Cap. 28

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La vida estaba llena de costumbres. La costumbre de las almas gemelas era para cada persona única e irrepetible.

Era una cuestión de entablar una conversación con la persona destinada a través de los marcadores y luego conocerse mutuamente. Ese era el orden a seguir aunque no se dijera en voz alta. Sí, era cierto que muy pocos cambiaban esa fórmula y otros, más rebeldes, cuestionaban no tener libre albedrío para elegir enamorarse.

Para los que creían que el destino era injusto con ellos, estaba Chen Feiyu, de 19 años. Como una persona joven que tenía toda la vida por vivir, cuestionó todo esto con un ojo muy crítico. ¿Por qué debía seguir estas reglas? Sí, sus padres tuvieron un final feliz. También su hermano. ¿Entonces qué? ¿Él correría con la misma suerte? 

Era una visión determinista.

Una perfecta melodía.

Demasiado bueno para ser cierto.

Su hermano mayor era muy reacio a sus pensamientos. 

— Feiyu, ¿crees que eres el único que tiene miedo?

— ¡No tengo miedo! 

— ¿No? Mira... ¿Crees que estas estúpidas cosas son la solución? — mostró un marcador de alma gemela—. No lo es. Es sólo un puente para ayudarnos, pero tener un alma destinada es un gran desafío una vez que están juntos. ¿No lo ves, Feiyu? Es encontrarse en medio de un camino y a partir de ahí, dejar de estar solo.

Feiyu no quería entender. Se cerró a la idea. No quería depender de un amor. No quería necesitar a la otra persona. ¿Por qué su hermano no le entendía?

—Son puras excusas. ¿La mitad del otro? ¿Quieres decir que no soy nada, nadie, sin la otra persona?

Su hermano mayor suspiró. Los gritos de Chen Feiyu habían asustado a sus padres, que se acercaron a ver qué pasaba con sus hijos. Presenciaron en silencio la conversación.

—¿Por qué no abres tu mente? Feiyu... tener un alma gemela no es ser egoísta. No es manipular y dominar a la otra persona. — esbozó una sonrisa sincera para su ingenuo hermanito—. Porque en realidad... Las almas gemelas son espíritus que vibran en la misma sintonía. 

Chen Feiyu quería irse. No quería escuchar más el sermón. Caminó hacia la puerta pero su hermano mayor llegó antes que él, bloqueando su salida. 

Feiyu quería felicitarlo, su hermano conocía sus reacciones muy bien. 

—Quítate de mi camino. 

—Lo haré. Pero antes que te vayas quiero- 

—¡No! No importa lo que digas. ¡Ya no soy un niño!

Su hermano sacudió su cabeza, resignado. Tomando valor le dijo a Feiyu: 

—Nunca digas cosas de las que te puedas arrepentir después. 

Chen Feiyu repasó en su mente las palabras de su hermano. Era imposible ignorarlo. Feiyu recordó la mirada de su hermano y solo pudo ver tristeza y compasión.

Ahora, quería decirle que estaba equivocado. Ahora, quería decirle que realmente había aprendido a valorar sus palabras. Porque todo lo que había pensado desapareció en un instante delante de sus ojos.

En estos momentos, Feiyu había encontrado otro espíritu afín que vibraba con él.

Era Luo Yunxi.

Sus dos almas, juntas, producían los mejores acordes. Como una melodía... como una canción de amor que se mantenía intacta en el tiempo. Era recíproco, alimentándolos con un amor libre.

El corazón siempre había hablado, pero Feiyu no lo escuchó....

Pero no era el único que había enviado señales. Su piel, el contacto con Yunxi... no era simple atracción.

El destino tejió una maravillosa oportunidad de encontrarse.

Cruel, para Chen Feiyu. Quien no había aceptado su plan desde un comienzo.

Luo Yunxi...

Yunxi... era la persona que había visto sus mas profundas emociones.

Yunxi... era el sol. Su sol personal. Él era la luz que disipaba sus días oscuros.

***

Mientras Chen Feiyu se revolcaba en su miseria, un golpe en la puerta interrumpió sus caóticos pensamientos.

Salió del nido que había formado en la cama y fue a abrir la puerta. Su manager y el guardaespaldas le traían el desayuno. Se alarmaron al ver la palidez en la cara de Feiyu, las pronunciadas ojeras, los ojos rojos y la incipiente sombra de la barba. Chen Feiyu era un desastre.

Dejaron las cajas con comida y las bebidas medicinales sobre la mesa mientras Feiyu volvía a la cama. Como el cobarde que era, había tomado el camino más fácil. Se tomó el día libre con la pobre excusa de un dolor de estómago. Su petición de faltar un día fue aceptada.

Sólo quería desaparecer del mundo.

Cerró los ojos por un momento y la simple acción le dolió. Toda la noche llorando. Sus lágrimas se habían secado. 

Su teléfono comenzó a vibrar con la llegada de mensajes.

Yunxi... Su amante, su novio... No había tenido noticias de Chen Feiyu más que de sus empleados. No quiso contestar, porque Dios... sólo con ver el nombre en la pantalla del teléfono se rompería una vez más.

Sus empleados le dijeron dos palabras y Feiyu tomó aire y trató de recuperar la compostura. No quería volver a derrumbarse delante de ellos. Sabía que si les daba una razón más, llamarían inmediatamente a su familia.

Tenía que ser práctico.

Les dio respuestas directas y les pidió que le dejaran descansar. Sabían que mentía sobre su malestar pero nunca se lo dirían. Cuando escuchó la puerta, se preparó para llorar a solas. Abrió los mensajes y los leyó.

Feiyu, ¿estás bien?

Todos te mandan saludos.

 ¿Me esperarás esta noche?

Chen Feiyu se quedó helado con el último mensaje. Sintió que el aire de sus pulmones fue sacado de golpe. Qué idiota. Por supuesto que Yunxi vendría. ¿Él no lo había hecho muchas veces? Pero... ¿Cómo iba a mirarlo la cara?

Feiyu respiró lentamente.

Le escribió una respuesta con dedos temblorosos. 

Sabía que tenía que estar preparado.

Se sonó la nariz, y se levantó para ir a lavarse la cara. Mirándose en el espejo, dudo de la valentía que sostenía sus emociones y todavía lo mantenía en pie.

No-

No se merecía a Luo Yunxi. 

Feiyu se había burlado de él, le hizo daño.

¿Le diría la verdad?

¿Sería capaz de soportar las consecuencias?

Podía perderlo.

Pero eso lo averiguaría más tarde.

DOS ALMAS [CHEN FEIYU/LUO YUNXI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora