CAPÍTULO 20-(+18) Rendido

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Cuando me desperté lo primero que vi fue a Rusia curando mis heridas... No recordaba muy bien lo que había pasado, solo recordaba a Bolivia, y el dolor. Rememorar todo solo me hacía sentir peor, me dio pánico y llore, grite desesperado, arañe la colcha y lancé patadas al aire, Rusia intento tranquilizarme, pero era imposible, quería salvarme a mi mismo de algo, no sé muy bien de qué, pero mi cuerpo reaccionó como pudo a pesar de tenerlo débil; no estaba pensando con claridad, pensé que mi corazón iba a detenerse durante un segundo, y él me abrazo en un acto desesperado por tranquilizarme y para suerte de ambos funcionó.

-Tranquilo, ya estás bien-susurro con tono neutro intentando calmarme, y cuando por fin pude entrar en razón ninguno mencionó el gesto tan incómodo.

- ¿Qué... paso? -pregunté aún confundido.

-No importa, estás bien, eso es todo-puso su mano en mi frente para comprobar si tenía fiebre y luego salió de la habitación, luego volvió con algunas mantas y me las colocó encima, me dio algo de comida y volvió a comprobar si tenía fiebre, por un segundo pensé que él se compadeció de mí, pero tan pronto esa idea cruzó mi mente él habló con firmeza-. No te confundas, no pretendo ser amable, solo estoy cuidando de ti como cuidaría a alguien de mi familia, porque sino te dejaría morir.

Sus palabras no me sorprendieron, hace ya días, o semanas me había preparado mentalmente para el día en que me tocará morir, no importaba cuando, si hoy o mañana, o si fuera en un mes, había aceptado esa posibilidad y ya no me molestaba... Me reconfortaba las cosas buenas que había hecho, y no pensaba mucho en las cosas que tenía que hacer aún, porque si lo hacía era posible que hiciera una locura.

Esa misma tarde Rusia salió de casa, era una oportunidad perfecta para escapar, lo pensé mucho, salí del cuarto de Rusia e intenté hacer un pequeño plan para poder huir, pero según lo poco que me había contado era un intento inútil, aún así miré mis opciones, pensé en llamar a alguien, pero me dio pánico pensar que quizás podrían estar escuchando las llamadas. Cuando se hizo tarde me moví un poco por los pasillos de la casa, intentando regresar a la habitación (lugar donde había estado descansando) apoyando mi cuerpo en las paredes, pero me congelé de repente cuando escuche la puerta principal abriéndose. Entre en pánico- ¡Si me encontraban fuera del cuarto estaría en problemas!- pensé.

- ¡Maldición! - escuché un grito estridente y lleno de rabia, luego el sonido de una botella rompiéndose contra el suelo y de nuevo otro grito- ¡Haaag! - gritaba, y yo con miedo instintivo aumenté mis pasos con dirección a la habitación.

-Si me atrapa va a matarme-pensé, pero hubo un sonido estridente y seco, como un sonido de golpe contra la pared, y luego hubo silencio absoluto; solo escuchaba los latidos de mi corazón palpitando con fuerza por la adrenalina y mi respiración agitada que intentaba calmar para intentar escuchar hasta los más pequeños sonidos, pero nada, me preocupé inconscientemente ¿Qué había pasado? Con temblores en el cuerpo me acerqué al recibidor y vi a Rusia llorando en el sillón, sentí compasión de su estado ¿Por qué? Los recuerdos del pasado. Nuestras miradas se encontraron y yo me estremecí asustado por las consecuencias de mi curiosidad.

-Sé que estás ahí, ven aquí-dijo como una orden y me dieron escalofríos, pensé que tan pronto como estuviera cerca me tiraría al suelo y me empezaría a asfixiar para luego patear mi cadáver. La atmósfera era lúgubre, y las luces apagadas por completo no ayudaban en lo absoluto- ¡Ven aquí! – alzó más la voz y me acerqué lentamente a él buscando alguna opción para escapar, pero no había nada; cuando estuve parado en frente suya él me jalo e hizo que me sentara a su lado, me sentía como una presa, me miró mientras suspiraba y luego dirigía su atención alrededor, mis ojos que ya estaban acostumbrados a la oscuridad hicieron que noté sus ojos llorosos y un moretón en su rostro...

Perú, la potenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora