Capitulo VII - Parte I

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Monokuma miraba a la peligra que se encontraba frente a él y había irrumpido en la entrada de la academia, traidora y mal llamada terrorista, se preparaba para administrarle un castigo a Mukuro Ikusaba.

Aunque para ello, primero habría que atraparla.

Ella solo se encontraba allí, parada mirando al Oso bicolor sin hacer ningún movimiento, en una de sus manos se encontraba una filosa barra de hierro que era la única arma de la que disponía.

Mukuro dio un paso adelante. "Abre la puerta, Junko." Ordenó con tono vacío.

"¿Eh? ¿Acaso crees que puedes dar órdenes al director?" Respondió Monokuma con su tono de voz habitual recuperado. "La respuesta es... ¡NO, señorita!"

El director de la Academia camino hacia ella a paso lento, haciendo que la Mercenaria se tensara, preparada para los clásicos ataques sorpresa de su hermana.

"¿En serio crees que abriría las puertas así como así? Eres tonta, muy tonta." Se burló el Oso, deteniéndose a un metro de la chica. "Si quieres salir de aquí, tendrás que buscar una forma por tu cuenta de hacerlo."

". . ."

"¿Qué sucede? ¿No puedes hablar porque te comiste el pepperoni de Naegi en la enfermería o qué?" Preguntó con burla ante la falta de respuesta.

Mukuro no contestó, sino que simplemente acortó la distancia entre ella y Monokuma en un abrir y cerrar de ojos, usando la barra de hierro para atravesar su estómago con una estocada certera.

Arrojo al robot a un lado con fuerza, solo para que explotara sin hacer daño a Mukuro cuando esta salto lo más que pudo hacia atrás para tomar distancia. Cuando el humo se disipo, solo los restos carbonizados de Monokuma eran visibles.

La pelinegra suspiro al ver al Oso destruido.

"Suelo morir más que Krillin, ¡Pero siempre vuelvo!" Ella escucho la voz de otro Monokuma, viendo como este salía de la nada por una de las esquinas de la habitación.

"¡Y no bajes la guardia!" Escuchó otro grito de Monokuma a sus espaldas, y esta vez la voz se aproximaba a ella a paso rápido.

Mukuro giro hacia un lado, solo para ver como uno de los robots pasaba donde su cabeza había estado momentos antes, un rastrero ataque sorpresa que hubiera acabado inmediatamente con su vida si no hubiera esquivado.

El primer Monokuma miro a su otro yo que había fallado en su ataque. "Vaya, Monokuma B, sí que eres un inútil."

"Upupupu, lo siento, Monokuma A. Sus reflejos son muy buenos." Respondió.

El llamado Monokuma A suspiro con pesar, mientras se acercaba a su gemelo y ambos miraron a la Mercenaria con una expresión en blanco.

"Junko, abre la puerta." Mukuro repitió con un tono de voz severo.

"¿Para qué quieres que se abran las puertas? ¿Sabes lo que pasa si sales de aquí, no?" Monokuma A preguntó con curiosidad.

"Upupupu, es obvio, morirán envenenados por el aire tan viciado y toxico del mundo." Monokuma B dijo con burla. "¿Por qué crees que hay un purificador de aire en la Academia, eh?"

La Mercenaria negó con la cabeza. "El aire afuera está contaminado, pero no nos matara al instante. Podemos salir."

Silencio.

Esa fue la única respuesta que la pelinegra recibió, esto hasta que ambos Monokumas frente a ella comenzaron a reír, ascendiendo desde una pequeña risa hasta las carcajadas.

Cuando finalmente se calmaron, Monokuma A le regalo una expresión burlona a la Mercenaria.

"¿En serio quieres salir? ¿Acaso tienes idea de lo que te pasara a ti si llegas a salir?"

Danganronpa Re: IFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora