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La verdad

La tensión de su cuerpo me detiene en seco, haciendo que el interruptor de mi cordura sea activado. Así, mi exabrupto cesa, devolviéndome la razón. Me alejo de ella de a poco, tratando de recobrar el aliento sumamente sorprendido por mi propia actitud.

La miro, su expresión consternada, sus mejillas arrebatadas, y sus labios hinchados por mis besos; provocan quiera golpearme, pero también volver a besarla. Tanta pasión es la que me despierta, que ni siquiera pensé en lo que terminé haciendo. Solo seguí mi instinto, y la avasallé. Algo que definitivamente no me enorgullece.

¿Cómo se me ocurre llegar así, y sin mediar palabra atropellarla de esta forma?

Ambos damos un paso nuevamente hacia atrás. Aunque Eloísa no logra alejarse demasiado, debido a que choca con el sofá.

Coloca sus manos en el cuello, respirando agitada.

—Perdoname, no… no debí hacer eso —Digo, respirando con dificultad. Eloísa mueve la cabeza, negando pero sin mirarme. Tocando también sus mejillas. —No tendría que haber entrado así, agarrarte de esa forma.

Sigue negando, pero esta vez sus ojos se posan en los míos.

—No… no sé qué decirte. —Admite con voz temblorosa. —Estoy… un poco confundida. No esperaba verte aquí, a esta hora… y… –No termina, aunque no necesita hacerlo, puedo leer cada emoción atravesar en su mirada.

—Disculpame. –Pongo mis manos en la cintura, apenado por mi actitud. —Tengo que ser honesto, aunque no sea una excusa valedera, lo único que puedo decirte es que no pude evitarlo. Provocás hasta lo impensable en mí.

Muerde su labio volviendo a sonrojarse.

—Yo…  –musita, girando por completo caminando hacia el interruptor de la luz; encendiéndola. — Estoy desconcertada. En los últimos días has estado un poco extraño, y de pronto llegas así… no sé qué pensar. —Asiento entendiéndola. –No me malinterpretes, no es que me debas alguna explicación. Entiendo porqué lo haz hecho. Solo… que es un poco incómodo y… —balbucea con gesto confuso.

Acorto la distancia, tomo sus manos en las mías, lo que hace deje de hablar y me mire.

—Que no tenga que darte explicaciones como decís, no significa que venga a esta hora y te acorrale de esta manera… como si tuviera derecho. No esta bien, no es propio de mí. —Determino.

—Beltrán… no te preocupes. –Me sonríe ligeramente, inclinando la cabeza hacia un lado. —No esperaba verte, eso es todo. Pero dime… ¿ha pasado alguna cosa? ¿Tomás está bien?

—Está bien. —Afirmo, acariciando su cara —Te tenía que avisar antes de venir. Pero no sé, solo me mandé y acá estoy, porque necesitaba hablar con vos de una cosa que quedó pendiente.

Ella arquea sus cejas pensativa.

— ¿Algo pendiente?

—Sí, sobre el cumpleaños de Tomi.

Al mencionarlo, su rostro cambia, y desvía la mirada.

— ¿Qué hay de eso? Te he dicho que…

—Sé lo que dijiste, y justamente de eso es que tenemos que hablar. —Aclaro con determinación. Estrecha sus ojos, mirándome fijamente. —Estos días estuve… algo distanciado de vos, lo sé. Pero eso no quiere decir que…

—Beltrán, no hace falta que digas más. Comprendo que, la presencia de Tomás aquí ha sido el motivo. Créeme, entiendo. —Me corta, haciéndose a un lado, alejándose. –Repito que no tienes que explicarme nada. No tenemos nada… excepto… esto que acaba de pasar.

Díselo A Tu Corazón © (Libro 1) Retos Al Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora