CAPÍTULO 26- ¿Soy yo?

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Entonces aquí acabé de nuevo, en una cama, con las piernas temblando y lágrimas queriendo salir, pero con una sonrisa. Ni siquiera yo me entiendo, hay algo que está mal, pero no logro comprender que es, al menos no por completo. Yo podría acabar con esto en cualquier momento y no lo hago, la libertad que tanto rogué en su momento ya la tengo, pero ahora por mi propio pie elijo quedarme aquí al lado de este hombre.

-Mi amor-le susurro, y se me eriza la piel cuando veo que se mueve aún dormido, abrazado a mí. Rusia ¿Qué me has hecho?

Voy a todos lados contigo, soy amable contigo, te sonrió y aun así, aunque puedo admitir que una que otra vez me he reído con sinceridad, lo que siento luego de eso es doloroso y vacío, ya no recuerdo bien como era ser yo antes de estar contigo y sé que eso no está bien, pero si admito que tengo un problema voy a tener que alejarte... No quiero hacerlo, cuando me acaricias puedo sentir tu amor, quiero intentar cubrir todo el dolor con eso, quiero intentar olvidar todo lo demás contigo y con nadie más, me siento solo e indefenso sin ti a mi lado, te necesito incluso ahora cuando quiero llorar, y lloro aprovechando que estás profundamente dormido porque no quiero que te des cuenta de que tenemos un problema, los dos, porque también he notado ese apego enfermizo de tu parte hacia mí, y me es tan familiar... Entonces lloro, lloro y lloro dejando salir todo lo que no pude soltar en todo el día o en toda la semana, pero no es suficiente porque la triste realidad es que no me había estado guardando esto cuando empezamos a salir, sino que desde mucho antes, desde tanto tiempo antes que había olvidado que estaba vivo también y que tenía derecho a llorar alguna vez.

Así que si esto continua, y nos hace mal a ambos, a ti y a mi Rusia, podemos irnos juntos, o uno de nosotros se irá...

En ese momento tú te despiertas y con cariño me abrazas, me besas, me sonríes y juegas conmigo mientras te observo con una sonrisa igual de amplia intentando disfrutar todo lo que pueda este momento. De verdad aprecio cada vez que te veo sonreír, como alguna vez pude decir, era difícil ver ese lado tuyo y cuando finalmente pude verlo fue maravilloso. Y cuando entrelazamos nuestras manos, se siente tan raro en el buen sentido cuando veo nuestros anillos puestos, me hace tan feliz que solo quiero besarte una y otra vez.... En retrospectiva nunca lo hubiera hecho, pero "wow"- dije, tengo una hermosa vida ahora que me voy a casar contigo.

Entonces unos malos pensamientos vienen a mí...

No puedo disfrutar mi vida siendo yo, la gente jamás va a aceptar que estemos juntos, como mis amigos más cercanos no lo aceptaron, y tampoco mi familia. De qué sirve el tan hiriente amor que le tengo si nadie más va a ser feliz. De qué sirve tanta felicidad si estoy sufriendo por dentro. Solo aguanto para que él no se preocupe, porque es lo único bueno. Porque él me ama ¿Cierto? ¡¿Cierto?! ¡Es la verdad! ¡Tengo que afrontarlo de una vez! Pero no puedo, es demasiado. Nunca he podido con nada de esto, ¿o sí? Ya no lo sé. Solo quiero escapar.

Y salí corriendo de la cama, me encerré en el baño de la habitación en un intento por no tener que afrontar lo que estuviera afuera, pero Rusia toco la puerta, primero con delicadeza, luego con fuerza, entendía la razón, pero me daba más y más miedo está situación. Él ya había quitado todos los objetos filosos del baño por un accidente ocurrido tan solo unos días antes, pero era obvio que tendría miedo por lo que podría pasar si no me sacaba de ese cuarto, pero... ¿Qué podía hacer? No quería hablar con él. No quería hablar con nadie.

-¡Déjame! ¡Déjame!- le grité varias veces mientras cubría mis oídos. Y es que en ese punto era más fácil escapar de todo así... Con la muerte. Mire alrededor... No hay nada, nada con lo que acabar mi vida, y aunque sé que Rusia está hablando a través de la puerta con gritos y suplicas, es algo que no escucho. Pienso en él, en el tiempo ¿Cuánto tiempo estuve pensando en esto? De repente la idea de acabar con mi vida se cruzó por mi mente y simplemente le hice caso, y Rusia... No quería dejarlo solo.

¿Entonces?... Abro la puerta, mi cuerpo tiembla de forma inconsciente al sentir la presencia de mi prometido ahí. Espero un golpe, pero no llega, y es que nunca lo hace, ya no, pero aún pareciera que sí, y por eso lo espero. Ambos lloramos, nos abrazamos, él me promete que me va a hacer feliz y alzo la mirada para que pueda ver como lentamente puedo formular una sonrisa en mi rostro, pero luego cuando escondo mi rostro en su pecho, ya no lloro, solo sufro...

El día en que casi acabe con mi vida fue definitivamente muy duro, no solo para mí, sino que también para mi entorno y mi relación, pero días después llegaron mis amigos y a pesar de todo me alegre de verlos, aunque sus palabras no fueran de aliento, y es que ellos no tienen como saber lo que sufrí y como me siento con ello. Cuando me ofrecieron ayuda casi que les dije que sí, pero me aferre a Rusia, no sé si por orgullo de no querer admitir mis errores o si por algo más que no llego a entender, y es que fue bonito ver un vestigio de mi antiguo ser en esa plática. Fue como un brillo de esperanza y una confirmación quizás buena o mala de que sigo siendo yo.

Debería alegrarme por mi hogar, estoy al lado de una persona a la cual amo con todo mi ser, que me da mucho amor y que me cuida quizás demasiado, pero al final, cuando no me siento bien, cuando siento que mi mundo se cae a pedazos puedo tener la certeza de que va a estar ahí, cuando ya no aguanto más puedo sentir confort en sus brazos, cuando lloro, cuando rio, cuando tiemblo, o cuando lo hacemos.

Perú, la potenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora