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Dulce, adictiva

Bailamos, nos divertimos, nos tentamos. En ocasiones buscando intimidad de las miradas curiosas nos alejamos para robarnos besos, y dedicarnos miradas cargadas de deseo. Eloísa, mi nueva droga, dulce y demasiado adictiva, invade sin problemas cada espacio de mi sistema, provocando que me sea difícil apartarme de las sensaciones que crecen con su compañia. Incluyendo los celos que aparecen cada vez que algún otro se le acerca para invitarla a tomar, o bailar con ella.

Por supuesto que nada hago, no tengo porqué, aunque eso no quita que quiera empujar a los boludos lejos de ella. Y más cuando se aproximan, mirándola como si ya se imaginaran encima de su cuerpo.

Tarados.

—Si tu mirada fueran balas, más de uno ya estaría pintando el piso con su sangre -Se burla Bianca pasando al lado mío detrás de la barra.

Sonrío divertido ayudándola a cargar las cervezas en el frezzer.

—Cuido de mi hermana, ¿está mal? —Respondo, y su risa se escucha igual a pesar de la música fuerte.

— ¡Sí claro! Tu hermana —Me codea.

—Y sí, ¿por quién lo decís si no?

—Dale, Be. Que somos pocos y nos conocemos mucho. —Dice volviendo a empujarme.

—No tengo idea de qué hablás —digo, acomodando las últimas botellas.

—No somos ciegos. Es obvio que entre tu inquilina y vos... —junta sus dedos índice, sonriendo sugerente.

—Son una manga de chusmas —Le digo riendo por su expresión.

Bianca ríe, mirando hacia la pista donde Maia y Eloísa bailan animadas.

—Ella tampoco se pierde de vos —comenta agarrando varios vasos para lavarlos en la bacha. —Me cae bien, harían una linda pareja.

—Eso ya es decir demasiado —repongo poniéndome con ella a lavar tambíen. —Y no empieces a decir pavadas, que también te conozco y los pajaritos románticos empiezan a volar por tu cabeza —Bromeo, aunque con cierto tono de advertencia.

—No tengo pajaritos, salieron de la jaula cuando conocí a tu amiguito y me enamoré de él —nos reímos. —Entiendo muy bien lo que querés decir, solo dije lo que pienso sobre algo que podría ser bonito en otras circunstancias.

—Bueno, agradecería que no dijeras siempre lo que pensás, aunque me agrade que seas así.

—Te gusta mucho, ¿no? —Esta vez, la miro serio, sacudiendo la cabeza. —No me dispares a mi también —se defiende ante la mirada que le dedico —, y para que sepas, a ella le gustás de la misma forma. Por mucho que intenten disimular, me di cuenta desde que los vi juntos aquella vuelta que vinieron para la inauguración.

—Claro, si sos una bruja.

Me salpica con agua. Me rio, a pesar de que la conversación me incomoda bastante.

—Cualquiera se daría cuenta —expone.

—Pasa lo que pasa. Nada más. —Declaro secando lo que lavé.

—Y está bien, hay que disfrutar... solo tené cuidado. —Su advertencia me deja quieto. Se vuelve hacia mí, mirándome con atención. —Ella es muy agradable —dice, encogiéndose de hombros. —Y aunque sos un nene grande, no me gustaría verte mal otra vez. —La quedo mirando por un momento, sabiendo bien por qué lo dice. —Sabés que a veces ciertas cosas no se pueden manejar.

—Lo sé... ya no somos pendejitos —me acerco y le aprieto el cachete. —No va a ser igual que antes, sabelo.

A las 2 de la madrugada junto a un amigo, mi primo, sus parejas, Maia y su amiga Natalie; salimos dirigiéndonos a un Burger King a unas calles del bar. Ahí entre bromas y conversaciones varias nos quedamos hasta que, satisfechos de hamburguesas y papas, decidimos irnos.

Díselo A Tu Corazón © (Libro 1) Retos Al Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora