CAPÍTULO 19- Cuidándolo

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Cuando me encargaron a Perú lo primero que hice fue desquitarme con él, tenía la oportunidad de quitarme de encima todas mis preocupaciones con alguien que odio. Lo golpeé, lo hice llorar e intenté quebrarlo; fingía que olvidaba darle de comer y pronto se enfermó, tenía heridas, algunas infectadas, algunas peores que el día anterior, así que empecé a cuidarlo mejor, no quería que muriera a mi cuidado, porque paso de verse como una amenaza a un animal atropellado, y yo no era tan cruel ni tan sínico como para matar a alguien. Y así paso un mes... Las noticias siguen escandalizadas por la desaparición de Perú, Argentina ha movido gente para proteger sus fronteras, y EE. UU.... Aunque he querido no he podido hablar con él por el miedo a que sospechen de alguna manera acerca de nuestra relación y la complicidad que teníamos, porque él nunca estuvo involucrado en este plan, pero su imagen esta siendo ensuciada y la gente no sabe qué pensar, la gente está divida en opiniones con respecto a él.

-Perú, te traje comida-. Entré con cuidado y lo vi como siempre sentado en la esquina de la habitación, temblando, cubierto con una pila de mantas.

Al principio lo tenía amarrado en una silla, pero cuando se enfermó no me quedó de otra que ponerle un colchón y unas mantas para que descanse, de todos modos sabía que no podía escapar, estaba muy débil para siquiera pensarlo-¿Te gusta la sopa?-. No dijo nada, aunque tampoco esperaba que lo hiciera, solo me acerqué con cuidado y me senté a su lado para darle de comer. Era algo vergonzoso que no me gustaba hacer, pero si no lo hacía él no comía nada, e incluso así tenía que forzarlo porque también podía morir de inanición-. Anda, come.

-D-déjame ir, por favor...-dijo con la voz temblorosa. Me dio rabia escuchar eso porque pensé que hace mucho ya se había rendido, pero no hice nada aparte de meter un poco de sopa en su boca.

-Si te dejo ir vas a atacarme, vas a declararme la guerra... Y luego qué; ya no hay vuelta atrás Perú, en el momento que llegaste aquí dejaste de ser importante, solo intenta sobrevivir un poco más o vas a condenar a la gente de tu territorio, si mueres recuerda que esa gente podría morir igual.

-T-te prometo que no diré nada, s-solo quiero volver a mi casa-sollozó- Q-quiero irme, tengo mucho que hacer aún, no quiero morir... Quiero volver con USA- susurraba entre llantos y gimoteos que solo lo hacían ver aun más patético.

Me dio algo de pena verlo sufrir por volver con alguien que no lo amaba realmente, y medité unos segundos si sería lo mejor decirle la verdad, quizás finalmente se rendiría si se lo decía, de todos modos era mejor que ya no tuviera ni las ganas, ni el valor de acercarse a USA. Tenía que hacerle saber que no quedaba nada allí afuera para él.

-USA no te ama Perú... Todo este tiempo estuvo enviándome información sobre ti-le di un poco más de comida-, deberías dejar de llorar por él, nadie nunca te amo, y menos él.

Su mirada de repente se cruzo con la mía, y pude ver el dolor en sus ojos, era algo que ya había visto varias veces durante nuestro tiempo juntos, claro, era lo normal, el saber la verdad de todo solo le podía generar dolor, pero era mejor que mentirle. Al final solo tenía a Perú llorando y chillando porque todo en lo que había puesto su confianza lo estaba apuñalando por la espalda.

-Por qué...-. Me miró-¿Por qué todos me hacen lo mismo?... Ya no puedo confiar en nadie, ya no puedo confiar en nadie, nunca he podido hacerlo-se repetía mientras se arañaba el cuerpo, no lo detuve-, y estoy aquí encerrado, y nadie va a ayudarme, ¡Por qué no solo me matas de una vez! , estoy cansado de ser yo... Mátame Rusia, solo hazlo y podremos dejar nuestro odio...

-Perú, si hubiera querido hubiera tomado un arma y te hubiera disparado, pero no lo he hecho porque a pesar de que te odio... Aún siento un mínimo de respeto por ti y pienso que debes morir de otro modo, quizás pienses que no tengo ideales, pero si conservo algunos... Y no vas a morir de una forma tan patética como esa, y yo no pienso cargar con la culpa de matarte.

Perú, la potenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora