🍁 41 🍁

247 73 34
                                    

Absurda


Bajo del taxi despidiéndome cordialmente del chófer que me ha traído de regreso desde la terminal. Arrastro mi maleta hasta la puerta de entrada a la casa, deteniéndome brevemente frente a esta, vacilando un poco. Estar de vuelta aquí es extraño. Una mezcla de alivio y aprensión me inundan el cuerpo, haciendo que titubee antes de poner la llave en la cerradura y abrir el panel. Pero lo hago, vencida por el frío aquí afuera más que nada.

Una vez dentro dejo las cosas cerca de la escalera, me quito los guantes, la bufanda y el abrigo, y rápidamente me acerco a la chimenea para encenderla y caliente el ambiente.

Giro sobre mis pies, parándome frente al sofá, remontándome sin más, absorbida por el recuerdo de hace trece días atrás, cuando allí Beltrán me contó sobre su vida y las dificultades que tuvieron que pasar él y Tomás, debido a las equivocaciones de su madre. Me acerco despacio, sentándome en el mismo sitio que ese día, contemplando el lugar donde él estuvo.

Cada uno de estos días pensé en ello. En él. En los difíciles momentos que pasaron. En el repentino vacío que percibí dentro de mí cuando entendí que pondríamos fin a lo que teníamos… aunque no es que hubiera existido algo en realidad.

Absurda. Así me sentí y me siento ahora volviendo a pensarlo. Porque no había nada, solo atracción. Una cruda y fuerte atracción que elegimos apagar cada que queríamos. Solo eso. Y no obstante, ese vacío sigue aquí adentro, en todas partes en realidad. Porque incluso sabiendo que era la decisión correcta, algo tiraba en lo profundo, me empujaba a correr hacia él. Sobretodo cuando estaba por irse.

Quise hacerlo, ir hacia Beltrán y que me rodeara con sus brazos. Rodearlos con los míos y besarlo con fuerza. Besarlo por ser el hombre increíble que es. Por la pena que me causó su historia, y ver en sus ojos esa angustia y arrepentimiento por cosas que no pudo controlar. Besarlo  por la admiración que creció con más intensidad en mi interior, a tal punto que creí desbordaría por mi piel.

Pero sobre todo, porque lo extrañaría. Echaría de menos nuestros instantes juntos. Nuestras conversaciones sin sentidos, y los serios. Su risa, sus bromas y que me robara carcajadas debido a ellas. Lo extrañaría, y así fue todos y cada uno de estos días lejos de aquí sin saber mucho de él. Lo extrañé de esa forma que se añora a las personas que lo son todo para uno, que han compartido contigo por mucho tiempo, cuando no es así.

¿Qué clase de locura es esta?

No tengo idea y me cansé de buscarle argumentos.

La cuestión ahora es, ¿qué hacer? ¿Qué hago a partir de este momento?

Seguir dilatando mi regreso a México es estúpido, aunque no tengo ganas sinceramente. Y no es tanto por lo ocurrido allá o a quienes me vuelva a cruzar.

Es por esta sensación inconclusa que vengo arrastrando. Como si me faltara más. Como algo importante se me estuviera escapando.

Llevo las manos a mis rostro y froto con fuerza.

—Basta, debo dejar de divagar. Me tomaré unos días más hasta saber qué rayos haré. –Determino agotada.

Subo las escaleras llevando conmigo la maleta. Una ducha caliente es lo que necesito ahora para quitarme este frío que traigo del sur del país.

* * *
         *  *  *
                    *   *   *

Algunas horas después, ya habiendo tomado la decisión, le envio un mensaje a Maia informando que ya me encuentro aquí, y si le gustaría acompañarme a hacer unas compras. Hay una cosa puntual que debo conseguir y tal vez ella sepa adónde ir para tenerlo.

Díselo A Tu Corazón © (Libro 1) Retos Al Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora