19.

4K 617 227
                                    

—No, vayan a su casa ahora mismo. Pero, tengan en cuenta que tanto JeongGuk como yo, haremos todo lo que esté en nuestras manos para que se queden con nosotros y que podamos tener su custodia, ¿comprenden? No le digan ni mencionen nada de esto en su casa, ni siquiera lo piensen. Sólo necesitamos mucho tiempo, por favor, sí pueden hacerlo.

Los niños dudaron, pero no dudaron en hacerle caso al mayor de ellos. YoonGi no mentía, los iba a sacar de esa maldita casa. Ellos, que ya habían comido, se tuvieron que ir sin querer hacerlo en verdad. El omega les vio irse, con el corazón apretado en su pecho, doliendo. Sabía cómo era la violencia que ejercía el alfa en aquella casa. Era horrible y asfixiante como ninguna. Cuando ya no les vio, se echó un respiro hondo, buscando calmar tantas sensaciones de furia y odio que se habían reunido dentro suyo. Cerró la puerta, girándose. Bien, JeongGuk no estaba allí.

Dio par de pasos, deteniéndose. No se había dado cuenta, pero ahora sí. El aroma suave de durazno estaba allí. Sonrió sin siquiera saberlo, relajándose. El olor de JeongGuk le gustaba. Eran ya las siete de la noche. Se apresuró a irse al cuarto. Sabía que su esposo ya estaba bañado. Cuando abrió la puerta, le vio con sus ojos pegados a las noticias, colocándose una camisa para dormir. Luego, este le miró, sentándose en la cama.

—JeongGuk, gracias, gracias —dijo, acercándose y tomando sus manos para darle besos. El alfa se sonrojó—. No sabría qué hacer sin ti.

—N-no es nada, YoonGi. Eres mi esposo, quiero verte bien, y eso incluye a tus hermanos. Quien sabe cuánto tienen que sufrir estando allá encerrados.

—Me alegra que comprendas, eso allá es un asco —dijo, volviendo a besar sus manos—. Espero que se pueda hacer lo que dijiste, no quiero que ella les haga algo malo, a pesar de todo el odio que les tuve, son hermanos míos, y los defenderé con mi vida si es necesario.

JeongGuk le observó embobado, para luego sentir que su corazón se aceleraba con esas palabras tan bonitas. Eran dignas de esa personalidad de YoonGi, tan suelta y liberal. El omega le contempló. Había sido tan afortunado de que alguien como JeongGuk se hubiese fijado en él. Se acercó cuidadoso, tomando su rostro y lo movió cerca del suyo. El otro se sorprendió.

—Y-YoonGi, no.

—JeongGuk, quiero hacerlo. Déjame besarte.

—No, no quiero que lo hagas sólo porque estás agradecido por lo que te dije. Es tu familia, siempre debes protegerla, no hay problema para mi que lo hagas, y ayudarte en el proceso no me produce molestia alguna. Me dijiste que te diera tiempo, no algo como esto.

El omega mantuvo el silencio, alejándose. Sí, era cierto. Lo único que haría sería ilusionar a JeongGuk con cosas que eran posibles que no sucedieran. Él no estaba para enamorarse. Esas cosas no iban con él.

—Pero un beso no tiene que significar amor, JeongGuk. Te puedo dar un beso de agradecimiento, no hay nada malo.

El otro negó, y como no quiso, YoonGi no pudo hacerlo. No sería tan idiota para darse cuenta que no tenía el consentimiento del otro. Suspiró.

—Ya, me iré a bañar.

Se alzó, yéndose de ahí antes de que pudiera decir algo. JeongGuk estaba en buena posición, una razonable, una lógica, donde iba conociendo las cosas que iban, y las que no, para la relación tan extraña que tenían. Mientras aquello se diera, supo que cualquier decisión que no se viese normal en su parte, era posible que su esposo la negara. O podría ser que sólo estaba en la búsqueda de su propia protección mediante el rechazo de cosas como aquella.

Se bañó durante varios minutos, saliendo poco después y se colocó la ropa. Se fue hasta su habitación, viendo a JeongGuk allí, leyendo el libro de todas las noches con el sonido del televisor haciéndole compañía. YoonGi se acostó, arropándose.

Anormal [KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora