🍁 20 🍁

280 73 108
                                    

Reencontrarnos

A medianoche el local está a rebosar. La gente, que comenzó a bailar luego de que el Dj  anunciara que la fiesta comenzaba y la música cambiara, se mueven al ritmo de canciones remixadas que no conozco pero que suenan movidas y alegres. Desde que llegamos, no hemos abandonado nuestro sitio seleccionado. Sentada en la misma butaca, con un trago de Margarita en mi mano, observo distraída a quienes me rodean.

Además de Maia y sus amigas, se nos han unido amigos de Beltrán, así como varios primos con sus parejas u otros amigos suyos. A todos fui presentada por él, y todos parecían saber quien soy yo exactamente, lo que me me sorprendió aunque no debería, ya que estoy rentando su casa.

Bromean entre ellos e incluso, llegan a incluirme haciéndome reír. Es un grupo muy divertido, y son tan respetuosos y amables, que no me siento tan fuera de lugar.

En varias ocasiones algún primo o amigo de Beltrán me ha invitado a bailar, algo que he rechazado con una sonrisa de sincera disculpa. A pesar de gustarme el ambiente y el baile, temo complicar mi mejorada lesión en el tobillo. Ellos al entender no insisten.

En cuanto a Beltrán… de vez en cuando se aleja para recorrer el lugar y cerciorarse de que todo marche bien. Y lo sé, porque cada vez que lo hace me lo comenta. Cuando se marcha, respiro profundo. Y es que su cercanía hace que mi piel se sensibilice de una forma inconcebible. Pero luego de tardar en volver, me encuentro buscándolo entre la multitud de cabezas y cuerpos moviéndose.

Esto no es correcto… para nada que lo es.

Luego del debate en mi cabeza y haciendo caso omiso a esos pensamientos en desacuerdo, decidí solo pasarla bien y dejar de ver cosas que quizás nada tienen que ver conmigo. Hacer a un lado la negatividad, al menos por este rato, después de todo, ¿qué rayos tengo para perder? ¿Acaso no es por eso que viajé tan lejos? No tengo por qué traer una y otra vez el pasado. ¿No es así?

—Estas muy pensativa. —Su voz me hace dar un respingo. Giro el rostro para mirarlo. Su mano aún sosteniendo su vaso con Sprite. Y esos iris tan oscuros, tan directos… — ¿Estás bien? —se acerca un poco más.

—Oh, sí. —Digo sonriéndole, pero por mi reacción no se convence. —Es solo que hace mucho calor. —Me escucho aclarar, cosa que no es mentira.

— ¿Querés que salgamos afuera un rato? —propone atento.

Lo pienso por un segundo. ¿Será buena idea?

No, no lo es en absoluto. Aun así…

—Me gustaría, gracias.

Asiente, y después de decirle a su amigo, o primo, ya ni sé; caminamos juntos hacia la puerta por donde entramos.

Camino con cuidado sintiendo más calor ahora con su presencia detrás.

Dios… a pesar de los aromas alrededor, el suyo parece sobresalir sobre ellos, inundando mis sentidos.

Un hombre distinto al que vimos al llegar, abre la puerta para nosotros. Este es un poco más bajo y menos musculoso. Sostiene el panel, mientras me dedica una sonrisa. Le correspondo al instante.

Una vez fuera, el viento fresco alivia mi piel acalorada. Caminamos unos pasos hasta su camioneta.

—Acá esta mejor, ¿no? –menciona apoyando su cadera allí. Su torso hacia adelante y sus brazos cruzados, marcándose debajo de su camisa.

—Sin dudas. —Avalo.

El silencio se instala por un momento, mientras las personas van y vienen caminando por la acerca, entre empujones y risas.

Díselo A Tu Corazón © (Libro 1) Retos Al Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora