34.

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—Bueno, dijiste que tenías novio, ¿cuándo se supone que vayas a traerlo a la casa?

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—Bueno, dijiste que tenías novio, ¿cuándo se supone que vayas a traerlo a la casa?

El rubio puso los ojos en blanco, mirando a su madre con cierto desagrado.

—Todavía no es mi novio —admitió, recordando a TaeHyung antes de mover uno de los tantos palos de hierro de los diez que llevaba cerca suyo. La pelota corrió a la distancia, alejándose de los familiares que estaban allí. Su padre no estaba por permanecer en su empresa, decía que tenía trabajo que hacer y que el fin de semana se tomaría los próximos siete días para que al igual que él, todos hicieran lo mismo y pudieran disfrutar un buen tiempo en familia. Con eso la pregunta de su madre, ya que quería ver al muchacho del que tanto hablaba JiMin, o bueno, JiMin casi no le decía nada, pero ella sabía que era importante por la forma en cómo miraba constantemente el celular algunas veces en las que el rubio pasaba por su casa. Además de que si le había comentado que estaba interesado en alguien más.

—¿Y qué esperas para pedirle que lo sea?

—Tsk, no sé, más tiempo.

Ella agarró otro palo, mirando el firmamento y la tierra larga y extensa de color verde. JiMin se alejó para que no le diera con el mismo en la cara. Lo último que quería era tener el rostro hecho mierda.

—¿Para conocerse? ¿Cuántas veces lo ves?

—Tsk, tanto que pregunta —susurró para él mismo, viendo que ella lanzaba la pelota inclusive más lejos que la suya. Qué mierda, en todo era buena su progenitora—. Bueno, lo veo por las tardes algunos días, no he ido hace como tres.

Los dos tomaron sus cosas cuando la pelota de su mamá se quedó quieta en la tierra cubierta de césped bien cortado. Caminaron cuesta abajo. Eso le molestaba en el golf. Eran sitios grandes y largos, además de que siempre hacía calor. La mujer, que también se había teñido sus hebras de oro, le observó con una sonrisa.

—Bueno, entonces invítalo con nosotros para que pase así la semana. ¿Él trabaja o algo?

JiMin arqueó una ceja.

—No, todavía. Estaba pensando en que si seguíamos juntos podía darle empleo en mi empresa —comentó repleto de seriedad. La verdad es que sí veía un futuro con él, esperaba no equivocarse—. Y no, no quiero que vaya a la dichosa semana familiar de todos los meses.

—JiMin, no empieces.

—¿Cómo me pides que no? Cada vez están los insoportables de mis primos. No hay quien los soporte. Ni siquiera la tía los quiere y por eso quiso darlos en adopción y nadie los acogió así que se tuvo que quedar con ellos.

La mujer se detuvo, mirándole molesta.

—Por Dios, cuida tus palabras, yo no te crié así de venenoso —espetó.

—Sabes que es la verdad, es un secreto que todos se saben.

—Son buenas personas.

—Son envidiosos y estúpidos, no quiero ni siquiera ir. Lo hago porque mi padre nunca está y siempre paso un buen momento con él y contigo, de ahí para allá, ni siquiera quiero verle las caras a esa gente. ¿O no recuerdas cuando papá estaba enfermo y lo primero que hicieron fue llamar a un abogado para saber si él había hecho un testamento donde ellos estuvieran? Por Dios mamá, recuerda y comprende. Son sanguijuelas.

Anormal [KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora