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En la soledad de la gran casa, Eleanor revisaba los presupuestos finales para la búsqueda de inversionistas. Richard se quedó solo unos minutos con ella después que todos se marcharan, se despidió de un beso al notar que ya era hora de su compromiso.
Eleanor cerró todo y se dispuso a salir de su casa rumbo a la de su amiga.  
Contestó una llamada antes de salir. Su empresa estaba teniendo problemas con las transferencias bancarias, por lo que tendría que ir al banco y arreglar todo personalmente, y si era posible, hacer cheques. Ahora tendría que llamar a casi todo el elenco para no ocasionar pánico o algún rumor sobre lo malo de la empresa. 
Alexander le había enseñado :" ten contentos a tus empleados y todo prosperará ". Por eso, los trabajadores registrados a la nómina de Producciones Pierce- Davies, Tenían un excelente sueldo. Y los artistas ni mencionarlo, aunque sus obras no eran las mejores, ellos siempre se iban contentos, y la razón es la simple admiración del arte. 

Aún aturdida abrió la puerta principal, que con anterioridad fue tocada. Era Samael.
- Buenas tardes Ell–
- Bu...¿buenas tardes?– miró su reloj, eran casi las tres  de la tarde y todos se habían ido a las 10 am–  ¿no deberías estar con los demás?–
- ¿Tú no deberías estar con los demás?– entre cerró los ojos–
- justamente para ya voy ¿tú qué haces aquí?– le dejó pasar–
- ¿tú qué haces aquí?–
- yo estaba trabajando y...– tomó el regalo para la nueva integrante, lo miró– Pues esta es mi casa, ¿tú en verdad qué haces aquí? –
- Alexander mandó a buscarte, ¿y resulté ser el más indicado?–
- No me digas, mandaron a mi ex , quien va a tener un hijo con su amante. Esa fue una gran elección– asintió con sarcasmo–
- Tal vez tuve que rogar un poco–
- Bueno, no me subiré a tu auto, yo pediré un taxi–
- Creí que tenías chofer—
- Es domingo, hoy no laboran–
- entonces...¿estás sola?–
- si...¿por qué?– lo miró con cautela– ¿vas a asesinarme o a secuestrarme?–
- ¿por qué haría algo así?– habló indignado– ¿me crees capaz de algo así?–
- Bueno...– Ladeó el rostro–
- ¿en serio?– soltó aire– pues déjame decirte que soy muy estupido para cometer un delito de esa naturaleza– se acercó más a ella– y es un pecado– la cercanía del mayor le puso nerviosa– estaba pensando en ir a tu habitación–
- pues yo creo que no– con su brazo hizo distancia entre ellos–
- ¿y por qué no?– Samael frunció el ceño–
- porque ya no somos novios, eso es todo–
- Claro– se relamió los labios–entonces somos novios solo cuando tú lo deseas ¿no? Porque el día de tu fiesta, si mal no recuerdo, nosotros ya no éramos novios– le dio a saber con una voz impostada–
- Bueno, Samael. Si no querías, me lo hubieras hecho saber, pero yo dudo de tu negativa–
- No me refería a eso– la miró con seriedad– Solo quiero estar contigo–
- Lo siento, pero hoy no– sentenció, furiosa se encaminó a la salida–
- YA TE ACOSTASTE CON ÉL– reclamó, algo que no podía afirmar si era un secreto, al verle parar en seco,  reaccionó– ¿verdad? Por eso ya no quieres acostarte conmigo. ¿Resulté pésimo?–
- a ti no te importa eso– abrió la puerta– Vete– ordenó. Samael cerró la puerta con una sola mano, la dejó apoyada ahí. Eleanor respingó, por un momento creyó que los cristales se romperían y caerían al suelo–
- ¿no me importa? ¿Estás segura que no debería de importarme?–
- Si, y ya vete– furiosa trató de abrir el picaporte, pero era imposible, la mano de Samael no lo permitía–
- Voy a preguntar una vez más ¿estás segura que no debería de importarme?–
- si, tú y yo ya no somos novios. Lo que Richard y yo haga no te incumbe–
- respuesta incorrecta– la acorraló contra la puerta del armario donde guardaban los abrigos, bastaron no más de cinco pasos para lograrlo. Eleanor soltó sus pertenencias por la impresión, Samael la besaba bruscamente sin dejar de apoyarse en la puerta de madera. Hizo un poco de presión en ella con su cuerpo, una de sus manos le tomó el rostro– Dime, Elli ¿a quién le perteneces?– Eleanor no contestó– Cariño, Dile a papi lo que quiere oír– gruñó–
- ¿qué tal si te vas al demonio?– Samael sonrió con cinismo, una sonrisa lasciva que Eleanor nunca olvidará. Estaba sorprendida, aquel simple gesto le hizo pensar en cosas muy sucias, sin embargo, no era correcto.
Samael bajo un poco hasta el inicio del pequeño escote, pasó la punta de su lengua por un camino imaginario hasta llegar a los labios de ellas. Eleanor tembló por aquella lengua jugar con su labio, cerró los ojos esperando un beso, pero no fue así. Samael con nada de delicadeza la giró, chilló por la brusquedad en la que fue sometida. Sus manos fueron aprisionadas por unas más grandes, ocasionando dolor, pero aún con el peso de él sobre ella.
- No debiste buscar en otro lo que podías encontrar conmigo. Si querías tener sexo, debiste buscarme a mi. Aprenderás a no acostarte con nadie más.– le besó tomándola del mentón– solo con papi–  la cargó como costal de papas, le dio un pequeño azote–
- Bájame o gritaré–
- Hazlo, veamos si tus vecinos te oyen, tomando en cuenta qué hay casi sesenta metros de distancia por casa...¿o son 90?¿100?– le dió otro nalgada– estos pantalón te quedan de maravilla–
- ¡Samael!– abrió la puerta de la habitación, entró junto con ella, antes de bajarla le puso seguro– Entendí ¿ok? Estás enojado, lo entiendo. Lo haremos otro día ¿si?– Samael fingió pensarlo–
- No– sentenció con seriedad– tú– caminó acercándose a ella, Eleanor se alejaba– Me dejaste, y con todo el dolor del mundo lo acepté. Y ahora resulta que él no solo tiene tu atención, si no por completo. Y tu atención la puedo compartir, eres testigo, pero a ti no– Eleanor había chocado con la cama, tragó saliva.sabia que estaba mal, pero un lado de ella en verdad le excitaba– quítate todo, ahora–
- tú que te...- sin terminar de protestar, fue lanzada a la cama, Samael se subió a ella a horcajadas. Sin ponerle peso le retiró la blusa a la fuerza, su sostén fue rasgado. Le desabrochó el pantalón y se paró, le quitó lo zapatos y de varios tirones el pantalón.
- ¿Tan difícil obedecerme?– su respiración era agitada. La menor se tapó su desnudez con una almohada. Lo único que traía encima era su cadena  y sus dos dijes.
Buscó en los cajones de la mesa de noche tirando todo al suelo alguna evidencia de encuentros carnales en la habitación–
- ¿qué estás haciendo?– cuestionó un poco asustada, lo siguió con la mirada– Sam– Insistió. Samael seguía destrozando su habitación. Dejó de haber ruido por un momento. Encontró condones y pastillas. En la basura ni en ningún otro lado encontró envolturas, así que no lo habían hecho ahí, a menos que no lo usaran, pero las cajas de las pastillas estaban selladas.
Las tiró sobre la cama salvo la de los condones, la abrió dejándolos caer en las sábanas.
Abrió cada uno tirándolos al suelo. Eleanor lo miraba sin entender.
- tú no los necesitas– le contestó como si hubiera leído su mente. Sacó cada pastilla del empaque, las tiró y aplastó con rabia– no necesitas cuidarte de mi– la tomó del tobillo arrastrándola para que su cuerpo se tendiera en la cama. Se subió encima suyo, la besó, aprisionando sus manos, sus fuerzas no se comparaban a las de él, aún si quisiera, no podría liberarse.
Dejó sus labios y muñecas en paz para quitar su camisa. No le quitaba la miraba de encima mientras quitaba cada uno de los botones, como si le estuviera demostrando lo tan furioso y lleno de deseo que estaba. Por último dejó ver sus tatuajes y aquella cruz de oro que hacía juego con la de ella.
Su subconsciente le jugó en contra , su vista terminó en la entre pierna del mayor. Estaba dura, el pantalón negro que llevaba puesto no lo escondía.
- ¿te gusta lo que ves?— La voz ronca de Samael la sacó del pequeño trance, no contestó– ¿quieres chupar la paleta de papi?– de nuevo no respondió – le tomó el rostro– Dime Elli, ¿quieres?– preguntó cerca de su rostro– Respuesta correcta– se bajó de ella y se acomodó entre sus piernas sin prisa . Eleanor cerró por un segundo los ojos al escuchar el metal del cinturón sonar. Samael lo quitó de un tirón, rozando la pierna de la menor, quien se quejó de inmediato. En otras circunstancia le pediría perdón– Hoy no vas a hacer lo que tú quieres– con fuerza amarró las manos de Eleanor con el cinturón, las puso por encima de su cabeza. Se dispuso a sacar su erección. Su miembro estaba palpitante, deseoso. Sin preguntar ni avisar, se hundió en ella por completo de un solo movimiento.
Ahogó un gritó, por instinto cerró las piernas, pero el hombre que estaba entre ellas las abrió aún más.
Las embestidas eran bruscas y pausadas. Dejaba solamente su punta y volvía a penetrarla.
- abre los ojos– Mandó. Al no ser obedecido, se inclinó hacia ella– Tienes que ver quién es el que te está follando– Eleanor abrió sus ojos, topándose con los de él, estaban oscuros, negros. Soltó un pequeño gemido ante los movimientos del mayor.
Samael le besó los labios uniendo sus lenguas, su mentón, su cuello. Mientras se apoyaba con una mano, con la otra tocaba los pechos de la menor.
Después de un momento, se dispuso a acomodarla a su propio gusto, poniendo una de sus delgadas piernas sobre su hombro, así tendría mucho más acceso a ella. Para que esta no se cayera, la sostenía con una mano. La otra la usó para estimularla y después apretar su cuello.
Después de un rato, regresaron a la anterior posición. Samael succionó algunas partes de su piel, dejando marcas. Cuando llegó a sus labios, fue mordido por una Eleanor furiosa. Gruñó del dolor. Ambos sintieron el sabor a metal en sus bocas.
- Veamos como le explicar eso a tu novia– retó, Samael se mofó–
- No, cariño, veamos cómo tú le explicas a tu novio– le besó de nuevo sin importarle  el dolor, no dejaba de penetrarla, robándole gemidos a su joven amante. Se hincó tomándola de la cintura, envistiéndola sabiendo qué tal vez sería la última vez. 
- Elli ¿a quién le perteneces?– la obligó a dejar de morder su labio. Eleanor abrió la boca dándole entrada a uno de aquellos largos y perfectos dedos, lo chupó hasta donde sus propios jadeos le permitieron– ¡Dime! – exigió Samael– 
- De ti– soltó entre jadeos–
- ¿cómo?– acercó su oreja a los labios de ella–
- Soy de papi–
- Buena chica– le desató las manos. Las muñecas de Eleanor estaban rojas. No estaba segura si se molestaría que lo tocara, así que decidió aferrarse a las sábanas.
El lado interior  de sus piernas ardían por el constante roce del pantalón de Samael con su piel, pero lo olvidó por lo importante. Observó a Samael. Su ceño estaba fruncido de enojo, a comparación de otros encuentros, los sonidos de placer solo los podía escuchar si ponía mucha atención. Se encontraba serio y en pocas ocasiones entre abría la boca.
En esa posición llegó al climax, pero él no. Él lo hizo minutos después teniéndola de espaldas. Sometiéndole.
Quitó los cabellos húmedos de su delicado rostro, depositó un dulce beso en su mejilla. Salió de ella dejando su líquido dentro.
Cuando salió del baño, la encontró sentada en la cama con una almohada cubriéndola.
- Tienes que ducharte– la trató de besar pero ella hizo a una lado su rostro, Samael apretó sus labios sintiendo dolor por la herida, sin decirle nada tomó su cinturón para luego ponérselo– Te esperaré aquí–
- Véte, me vestiré–
- No me voy, así que apúrate–
- Al menos voltéate–
- ¿por qué? Soy...–
- ¡solo hazlo!– interrumpió. No le agradó que el gritara, pero obedeció. Conocía a Samael, si veía  todas esas partes de piel irritada que él provocó  se sentiría culpable. Lo último que quería era a un hombre  de rodillas.

Eleanor se había propuesto no entablar relaciones íntimas con Samael porque ahora tenía que serle fiel a otro persona, ya no a él, pero no lo logró. Su ex novio sabía cambiar un rotundo "no " a un " está bien ".
Estaba enojada por esos dos moretones que había dejado en su piel, sabía que la había marcado como su propiedad, eso le ponía mal. Lamentablemente ellos ya no se pertenecían. Eso se decía, pero su corazón gritaba las palabras " soy tuya".
Solo de pensar que sus muñecas  y cuello para el día de mañana tendrían igual un color morado le deba rabia, además de otras partes que no recuerda.
Se duchó sin mojar su cabello. Sus piernas temblaban.
Salió envuelta en una toalla, ignorando totalmente a Samael quien estaba apoyado en la esquina de la habitación. Buscó ropa en su armario, con la puerta abierta de este se vistió no permitiéndole ver al mayor.
- Es una estupidez que no quieras que te vea–
- Imbécil– Cerró la puerta al terminar de vestirse– tú no lo entiendes. Yo no puedo estar con dos hombres como tú con mujeres. A mi me dirán zorra, a ti te lo celebran, Samael– irritada giró los ojos– así que entre tú y yo jamás volverá a pasar nada– sentenció–
- No estoy de acuerdo completamente–
- ¿¡y por qué no!?–
-  porque es a él a quien deberías de decirle esto, no a mi– le abrió la puerta– Andando–
- Cuándo iba a olvidar todo te encontró con la profesora...–
- ¡NO! tú viste lo que querías . Te rogué para poder explicarte y no quisiste. Solo querías una excusa para dejarme. Por eso estamos aquí, Eleanor–
- ¿ahora es mi culpa?–
- Si, si me hubieras escuchado seguiríamos juntos–
- El hubiera no existe, Samael. Ya no–
- Soy inocente, ella me besó, ella me tocó ¿por qué es tan difícil creerlo? ¿Por qué soy hombre no puedo ser abusado? – reclamó–
- No, Sam. No es por eso. Solo no te creo, es todo–
- Te llevaré con ella, y te darás cuenta que todo lo que hiciste fue un error–
- No te molestes. No pelearé por un hombre ¿qué me crees? – Samael gruñó–
- Yo si estoy dispuesto a pelearte, Eleanor. –

MY DADDYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora