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Debilidades


Abro mis párpados despacio, acostumbrando mi visión a mi entorno. En cuanto distingo las sábanas y mantas que me envuelven, vienen a mi mente recuerdos de horas anteriores. Giro rápidamente para buscarlo detrás de mi, pero no está. Su espacio está vacío.

¿Estará en el baño?

Me incorporo, tapándome del frío que pronto roza mi cuerpo desnudo. Escucho atenta algún sonido provenga de allí, pero nada. Tal vez haya bajado a la cocina...

Al mirar en su lado en la mesa de noche, veo un papel apoyado en la lámpara, sospechando lo que puede significar. Que tal vez se ha ido.

Me acerco y estiro el brazo para agarrar la nota en la que leo ese sobrenombre que utiliza y me devierte;

Mexicanita: te veías tan linda y cansada que preferí no despertarte. Me hubiese gustado dormir con vos, pero no puedo quedarme. Espero no te enojes, y me llames. Un beso. B. —Leo en voz alta, sintiéndome una tonta por arruinar el momento que habíamos pasado. —Posdata: me encantó hacerte masajes, y el pago... Uff. Estoy disponible cuando quieras. —Sonrío sacudiendo la cabeza.

¿Cómo pude desbordarme de esa manera? ¿Y con él?

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¿Cómo pude desbordarme de esa manera? ¿Y con él?

Nunca tendría que haber entrado a mi Instagram. Pero claro, me ganó mi momento de valentía, lo que ocasionó me enterara de lo que luego fue la razón de mi debilidad.

Me acuesto nuevamente entre las almohadas, dejando salir un resoplido de frustración.

¿Qué otro golpe recibiré de ese par?

* * *

Llevo un rato observando mi teléfono sobre la mesita frente a mí, pensando en cómo disculparme con Beltrán, recordando la forma en que me acunó contra su cuerpo, permitiendo llorara sobre su piel hasta dormirme. Dios, ¿por qué tuve que ponerme así, y justamente estando con él?

Y no es que me arrepienta de haberle contado lo que pasó antes de llegar aquí, porque fue muy tierno en palabras y acción, demostrándome lo comprensivo y sabio que puede llegar ser. Me molesta haberme mostrado así, que viera lo roto en mí, lo que todavía Gael y Aldana consiguen sacar a pesar de esforzarme porque no duela. Pero es que enfrentarme a la nueva noticia; no fue exactamente lo que esperaba. Mucho menos que abriera más mis heridas.

Pensando en esto, es que decido tomar el aparato y llamar, no a Beltrán, sino a la persona que puede confirmarme lo que me han dicho.

Varios tonos después, su voz llena el auricular.

— ¡Ranita! ¿Cómo está mi prima hermosa favorita? —La algarabía de Víctor me hace sonreír solo un poco.

Díselo A Tu Corazón © (Libro 1) Retos Al Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora