Capítulo X - Parte III

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Mondo Owada maldecía en todos los tonos posibles, altos, bajos, medios y muy altos. Él siempre tenía el hábito de que cuando estaba muy, muy enojado solía perder el control, nunca pudo dominar su ira contra cualquier persona que no fuera su madre o su fallecido hermano, y eso lo había metido en un gran problema.

Tenía un botón de escape que funcionaba, podría escapar sin problemas, pero Mondo maldijo de nuevo.

¡Él no podía huir! ¿Por qué? Porque no podía dejar a todos atrás, Mondo no se sentía especialmente apegado a nadie en ese grupo de desconocidos, sin embargo, ¿Cómo podría vivir consigo mismo si supiera que para asegurar su vida tuvo que sacrificar a más de una docena de personas?

Rara vez solía pensar con más racionalidad de la necesaria, pero, incluso el conocía el valor de la vida más que nadie, las calles eran peligrosas y él había perdido grandes amigos en ella.

¿Cómo podría pensar que su vida vale más que las de todas esas personas? No, no valía más, valía lo mismo. El no huiría y dejaría a los demás morir, Mondo más que nadie sabía el lema de las calles; Vives por y para la banda.

Él no estaba con su banda, pero podía considerar a los demás estudiantes aliados, y como sus aliados él no los dejaría atrás para salvarse a sí mismo, si Mondo escapaba todos lo harían con él, y si no lo lograba se hundiría con ellos.

Su hermano siempre lo decía, "¡O jugamos todos, o pincho la pelota!", no huiría cobardemente, si no, nunca podría mirarlo a la cara, ni siquiera en la otra vida.

Y por eso maldecía, porque él quería huir, quería asegurar su supervivencia como todos en una situación parecida, pero no lo haría, se estaba arriesgando al maniobrar con su moto en espacios tan estrechos, dirigiéndose a la zona de dormitorios y esquivando o aplastando a Monokumas dispersos por el camino.

Finalmente, la entrada a la zona de los dormitorios se abrió ante él, y lo que vio en vez de darle miedo, le hirvió la sangre.

Monokumas, Monokumas y mas Monokumas, todos abalanzándose hacia sus compañeros, estos eran contenidos por Sakura Ogami y Toko Fukawa, y eran secundados por algunos otros estudiantes como Leon y Kiyotaka, no se veía como si pudieran ganar y no le extrañaba, no paraban de salir más.

Mondo apretó los dientes, guardo el Botón de escape en uno de sus bolsillos con rapidez, hirviendo de ira...

Hasta que finalmente, había perdido la razón de nuevo.

Danganronpa Re: IFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora