Cap. 32

160 23 6
                                    

Se decía que la soledad era suficiente para curar y que el tiempo lo enfriaba todo.

Pero Luo Yunxi estaba seguro de que eso no era del todo cierto. ¿Soledad? Aquí estaba, volviéndose loco, intentando no pensar en Chen Feiyu. ¿El tiempo? Hay veces que el tiempo hace que todo sea más vivo. Aviva los recuerdos.

Porque eso es lo que había pasado con él. No podía borrar su memoria. De los recuerdos se formaba las personas y Chen Feiyu ya se había convertido en parte de él. Yunxi apartó las sábanas y se levantó de la cama. Inquieto, como en los últimos días, se despertó en mitad de la noche gritando el nombre de Feiyu. Los sueños se mezclaban hasta convertirse en una pesadilla que no lo dejaba dormir.

La habitación estaba silenciosa.

Yunxi se paseó nervioso y corrió las cortinas de la ventana para mirar el cielo estrellado y la luna que parecía darle de nuevo la bienvenida.

Desde que se enteró de la verdad junto con la partida de Chen Feiyu, las noches se hicieron más largas. Bebió un poco de agua y siguió mirando el cielo.

Revivió muchas veces las escenas que habían provocado que él y Feiyu se encontraran en esta atormentada situación. Y en todas esas ocasiones no pudo superar las ganas de llorar.

Porque, bueno, eso era lo que quería hacer todo el tiempo.

Las horas pasaban y Luo Yunxi sentía que su corazón se volvía más débil. Cuando descubrió que su alma gemela estaba más cerca de lo que esperaba y que no era otro que Chen Feiyu, sintió que todo lo que había vivido con Feiyu era un engaño.

Era como si la vida, o más bien el destino, le hubiera dado una bofetada en la cara. Luo Yunxi también sintió que se abría una gran brecha que los separaba y que esta vez era irreparable.

Sólo unas horas antes se había permitido soñar a lo grande porque confiaba en Feiyu. Ciego, había confiado y se había entregado al amor con los brazos abiertos. Pero en el momento en que vio la marca en el brazo de Feiyu su mente gritó de traición y dolor.

Chen Feiyu le había hecho sentirse amado, cuidado. Lo había hecho sentir nuevas emociones hermosas y... amargas.

Feiyu era su destinado.

Su otra mitad.

La persona que lo complementaba.

Entonces... ¿Por que? ¿Cómo era posible que el hombre que le había mostrado las maravillas del amor, era el mismo hombre que había destrozado sus ilusiones?

¿Simples marcas? No, no lo eran. Chen Feiyu lo había rechazado.

Realmente no podía hablar con Feiyu. Tampoco quería que él se acercara. No quería sentir su toque, ¿no entendía que le hacía daño?

Un toque de Feiyu, incluso uno suave, lo quemaría.

Dios, Yunxi dio un paso atrás y salió del tráiler de Feiyu. Una vez fuera, corrió hasta que le fallaron las piernas. Su asistente lo encontró respirando con dificultad, agotado. No recordaba bien cómo había llegado a la habitación del hotel. Sólo sabía que la asistente se había excusado ante el director, mintiéndole que no se sentía lo suficientemente bien como para continuar.

No era del todo una mentira.

La mujer se quedó con él toda la noche sin preguntarle qué le pasaba. Simplemente no podía mantener la compostura. Luo Yunxi se dejó caer en la cama y se desahogó hasta quedarse dormido por el cansancio y el dolor.

La mañana llegó demasiado temprano para su gusto. Su asistente le trajo el desayuno y le pidió que se diera un baño. Una ducha para relajar su cuerpo y despejar su mente.

DOS ALMAS [CHEN FEIYU/LUO YUNXI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora