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Amiga especial



Acostado de espaldas, miro el techo mientras procuro estabilizar mi respiración. Aunque tuvimos sexo por segunda vez, todavía no me lo creo. Claro que sabía no podría aguantar sin mantener la distancia de ella. Y es que Eloísa se fue convirtiendo en mi gran tentación, una que me mantuvo expectante e inquieto. Sin embargo no creía posible pasara, ni siquiera esa fue mi intención cuando la invité a venir. Necesitaba un respiro después de los días complicados con Tomás, que anda enojado por haberlo enviado a ver a su mamá, y me pareció que podía pasarlos con ella, luego de no poder verla.

Un suspiro de su parte, hace que voltee a mirarla. La luz que se filtra desde el baño, alumbra su perfil, por lo que puedo notar tiene los párpados cerrados y el rostro relajado.

— ¿Estás bien? —Pregunto, recorriendo sus facciones con lentitud.

—Sí… —su voz es apenas un susurro. La veo sonreír un poco. — ¿Y tú? —inquiere a su vez, girando hacia mí.

—Muy bien, como si hubiera metido un gol desde mitad de la cancha —admito en tono victorioso.

Comienza a reír, y yo me deleito en ese sonido.

— ¿En serio? ¿lo has hecho alguna vez?

—No, pero debe sentirse similar —admito con gracia.

—Ja, ja, ja. ¡Eres terrible! —expresa con júbilo.

— ¿Por? Solo digo lo que siento. Lo que conseguí esta noche es más de lo creí posible. —Admito con seriedad. Su risa se apaga, no así su sonrisa que logra comience a excitarme de nuevo. —Te invité porque en serio quería pasar estos días con vos, que nos conociéramos, que nos divirtiéramos. No porque buscara algo más. —Aclaro al ver su atenta expresión.

—Y te creo, Beltrán. Has sido… muy considerado y respetuoso. —Dice volviéndose completamente. El tímido roce de su piel en mi piel, enciende mi cuerpo nuevamente. —Pero siendo sinceros, los dos sabíamos que no podíamos… aplazar lo inevitable.

—De verdad que hubiese esperado todo el tiempo que necesitaras.

—Lo sé, pero yo… No creo que me mantuviera igual. Me gustas, me haces sentir cómoda y me divierto mucho contigo. —Mira sus dedos jugar con las sábanas que cubren sus pechos. —Gracias por todo eso, no sabes lo que significa para mí en estos momentos. —Musita en voz tan baja, que si no la tuviera al lado mío, no la escucharía.

Permanezco solo mirándola, leyendo en su rostro lo que no dirá con palabras, pero intuyo tiene que ver con algo o alguien que la lastimó antes.

Llevo mis dedos a sus labios, acariciándolos con suavidad.

— ¿Entonces quiere decir, que tengo más chances de seguir goleando desde media cancha? —Bromeo queriendo relajar su expresión que perdió esa sonrisa que tanto me agrada, evitando así preguntar nada.

Y ahí regresa, junto a una risita risueña.

—No lo sé… tendría que pensarlo… —el tono suspicaz que emplea provoca quiera lanzarme sobre ella.

En cambio, muy despacio, la acerco a mi costado, haciendo a un lado las sábanas que la envuelven. Su piel se eriza, probablemente por el aire frío, por lo que con mis brazos la rodeo posicionándola encima de mí, para luego abrigarla con las mantas.

—Te voy a dar más motivos para pensar, ¿querés?

—Quiero. —Resuella cerca de mi boca.

Estiro la mano para llegar a los preservativos que busqué anteriormente, y se los entrego.

—Ahora mandás vos.

Díselo A Tu Corazón © (Libro 1) Retos Al Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora