser tan natural, comprensivo, atento y respetuoso. De los pocos días viviendo en la mansión, no era egoísta sobreponiendo sus ideales.
- María me acompañará–
- Entonces yo conduzco ¿cuándo y dónde?–
- Mañana, 11:30, sé que debes...–
- 11:30 mañana– Sonrió– Te llevaré–
- Ay me harán vomitar– Alexander se interpuso entre ellos– Cuando dije que no quería que tuvieras hijos, me refería a antes de terminar tus estudios–se cruzó de brazos– Necesito nietos, una niña–
- las niñas son muy lindas– Eric añadió– ¿Yo igual Te apoyo, pero segura que lo quieres? Es decir, es lo más sensato, pero creo que a Samael le caería bien tener un hijo propio...y yo un nieto con mi sangre–
- Bien, pues no vuelves a acercarte a Oliver–
- No me refería a eso, abejita–
- No, ya me cansé que todo el santo mundo pida algo suyo. Si tendré hijos, serán adoptados y amados. Les gusto o no, fin.– Sentenció– Tienes más hijas, y de haber sabido que no quieres a Lio como tú verdadero nieto, le quito el Parisi–
- Aún puedo hacerlo– Alexander se enderezó alégrese, el francés lo miró mal–
- Ya te dije que no me refería a eso, a ese niño lo quiero como mi nieto–
- Pues no parece, tú y Samael pueden irse al diablo...con todo respeto–
- Que carácter– Eric se paró– Solo queremos algo nuestro–
- Busca un nieto Parisi en tus hijas e hijos, en mi no– Gruñó– Que fastidio
- ¡Loca!– Eric exclamó caminando de espaldas– ¡Medícate! ¡¿Quieres?!– habló en su idioma
- ¡tú intérnate!–
- Histérica ¿no tienes suficientes hombres para que te la quiten?– 
- ¡Andropáusico!–
- ¡igual que tu marido!– Eric soltó una carcajada saliendo de ahí– 
- A mi no me vayas a hablar así– Alexander advirtió– ¿te vas el día de tu cumpleaños?–
- La próxima semana, el señor Banks necesita de mi, iré a París– Comentó– No quiero fiesta, regalos ni nada. Solo...ya no deseo celebrar como me pudro en mi vejez—Alexander y Richard se miraron–  Me sentí tan vieja ver a Oliver tocar la pantalla del Nintendo con el dedo– Lo pensó un momento, realmente estaba envejeciendo–
- Ajá si. Yo voy con Henry a Londres ¿me llevo a Oliver?–
- Se fue con Samael y Pável a...no se dónde– Alexander asintió– ¿te vas hoy?–
- Si, en un rato– El hombre besó su mano y la extendió a ella como despedida– Cuídate—
- Igual tú– antes de abrir la puerta se giró– Se que ya eres grande, pero hazme un favor y sigue respetando el nada de afecto frente a mi– Se dirigió a Richard– Ya lo saben– 
- Lo siento, pero igual aprendan a...– Alexander lo miró mal– Está bien–salió dejándolos de nuevo solos. – Vamos a mi habitación, niña linda–
Eleanor sonrió poniéndose de pie, buscó sus bragas en suelo.
- ¿qué buscas?–
- Lo sabes– Lo miró, en las manos del varón estaba la pequeña tela lila. Richard se la llevó a la cara aspirando su aroma– Rick dame eso–
- Nah ah– negó guardándolas en la bolsa de su pantalón– tal vez si me das un beso– divertida se acercó – ¿si me lo das?–
- Ajam– alzó sus brazos hacia él, quien se metió entre estos abrazándola por su cintura mientras ella se aferra a su cuello, se enderezó logrando que sus pies dejaran el suelo.– ¿ya no estás enojado conmigo?– Le besó–
- No, pero debes saber que eso estuvo totalmente incorrecto–
- Perdón– Sin mirarle jugó con la playera del hombre quitando pelusas invisibles–
- Solo no vuelvas a hacerlo,niña linda. Eso significa que no confías en mi– Eleanor se quedó quieta–¿ya no lo haces?– ella negó– Ayer fui a decirle al Coronel que no me podría ir con el pelotón mañana y nunca–
- Te creo. Yo en verdad no quiero que te vayas– Acarició sus mejillas– Perdóname, Tony– Le miró a los ojos– ¿por favor?– Richard soltó una pequeña risa–
- No puedo estar enojado contigo mi niña linda– le tomó del muslo guiándola a enredar sus piernas en él– Perdóname tú por hacerte llorar, de esos ojos solo deben salir lágrimas cuando intentes meterte toda mi verga a la boca–
- Me gusta tanto lo romántico que eres– lo besó— ¿ya no te duele tu cabeza?–
- Tú me quitas todo malestar– caminó hasta el escritorio dejando los papeles que le había dado– estaba pensando en ponerme perlas en el pito ¿te gustaría?–
- No, me gusta cómo está– Hizo una mueca de asco–
- Te daría más placer–
- Me conformo con el que me das sin ponerte cosas raras ahí abajo. Me gusta así–
Richard sonrió, la observó sosteniéndola con una sola mano, le acarició el rostro–
- Te amo–
- Lo sé–
El hombre hizo a un lado las cosas del escritorio para sentarla sobre este.
- ¿tú no a mi?– apoyándose en la madera con sus manos besaba su cuello–
- Tal vez–
- ¿tal vez?–
- Creí que querías hacerlo en tu habitación– Richard no dijo nada, sin despegarse de su piel desprendió los pequeños botones de enfrente del vestido para después quitarlo con suavidad.  Besó sus hombros y toda las zonas que había descubierto. Ella se abrió más de piernas al sentir como lamía,chupaba y mordisqueaba sus pechos. Gimió llevando su mano a los cabellos oscuros, sus pezones estaban en la gloria. Richard se separó, de quitó la playera  dejándola a un lado, su vergüenza había dejado de existir por ella, quien le miraba siempre con deseo, morbo y amor. Regresó a ella siendo bien recibido.
- Cierra la puerta–
- Haremos ruido, nadie cruzará esa puerta– Desesperado tomó sus labios desabrochándose el pantalón. Sacó su duro y caliente miembro, lo acarició, la jaló hacia él con un solo brazo, pasó por toda su intimidad el falo sintiendo la humedad que provocaba. Dejándolo ahí, se dispuso a besarla y tocarla, recibiendo pequeños gemidos de su pequeña boca. Sus lenguas se encontraban en un ardiente fuego lleno de saliva y lujuria. La tomó del hombro y se alejó, con una excelente puntería, logró que su saliva cayera en su erecto pene, lo untó, se acercó, regresó a su boca mientras entraba con delicadeza a ella. No sabía cómo lo hacía, pero seguía tan estrecha como la primera vez que estuvieron juntos.
- Tony – chilló. Eleanor llevó su mano a la madera, siendo cubierta por la del varón, quien no tardó en comenzar a moverse.  Al pasar de los minutos ella terminó recortada en su escritorio con las piernas arriba de los hombres de su amante con la piel de su cintura siendo fuertemente presionada. Enloquecido por el mundo de sensaciones embistió con certeza logrando que ella se retorciera en un próximo orgasmo, dejó sus piernas levantándola del escritorio. Le quitó el cabello de la cara, observándola un momento. Acelerando sus movimiento, la besó con los sonidos de sus cuerpos chocar por todo el lugar de una manera que los encendía aún más. Eleanor mordió el labio del hombre segundo antes que ambos llegaron a su punto máximo. Richard soltó un satisfactorio y masculino "Ah"  desde el fondo de su garganta,sus músculos se contraían al mismo tiempo que se corría en el interior de la mujer que tanto adoraba dándole pequeños y últimos movimientos. Eleanor por otro lado se aferra a los brazos fuertes a cada lado de ella. Pasó su mano del cuello de Richard hasta dónde se unían, le fascinaba. Richard sonrió recibiendo lo mismo, se acercó a ella besándola con el sabor a sangre gracias a la mordida. Agitada se dejó caer en su escritorio. Alzó su mano a dirección de él. Richard sonrió, llevó la suya a la pequeña, acariciaron sus palmas  y terminaron en un choque de nudillos. Si seguían haciéndolo, se les iba a terminar quedando como final de cada acto.
- Vamos a mi habitación–
- Mis piernas no funcionan ahora, un minuto– se apoyó en sus codos, lo vio subirse los pantalones sin dejar de mirarla– ¿qué?–
- Eres fascinante. ¿Cómo lograste tenerme de tu pendejo siendo como soy?–  Eleanor rió– Quiero saberlo–
- ¿Te acuerdas que te dije sobre mi familia gitana? Ese anillo que tienes– Le señaló con los ojos la mano donde lo portaba– Tiene un hechizo–
- Voy por la vez que lo hicimos cuando tenías tu periodo y sin nada–
Soltó una carcajada, Richard le ayudó a ponerse de pie y poner en su lugar el vestido. Eleanor podía sentir como sus líquidos y los de él bajaba por sus muslos. 
...........................
En un pequeño supermercado de paso en la carretera rumbo a York, Samael, Oliver y Pável caminaban por los pasillos en busca de golosinas para el camino. Si bien para ellos solo era súper de carretera, para los locales era lo más grande en el pueblo.
- ¿por qué no vino papi?–
- Es Richard, no papi, yo soy papi– Desde las alturas Samael reprendió a su hijo– O pops–
- ¿y por qué no vino?–
- Porque no–
- pensé que iba a venir, ustedes son aburridos–
- Te dejaré aquí si te vuelves a quejar–
- Mamá se enoja contigo y no quieres– se burló echándose a correr antes de recibir alguna clase de regaño–
- Richard no está aquí porque se está follando a tu esposa– Pavel se burló parándose frente a un aparador con lentes. Se puso unos, abajo de estos estaban toda la sección de dulces. Tomó unos chicles, metió una caja a su bolsillo y de la otra algunos los metió a su boca– ¿si lo sabes no?– llevó un dedo a sus propios labios como seña para que el otro guardase el secreto de su hurto. Samael asintió sin decir nada– Debe ser duro para ti ¿o no?–
- Tú igual Te acuestas con ella– Espetó–
- Pero yo no soy tu mejor amigo. ¿Cómo sabes que se acuestan?–
Samael no respondió.
- ¿por qué quisiste que saliéramos?–
- ¿por qué aceptaste venir?– los dos se miraron un momento, Samael podía ver su reflejo en los baratos lentes oscuros.– Te invité porque viviremos mucho tiempo juntos, hay que conocernos–
- No–
- ¿no qué?–
- No te quiero cerca de nosotros– Gruñó–
- Si claro ¿y como pretendes proteger a Isabell? ¿A librazos? ¿A pura inteligencia? No, amigo, necesitan de mi quieran o no– se quitó los anteojos– Te enseñaré, les enseñaré a ambos– Sonrió– No soy enemigo, Sam, y no trato de quitarte a tu esposa– Chasqueó la lengua– Sé como funciona–
- Me las arreglaré–
- ¿crees que mi experiencia no es suficiente?–  Pável sonrió –  Los van a tratar de inútiles–  
Antes que el escocés pudiese responderle, escuchó como Oliver le llamaba mediante el silbido que le había enseñado. Salir con El Niño era constante se fuera por su lado, así que inventaron una seria de ruidos para comunicarse a largas distantes y encontrarse. Le dedicó una mirada al ruso dirigiéndose a ir por su hijo. Siguió el silbido, entre más se acercaba, podía escuchar como había gente discutiendo.
- ¿una clase de batiseñal?– Samael ignoró al hombre tras de él. Al entrar a uno de los pasillos. Un hombre tenía a Oliver tomado del hombro junto a otro niño. Otro sujeto le gritaba un par de insultos a un hombre de color que tomaba a su hijo del brazo mientras intentaba distraerse comprando lo que debía.
Oliver se desató del sujeto para ir con su padre, quien se escondió tras sus piernas.
- ¿Es tu hijo?– El agresivo hombre señaló a Samael, este asintió– Ese negro estaba hablando con él, deberías cuidarlo– 
- ¿te hizo algo?– Samael se dirigió a su hijo, quien negó. El sujeto de color sólo pensó que estaba rodeado de blancos que posiblemente no lo dejarían salir de ahí—
- Son italianos, no saben inglés, los ayudaba–  
Las personas frente a ellos no parecían  ser de estudios y mucho menos con una vida estable. Sus ropas y lo descuidado de sus personas lo decían todo.  No era de ayudar a la gente, pero no podía dejar pasar un acto de racismo frente a su hijo.
- Gracias, lo tomaré en cuenta– Samael se acercó al hombre y a su hijo, quienes no la estaban bien. Los vio relajarse cuando les habló en su idioma–
- Negro de mierda– Uno de los sujetos habló despectivo para después escupir antes que se fueran–
No cruzaron tantas palabras, por lo que se dio el asunto por muerto, el hombre se identificó como Sandro, agradeció varias veces, Samael amable correspondió para que cada quien se fuera por su lado. Lo Último que quería eran problemas, pero al menos Oliver había captado el mensaje.  Cargó al Niño.
- Por eso no debes salir corriendo, Oliver–  Preocupado le revisó– Ye te lo dije, te calmas o te pongo correa–
- Lo siento, papá, al señor se le cayeron sus monedas y ayudé a recogerlas– De su chaqueta de colores sacó una–
- ¿le robaste?– Regañó, Oliver sacudió su cabeza en negación–
- Me la dio por ayudarlo–  la volvió a guardar– No entiendo porqué esos sujetos le habláramos así al señor, no les estaba haciendo nada, y a mi tampoco. No debieron gritarle cosas tan horribles–
- ¿recuerdas lo que dice pops sobre un tipo de gente?–
- Hay gente de mierda que hace al mundo una mierda–
- Ellos son ese tipo de personas. Ahora ¿qué dice mami sobre las personas?–
- Qué hay personas nefastas que deberían cocerles la boca– Samael negó divertido– Sobre lo diferentes que somos–
- Aaaaaaaaah–
- Que no importa como nos veamos y como pensemos, somos todos iguales antes Dios y ante nuestros ojos igual–
- Eso es– Comenzó a caminar– estuvo bien lo que hiciste–
- ¿crees que Pops hubiese insultado a esos sujetos?–
- La pregunta está de más– sonrió. Dejó a su hijo de Nuevo en el suelo— Vamos por lo que quieras–
Pavel varios pasos atrás observó a Samael, no parecía muy afectuoso, pero lo intentaba con su único hijo, incluso, era mucho más cariñoso que él con sus hijos. Oliver era una copia de su padre, su carácter, el actuar , caminar, y hasta podría jurar que facciones eran parecidas . Suponía que esto sucedía por los gestos que compartían. El Niño muy pocas veces estaba lejos de Eleanor, por lo que le tocaba verle constantemente, lo curioso era que con su madre tenía entre los tres y cuatro años, distinto con su padre, pues se comportaba maduro, hasta la forma de hablar era más elocuente, sin embargo, no dejaba de ser un niño, comprobado estaba con lo sucedido, hasta ahora El Niño que comenzaba a regresar a ser rubio, un heredero bastante poderoso como su madre. No solo por llevar el apellido Volkov, si no también por tener títulos nobiliarios que le permitiría mezclarse como sus padres. Ese pequeño ser de ojos grises vestido de ropas finas, era mucho más importante que sus propios hijos. Samael solo con ser esposo de Eleanor ya tenía poder en sus manos y ni siquiera lo sabía, le parecía un desperdicio.
Compraron un par de cosas de sus gustos, salieron del lugar tomando de las sodas que habían comprado en dirección al auto.
Samael abrió la puerta trasera de su hijo para que entrara.
- No ensucies nada— advirtió, era el auto de un desconocido, por lo que a pesar de que no le agradara el dueño, tenía un poco de sentido común, le puso el cinturón de seguridad como último. Rodeó el auto para entrar a este.
- Esto es extraño sabes— Habló el escocés al estar ambos afuera– Sé que no nos harás nada porque no te conviene, así que supongo intentas ser mi amigo–
- ¿y por qué no deberíamos?– Pável sonrió–
- Yo no tengo amigos–
- Richard es un idiota al no darse cuenta que ya lo sabes. Pero tú muy bien intentando carcomer su conciencia, seguro mientras se folla a tu esposa está pensando en esas palabras que le dijiste en el estanque – Se miraron– Yo hubiera hecho lo mismo, ya sabes, hacerme el inocente. Tú y yo sabemos que las personas son fáciles de sentirse culpables. Me agrada tu númerito de hacerte el estúpido, bastante impredecible–
- A mi no me agrada tú númerito de hacerte el lindo y considerado–
- yo soy lindo y considerado– Resopló con sarcasmo–
- Entonces para la otra considera no husmear en mis cosas– Pavel frunció su ceño unos segundos, cambió su expresión a una alzando sus cejas, no recordaba haber dejado algo fuera de su lugar, rió por debajo– No lo vuelvas a hacer–
- ¿o si no qué? ¿Vas a golpearme como a la rata? Te recuerdo que estás a prueba– 
- Peor aún, te acusaré con Eleanor, y créeme, soy experto en inventar–
- No le tengo miedo a una niña– Lo miró mal–
- Eso es bueno, así no te importará que lo haga– se encogió de brazos, Pável giró sus ojos, no había palabra que Eleanor ahora le creyera a Samael, así que le tenía sin cuidado. Subieron al auto. El olor a dulces les inundó, el padre del niño se giró para asegurarse que no había tirado nada, el niño estaba pulcramente acomodado disfrutando de sus dulces en silencio con unos audífonos de toy story que guiaban a su pequeña mochila. Regresó a la postura adecuada.
Los dos pudieron ver como al otro lado del estacionamiento, los mismos hombres molestaban al mismo sujeto que para su mala suerte pasó frente a ellos con su hijo. Su bolsa de compras fue tirada de sus manos cruelmente, por lo que el italiano solo decidió cuidar a su hijo. De un segundo a otro, le propinaban varios golpes en el suelo sin ganas de dejarlo en paz, el niño lloraba siendo también molestado por una persona de su misma edad. Samael negó, ya no era su problema, esperó paciente a que el ruso pusiera en marcha el auto, pero al contrario de eso, sacó del compartimiento de en medio de los asientos sus guantes negros de piel.
- ¿qué haces?—
- Odio a los racistas. Tengo un sobrino de color– Al terminar de colocar uno, salió molesto del auto. Samael gruñó, no iba a permitir que fuese el único en quedar como santo. Oliver al notar la ausencia de ambos hombres, miró a todos lados hasta encontrarlos.
- Ay no– musitó. Quitó sus audífonos para guardar todo en su mochila, rápido puso la tapa para niños en su soda y se bajó del auto antes que su padre hiciera lo que justamente su madre le había dicho que no hiciera, meterse en problemas. Al llegar al lugar ya todo era un caos. Una mujer, como si fuera alguna película, se asomaba por la ventana gritando que se detuvieran y se subieran al auto, pero quienes eran sus conocidos estaban soltando insultos al ruso y a su papá mientras el señor que le regaló la moneda estaba aún tendido en el suelo pasando sus dolores.  Antes que pudiera llamar a su padre, este recibió un gran golpe en el rostro. Lo Conocía, no haría nada al respecto por  obedecer a su mamá, suspiró al verlo solo tratar de hablar, pero no fue lo mismo con Pável, quien no dudó en iniciar una pelea.
Irritado se despeinó lo cabellos y restregó su cara. Notó como el ruso peleaba como todo un espía de las películas que veía, en cambio su padre era mucho más como el villano tosco de fuerza bruta. Por lógica le estaban ganando a los seguramente granjeros de la zona, solo eran sujetos delgados y sucios. Admiraba a su padre, pero ahora no estaba para meterse en problemas.
Los insultos de un niño llegaron a sus oídos, lo que los adultos habían hecho, ese pequeño ser lo estaba copiando, no estaba tampoco él para buscar problemas, porque si hacía algo como pelearse, regañarían a su padre. Pensó varias veces justificar si paraba lo que veía, al tener la excusa de que era para salvar al indefenso, decidió ir a separar al niño del otro que solo ponía sus manos sobre su cara. Al empujarlo con todas sus fuerzas y ponerse entre ellos, lo miró mal.
- Basta– 
El desgarrador grito de uno de los hombres lo hizo mirar hacia la dirección, su padre lo tomaba fuerte de la cabeza mientras Pavel sobre el racista sacaba de su bolsillo ágilmente una navaja para después acercarse a su frente.
Dejó de prestarles atención al recibir un golpe en el estómago, se llevó los brazos al lugar doblándose del dolor por unos segundos, alzó el rostro para ver la burla en el chico, la furia llegó a su pequeño cuerpo, se enderezó para poner en práctica sus dotes de pelea. Cuando lo tuvo en el suelo, le golpearía fuertemente con sus costosos zapatos en el rostro, pero antes que pudiese hacer eso y lesionar con gravedad al Niño, fue tomado por atrás desapegándolo del suelo.
- ¡papá!– Gritó en ayuda, Samael alzó la mirada, un policía tenía en sus brazos a su rebelde hijo que intentaba desatarse del amarre. Soltó al sujeto para pararse de donde estaba de cuclillas y levantar sus manos en rendición. La mujer del auto había hecho lo que cualquiera al ver a su familia siendo golpeada, llamar a la policía. Pavel miró sobre su hombro, hizo exactamente lo que su compañero sin antes guardar su arma.
Al ser tratados de mala manera ambos opusieron resistencia empeorando la situación, ya estaban lo suficiente enfurecidos y cegados por sus instintos como para que que cualquier cosa aunque fuese mínima les molestara. El temperamento que tenían ameritaba un arresto lleno de fuerza y golpes , donde sus rostros terminaron en el asfalto con oficiales  encima de ellos sometiéndolos con su peso y rodillas.
Mientras tanto, otro luchaba con Oliver, quien para no meterse más en problemas, insultaba en ruso.
- ¡obedece!– exclamó Samael en escocés a cómo pudo, Oliver gruñó dejando de patalear y de golpear al hombre uniformado que le tenía agarrado.
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Después de satisfacer al hombre que dormía a su lado solo con sus pantalones sin abrochar, decidió ir a ducharse. La resaca que Richard tenía, no fue en ningún momento impedimento para su libido, de prueba estaba el olor que aún permanecía en la habitación y como sus piernas aún no le respondían por completo.   En menos de media hora salió completamente limpia. Frente a su espejo desenredaba su cabello, recordó por un momento lo que habían hecho, sonrió ruborizándose.  Richard tenía algo que siempre le daba más confianza, no era totalmente dominante, pero tampoco lo suficiente sumiso, estaba en una línea exacta donde ambos se podían dejar llevar. Le encantaba.
Sin hacer ruido para no despertarlo, caminó hasta su vestidor, buscó ropa cómoda, una blusa, unos shorts de algodón sin apretar nada y puso sus tenis. En el tocador de afuera que muy pocas veces usaba, revisó su reloj, dónde no habían muchas notificaciones, regresó a la cama, se sentó en la orilla para contestar los mensajes de sus hermanos, amigos y enviar la confirmación de la reunión del martes. En una semana era su cumpleaños, Si no fuese por el señor Banks, ella ya estuviese alistando sus maletas para irse mañana a Rusia. Pronto le comenzarían a llover llamados de sus familiares.
Richard muy pocas veces podía conciliar el sueño, desobedeció a su psicóloga, así que se hizo dependiente emocional de Eleanor, ahora, no sentirla cerca de cualquier modo, le provocaba malestares, por lo que sus pesadillas llegaban cuando se sentía solo y sin protección.   
Eleanor se giró a él al oírlo quejarse, era sorprendente como de un minuto a otro el hombre que dormía tranquilo ahora sudaba y tenía una expresión de dolor en el rostro.
Rodeó la cama parar estar de su lado, se sentó en esa orilla, comenzó a acariciarlo tratando que despertara, lamentablemente no lo hizo como esperaba, pues Richard aún en su pesadilla abrió sus ojos viendo realmente a un enemigo y no a la joven mujer. La apartó de él con la dureza y agilidad que usaba en esas tierras haciéndola caer al suelo. Eleanor no supo que hacer más que cubrir su rostro con sus brazos al tenerlo encima con una de sus manos en el cuello sometiéndola. El hombre que aún estaba en su pesadilla, trató de descubrirla, por la fuerza que utilizaba no fue difícil. Ella llevó sus manos al pecho del hombre tratando de alejarlo, pero era como si estuviese empujando una pared, cerró sus ojos y volvió a esperar. El puño de Richard quedó al aire al despertar dándose cuenta de quien estaba abajo de él, sus rostro furioso cambió enseguida a uno aterrado, Sus músculos se relajaron, la soltó en seguida del amarre con asco de su propio ser por lo que estaba haciendo. Se quitó de encima cayendo al suelo arrastrándose con ayuda de sus manos y pies alejándose de Eleanor, si no hubiese estado la cama a sus espaldas como tope, se hubiera alejado mucho más.
- Niña linda– Su voz se quebró— Yo no...perdóname– se abrazó a sus piernas escondiendo su rostro entre ellas. Eleanor lo observó unos segundos tranquilizando su respiración, había tenido miedo, era lógico, un hombre alto y fuerte se le fue encima, sin embargo, era Richard, él jamás le haría daño. Verlo sollozar y que su alegre rostro se convirtiera en una triste lleno de culpa, miedo y melancolía le rompía el corazón. Gateó hasta él, al tocarle los brazos el hombre se alejó.
- Rick– Susurró sentándose a un lado, le besó el hombro– ¿puedes mirarme?–
- Soy un monstruo– Musitó el hombre. Ella se hincó obligándolo a sacar su rostro de donde la tenía, las mejillas del hombre rudo que conoció ahora estaban húmedas–
- Tenías una pesadilla es todo– Le secó el rostro– Tranquilo, cariño–
- Yo te iba a hacer daño– Sollozó– Lo siento tanto niña linda– Su voz era de dolor, de un arrepentimiento que su alma no estaba resistiendo– Soy un peligro para ti, te lo dije–
- No es verdad– negó–
- Yo jamás...– su garganta soltó un desgarrador quejido que lo guió al llanto– Perdóname–
- Mi Tony– Le quitó los brazos a cómo pudo, se abrió paso sentándose en su regazo, lo abrazó por el cuello. Su hombro fue el apoyo de un hombre con heridas de guerra en su corazón. Richard se abrazó a ella pidiendo perdón con sus brazos– Tranquilo, cariño, solo estabas en una pesadilla– Le acarició los cabellos– Sé que tú jamás me harías daño– 
- Perdóname–
- Tony– Se alejó un poco sosteniéndole el rostro con sus manos, volvió a secar sus mejillas– No hiciste nada malo...–
- ¡lo hice!– exclamó desesperado, no entendía como la persona que estuvo por lastimar le tratara con tanta gentileza–
- No– Le dio un tierno beso al hombre que temblaba como si estuviesen en el lugar más helado– olvídalo ¿quieres? Solo fue un mal rato. Es todo– acarició su pecho buscando que la respiración y latidos del hombre se tranquilizaran– Tengo mucha hambre– se acercó a él rozando su nariz con la de él– vamos a la cocina ¿tú no?– 
- Quiero estar solo– intentó quitarla pero Eleanor se resistió— Niña linda– Cerró sus ojos con una mueca de dolor–
- Tú y yo– le quitó el cabello de la frente– asaltaremos el almacén– le tomó del mentón– puedo hornearte galletas– sonrió–
Richard la observó un momento, esos grandes y brillantes ojos no le miraban con pena, pero tampoco estaba seguro que fuese amor, pero le encantaba como lo hacían sentir hasta en sus peores momentos, La Paz que podía recibir de ellos. Por un instante no la creyó verdadera, tantas veces pasándola solo le creía una falsedad. La acarició con tanta delicadeza, con miedo a infringirle el mínimo dolor. Sonrió a cómo pudo al verla apoyarse en su mano.
- Te dije que si te hacía daño iba a...–
- Tony– Lo interrumpió besando la palma de su mano– Tú no te vas a ir, ¿acaso no te ha quedado claro que haría de todo para que te quedes?— Richard soltó una pequeña risa dejando atrás un poco de su melancolía–
- Te amo, Niña linda–
- Lo sé, Tony– lo besó– Ahora por favor llévame a comer– Dramatizó dejándose caer, Richard alcanzó a tomarla en sus brazos–
- Haré para ti el más rico spaghetti– Richard bromeó causándole una risa– ¿por qué te ríes?– Se hizo de una mano libre para hacerle cosquillas– ¿eh?–
- ¡No!– Soltó entre risas provocadas por el mayor– ¡Basta!–
- Soy un excelente cocinero– al verla roja paró, Eleanor aún entre pequeños espasmos por la falta de aire, enredó sus brazos en el cuello del hombre para que la levantara–
- Rick, ponías la leche primero y después el cereal– Richard rió– Creo que si viviéramos solos, nos moriríamos de hambre–
- No, hay algunos Macdonald's de 24 horas–
- No me quejaría– los dos sonrieron divertidos, Richard le tomó de las mejillas y la besó. Lo sucedido estaba quedando en el pasado– De postre serían galletas, que es lo único que realmente me sale rico–
- No concuerdo– el hombre le acarició con su nariz– Haces ricos pasteles– no lo estaba viendo, pero Eleanor podía sentir la sonrisa pícara del hombre, negó divertida buscando mirarle. Le gustaba que regresara a la normalidad. Estaba tan arrepentida de haberle dejado solo en los días que más la necesitaba, prometió ayudarlo y fue lo primero que no cumplió, lo intentaría de igual forma, creía aún no era demasiado tarde.
El celular de Eleanor sonó, sin ganas de dejar de estar entre mimos, se levantaron del suelo por la insistencia del aparato.
En la pantalla estaba " Ángel", como tenía registrado a su pequeño hijo. Le había dado un viejo celular de teclas al niño por alguna emergencia y al parecer había una. En ese mismo rato sonó el de Richard con un número desconocido. Él salió al balcón a contestar mientras ella se quedaba adentro.
Eleanor contestó palideciendo al escuchar la voz de un hombre en lugar de la de su hijo. Se tranquilizó un poco cuando se identificó como un oficial, aunque no tenía razón de hacerlo, cuando lo captó pensó en lo peor. Mientras iba escuchando la explicación, le comenzaba a hervir la sangre.
Richard, por otro lado, se reía de la tragedia de su mejor amigo.
- No le digas a Ell por favor, va a matarme–
- Uy amigo, ¿y yo que le invento? ¿Y si quiere ir conmigo?–
- Rick, por favor, te pagaré lo de la fianza. Tienes que sacarme de aquí sin que se entere–
Richard negó, otra pelea entre esos dos, frunció su ceño al recordar a Oliver.
- ¿y Oliver?–
- Con oficiales, también por eso no lo debe saber Ell, va a colgarme. Rick, Es en serio, no se lo digas–
Rió
- está bien, llegaré lo antes posible. Ya me inventaré algo. Espera ¿y no el pendejo de alado tuyo no puede llamar a alguien?– habló molesto— Deberías quedarte ahí por cambiarme–
Samael gruñó.
- solo nos dieron una llamada, y la pedí yo porque te necesito a ti. Te llevare a ver el partido el miércoles ¿si?–
- Está bien, solo por eso, ya voy, en veinte minutos salgo. No te muevas de ahí– bromeó–
- Si, claro. No le digas nada a Ell–
- Si si ya cállate– colgó, abrochó sus pantalones, metió su celular en los bolsillos de atrás y entró en busca de sus demás prendas. Vio a Eleanor escribir como loca en su teléfono. Sin decir nada se puso la playera y comenzó a poner sus zapatos.
- ¿A dónde vas?–
- Pues...tienes hambre ¿no? Iré por comida, una pizza– Eleanor entre cerró sus ojos, lo conocía, comenzaría a dar explicaciones de más porque era mentira– Si salgo ahora llegaré en más o menos 40 minutos y regresaré en casi lo mismo. Bueno, sin contar los veinte minutos de la pizza. Y no tienes que ir, voy yo solo–
- Pero quiero ir contigo-
- No, no es necesario, ya anocheció y es peligroso, voy solo. Y sé qué hay un chef que la puede hacer, pero nada como las grandes empresas aportando el consumismo– Richard la miró y sonrió– te veo en unas horas, preciosa– apartó la mirada al instante–
Eleanor lo vio aproximarse a la puerta.
-Rick– el hombre paró en seco– tus llaves– Richard nervioso se regresó, tomó las llaves, ya que estaba cerca le dio un beso. Antes que tocara la perilla, le volvió a llamar–
- Niña linda, si me retienes regresaré a media noche–
- Te iba a decir que si en lugar de ir a comprar pizzas, me acompañas por tu estupido mejor amigo– se levantó. Richard tomó aire para decir algo pero no sabía qué– Si no era tu novia con quien hablabas, era Samael–
- ¿lo siento?–
........................
- Te odio– Samael habló desde el otro extremo de la celda. Pavél se acercó a los barrotes que los dividían, por creerlos peligrosos, la policía decidió no ponerlos juntos y lejos de los demás detenidos, por lo que cada uno tenía su lugar.
- Pero fue divertido y relájate amigo, Richard no dirá nada– se encogió de hombros– y ya no estaríamos aquí si me hubieras dado la llamada, Serkan pudo venir por nosotros–
- Ya cállate, tu maldito acento me da por arrancarte la cabeza–
El ruso se mofó, lo observó unos segundos. Había encontrado con quien poder ser él, no tuvo que rogarle, ni siquiera decirle que hacer. Sin embargo, no lo veía igual de feliz o emocionado como él se sentía de haber compartido algo que ambos disfrutaron. El extasis que vio en sus ojos ya no estaba ahí.
Dos oficiales golpearon los barrotes de Samael.
- Tú– Se acercó lo que le permitieron– Tu esposa Isabell Parisi vino por tu hijo– Al escocés le dieron náuseas escuchar aquello– Servicios infantiles ya no se lo llevarán–
Sin decir nada más, se comenzaron a retiraron.
- Ey, ¿y nosotros?– Cuestionó preocupado–
Los policías se miraron entre si.
- No pagó nada, se quedan– se quedaron de nuevo totalmente solos. Samael se restregó la cara frustrado, Eleanor lo mataría. Ya estaban componiendo las cosas como para arruinarlo de esa manera–
- Uy, creo que si le dijo– Samael se tiró sobre él, Pável se alejó de los barrotes que lo salvaron de las manos del hombre de casi dos metros— relájate–
Quince minutos después, Richard entró con un oficial, Eleanor se supone iba por los tres, pero cuando llegó al auto, solo estaba con su hijo en brazos decidida a dejar a los otros dos ahí. Observó el lugar, era bastante silencioso y solo estaban ellos dos.
- ¿por qué le dijiste?– Samael se quejó–
El americano negó con su cabeza.
- Creo que alguien más le llamó, yo estaba por irme cuando me lo dijo. Reza porque no se haya ido, porque estamos a mitad de la nada– Los dos hombres fueron liberados– ¿qué carajos con la fianza?–
- ¿está muy enojada?–
- Oliver está aplicando la de llorar y no le está funcionando–
- ¿por qué le tienen tanto miedo? Es una niña y mide ¿1:55?– Pavel giró sus ojos– ¿o los golpea? Eso es abuso–
- Tú no la amas, así que cierra la boca– espetó Samael–
Recogieron sus cosas dadas en bolsas transparentes de plástico. En el camino ambos revisaron si todas sus pertenencias estuviesen ahí. Pavel sacó la caja negra de terciopelo, la abrió, aún estaba el anillo que le regalaría a su joven amante. Guardó todo en su lugar. Subieron al auto en silencio.
- Hola muñeca– Pavel fue el único que habló—
- Hola–
- Mami...–
- En la casa hablamos, Oliver— sentenció en un idioma que ninguno de los tres varones sabía. Ni siquiera Pavél, que era ruso, pues el bielorruso no lo había aprendido. Estaba enterado lo preparados que estaban los Volkov en los idiomas, así que no debía porqué sorprenderse. El niño frunció su ceño.–
- Yo no...—
- Dije que silencio— habló serena a pesar de su enojo–
- Pero es que yo no...–
- ¡ya ha dicho algo tu madre!– Richard reprendió haciendo callar al niño–
Oliver miró a Samael en busca de ayuda.
- Pues te dijeron que te callaras– Susurró girando sus ojos. No podía ver totalmente a Eleanor por la oscuridad de la noche, pero podía verse lo enfadada que estaba por sus brazos cruzados. No diría nada, si trataba de defenderse seguro le iría peor, tal vez terminaría echado de la mansión o de la propiedad. En el peor castigo, ella no asistiría a la cita con el terapeuta. Si, estaba acostándose con su mejor amigo, no la culpaba, él la había traicionado de las peores maneras, sin embargo, le molestaba el hecho que ninguno de los dos fuese sincero, de lo contrario, se lo estaban ocultando, aún sabiendo que no le molestaría que lo hicieran, Eleanor no lo perdonaban, estaba en su derecho, no lo comprendía, pero lo intentaba, pero se sentía lastimado, incluso apartado, excluido. Los mismos sentimientos que aparecieron cuando Richard llegó a sus vidas. Siempre creyó que su mejor amigo y ahora esposa hacían buena pareja, desde el momento que los vio juntos, haciéndose tan rápidamente amigos lo supo. Pero se negaba a la idea de no ser el alma gemela de la mujer que ama y adora con todo su ser. Era el amor de su vida y para su vida, eso jamás cambiaría, no lo permitiría.
- Para el auto– La joven ordenó al piloto después de casi una hora de camino , la miró por unos segundos–
- ¿ahora?–
- Solo un momento– Richard no tan convencido se orilló– Gracias– se quitó el cinturón sin nada de brusquedad, bajó del auto tocando el pavimento, se agachó un poco para mirar a la parte de atrás– ¿me das un minuto, Samael?– Cerró la puerta, rodeó el auto para quedar atrás de este y un poco retirada.
Pavel bajó primero para que Samael pudiera hacerlo, esperó unos segundos para que este volviera a subir. Se acercó lentamente a Eleanor.
- Ell...
- No, justamente ahora no puedes hablar– Sentenció, Samael asintió– Tengo hambre– Gruñó– Y no pude comer nada porque mi estupido e incontrolable esposo estaba en una celda– rabió, el hombre sonrió por debajo, al menos le había respetado el título–
- Fue por una buena causa–susurró
- ¡¿una buena causa?!– Exclamó incrédula de lo que escuchaba–¡escribiste racista en la frente de un hombre!¡¿acaso estas demente?!–
- ¡yo no fui! Y no está completa– giró sus ojos– ¡pero yo no fui! Es tan injusto, yo no fui el único, Pável fue...
- ¡¿crees que qué me importa?!– lo interrumpió, no la podía ver bien, pero pronto le comenzaría a hablar en ruso– No me importa lo que haga o dejó de hacer él, me importas tú maldito imbécil– Lo señaló, la vio mascullar en su idioma apretando el puente de su nariz– no me importa lo que haya hecho porque tú no debiste seguirle la maldita locura– Regañó–
- Yo no...
- Tú...– Volvió a señalarlo acercándose, podía medir dos metros, pero en ese instante retrocedió– Nada. Tú, Samael Ryman, no eres un cualquiera ¿oíste?– se señaló a ella misma– Eres mi esposo–
- En...–
- ¡No eres un idiota que puede estar en peleas!– señaló a la nada como evidencia de su enfado– ¡eres un duque!¡el padre de un vizconde!¡el hombre de una duquesa!¡¿CREES QUE UN CABALLERO SE METE EN PELEAS DE ESTACIONAMIENTO?!– Llevó sus manos a su cintura— ¡¿crees que mi esposo debe estar cada mes tras las rejas?! Y es que eres el más estupido, ¡AL MENOS QUE NO TE ATRAPEN!–
Samael sonrió.
- Ell Amor...
- ¡Ni empieces! ¡Expusiste a nuestro hijo!. Estuvo a un puto pelo de estar en servicios infantiles POR SU INEPTO PADRE– lo señaló con ambas manos– ¡me desesperas!¡eres tan...AAAAHG!– miró al cielo–
- Deberías relajarte creo que...
– ¡¿qué qué?! ¡No me digas que me relaje!– Se talló las sienes– No vuelves a salir con Pável–
Samael se mofó creyendo que era una broma, se cruzó de brazos incrédulos al notar la seriedad.
- No vas a decirme con quien salir y con quien no. No soy un niño, y no eres mi madre ¿qué te sucede?—
Eleanor soltó una risa sarcástica.
- ¡te comportas como un niño!¡te trataré así! ¡Y no soy tu madre pero si TU esposa! ¡Eso por tu elección por si lo olvidas!— abrió sus brazos un momento para casi de inmediato dejarlos caer– ¿quieres ser mi esposo? Aprende a comportarte como el duque que eres, no un pandillero de quinta– escupió con rabia– No vuelves a salir con Pável, y si lo haces, ni regreses a la casa– con eso decidió terminar de hablar, pasó a un lado de él, antes de llegar al auto se giró– es más, hoy no vas, te dejaremos en la intersección a la ciudad –
- Ell...
- ¡no vas y punto!–
- lo siento, no fue mi intención, fue el maldito momento– se defendió arrepentido– No volverá a suceder ¿si?–
- La próxima vez que te metas en problemas, te dejaré ahí Samael, da gracias que Richard venia o te quedabas ahí con el otro idiota–
- Perdón–
- Esa palabra ya no sirve entre nosotros, así que guárdatela– se cruzó de brazos ante el frío aire– Metiste a Oliver en tu estupidez, eso es totalmente inaceptable, eres su padre, no su hermano. ¿Entendido?– 
- Si mi amor...¿pero si puedo ir a casa?—
- No, el chofer te llevará a donde le digas—
-
Samael asintió, si sus palabras ya no funcionaban, al menos debían servir sus actos.
Se puso de rodillas sin pensarlo muchas veces.
- Estoy cambiando, te lo juro, lo intento cada día– 
- Párate–
- Soy un idiota lo sé, no debí hacer lo que hice, lo entiendo, solo fue un error–
- Piensa las cosas, Samael– Se acercó a él– ¿crees que no seguimos en la mira de la policía? ¿Ah? ¿Quieres que vaya a prisión para irte con Ana? Porque créeme, no lo vas a lograr– Samael negó rotundamente, aveces le parecía impresionante la forma en que podía siempre atacarlo con lo mismo– Eres impresionante, yo realmente no puedo lidiar contigo– Eleanor se llevó una mano a la frente– No solo eres un pésimo hombre y esposo, si no que tus virtudes como padre son totalmente nulas– Samael aceptó el regaño viendo como caminaba de un lado a otro. Comenzó a hablar en ruso, así que suponía no le estaba diciendo nada bonito– todo sería más fácil de habernos divorciado. No tendría que estar sacándote de la cárcel ni mucho menos preocupándome que me líen con alguien como tú– Espetó–
Samael frunció su ceño.
- ¿alguien como yo?–
- ¡si! ¡Alguien como tú! Alguien que le escribe cosas a la gente en la frente y casi mata a golpes–
- ¡ya te dije que yo no fui!–
- ¡estuviste ahí! ¡Expusiste a tu hijo a tu mierda! ¡A mi hijo!–
- ¡Es mi hijo también! ¡Más que tuyo!–
- Ese Niño ya no más es tuyo ¿me oíste? Esto te quita toda responsabilidad sobre él. No sabes cuidarlo–
- Lo dejé en el auto, no creí...–
- pues debiste quedarte con él, así funciona– Señaló el suelo como sentencia– y ya que estamos hablando de hijos– Samael levantó la mirada– Mañana voy a operarme, así jamás podré tener hijos–
- Eleanor no– su voz se suavizó– no hagas eso. Nosotros vamos a terapia, pronto volveremos a ser los de antes....–
- a ver Samael– Lo interrumpió. Al parecer ambos tenían diferentes objetos respecto a Ir con un terapeuta– nosotros vamos a terapia porque vamos a aprender a no matarnos por Oliver, no para ser Samael y Eleanor otra vez ¿de dónde quieres que eso suceda? Entre tú y yo el amor se acabó, hay que aceptarlo, espero la terapia te haga entender eso—
- Ell ¿cómo puedes? Soñamos con una familia. Pusimos nombres a nuestros hijos– habló desesperado, las palabras de la mujer frente a él dolían más que nada. La adoraba, deseaba hijos solo con ella, pero el sentimiento no era para nada mutuo. Si no la hubiese golpeado seguramente seguirían siendo los mismos, la hubiera convencido de tener bebés.
Eleanor sintió pena, adoraría tener un hijo con Samael, si bien Oliver era El Niño Perfecto, deseaba tener a un bebé entre sus brazos fruto del amor que sentía por el hombre frente a ella, porque realmente dudaba que él la amara. Le había hecho tanto daño, que estaba condenada a amar a un ser que no le pertenecía, se creía tonta al no darse cuenta antes. Se enamoró ciegamente de él, jamás se imaginó que no recibiría nunca lo mismo. Estaba condenada a amarlo por la eternidad  porque a pesar de tener otros amantes e incluso estimar más de lo que debería, su corazón latía de una manera diferente cada vez que lo tenía cerca, y su alma se convertía en la más sumisa frente a sus ojos grises. Podía enamorarse de otro, pero no amarlo como amaba al escocés. Odiaba con todo su ser no poder dejar de amarlo, le dolía el alma solo pensar en lo que pudieron ser. Quería volver a sus brazos, pero ya estaba lo suficiente lastimada, si regresaban, estaba segura volverían al inicio. Y es que no podía evitar confiar en él. Cada mentira se la creía a pesar de todo, desconfiaba, pero en el fondo siempre pensaba en la posible verdad de sus palabras.  Al final siempre sería así– No lo hagas por favor–
- Mañana lo haré, solo quería decírtelo para que te enteres que podremos hacerlo sin protección–
- Ell, por Dios, cariño, si es por eso no lo hagas, yo voy a protegerme ¿si? No volveré a insistir, solo no lo hagas por favor– suplicó–
- Es por mi– suspiró– Ya vámonos, como dije, muero de hambre, hasta náuseas me dio de tanto coraje contigo en serio– se dio la media vuelta sin esperarlo. Quienes veían por espejos y ventanas, al verla acercarse se  acomodaron en sus asientos fingiendo hacer otra cosa.
Eleanor subió abrochándose el cinturón.  Minuto más tarde lo hizo Samael. De nuevo el camino fue silencioso. En un momento todos escucharon las teclas del celular de Eleanor ser presionadas continuamente, ella misma fastidiaba del ruido lo puso en silencio.
El hijo mayor del señor Banks se comunicaba con ella para avisarle que la exposición se cancelaba, pues por cuestiones personales su padre se encontraba indispuesto, por lo que él se haría cargo de las editoriales, así pedía una cita con ella para que le pusiera al corriente de todos los proyectos de su padre. Seguiría contestando en mensajes, pero su celular sonó, en el chat apareció un solo mensaje de aviso " te llamaré".
Estaba molesta con todos, con hambre, un poco de náuseas y sueño, sin embargo, cuando tomó la llamada fue dulce y servicial.
Pavel escuchó con atención, era imposible que el " señor Banks" le pudiese estar hablando. Por un momento creyó equivocarse de hombre, pero eso era imposible, vio a Eleanor un par de veces con él cuando" cuidaba de ella" a lo lejos recién la conoció. Confundirse no estaba entre sus posibilidades. Quedó aún más sorprendido cuando a Eleanor no le quedó de otra que citarlo en la mansión a primera hora. 
- Creí que ibas a dejarme al colegio– Oliver habló molesto–
- Lo hará tu padre–
- Pero yo tengo una reunión Justo...–
- Bueno pues ya se te ocurrirá algo–
- Ell, ya la había cancelado, esta mañana...–
- ¿entonces es más importante tu trabajo que el mío?– cuestionó sin mirarlo–
- Si, por su puesto, tú sólo estás jugando, mi empleo si es de verdad– Richard negó, aveces su amigo tenía una gran boca–
- Oh claro, porque aportas mucho con tu sueldo– soltó sarcástica–
- Eres secretaria–
- y tú un simple profesor–
- Pues debiste pensarlo antes, ya estamos casados–
- Lo sé, debí hacerle caso a mi padre– musitó–
- Te escuché–
- No es secreto–
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Quería pasar a los dos últimos...pero hay wey, no quiero 🥲

MY DADDYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora