17.

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Tercera semana del segundo mes de casados.


No era que lo conociera bien, claro estaba. YoonGi al final de cuentas llevaba sólo dos meses de casados con un chico que era torpe, asustadizo y algo loco. Sin embargo, la rutina ya les había consumido, y hacía lo mismo de siempre sin algún reproche. No estaba molesto, varias veces antes, en casa de sus padres, estaba de forma agotadora trabajando. Debía decir que se sentía afortunado de que no tuviese que hacer mucho. Claro.

Más que velar por su esposo. ¡Y no! Aunque su costumbre era pelear, no lo hacía esta vez con mala forma. Ni le miraba con odio, ni enojo. Jeon era un buen muchacho que solamente quería encajar con los demás. Eso podía ser capaz de comprenderlo, a pesar de todo, eran humanos con un raciocinio que debía ser respectivo para su edad, lógico para el momento que pasaban. Su deber, a pesar de lo machista que sonara, y de lo anticuado que era debido a que fueron tiempos de antaño a los que se podía referir y que en la actualidad con su situación podría ser visto de mala manera en la mayoría de la sociedad, porque habían cambiado de pensamiento, y aquello resultaba ser bastante normal con las diversas generaciones, era cuidarlo.

No se negaba de ninguna forma a hacerle la comida cuando viniera del trabajo todas las tardes, ni a levantarse para que se fuera bien y que no se durmiera por el camino. No veía mal esperarlo para comer, ni limpiar la casa una y otra vez, ni echar a la lavadora su ropa, ni darle masajes cuando lo requería. En serio, no veía nada de anticuado de cuidarlo como su esposo y hacer cosas de la casa, que muchas veces con los omegas era mal visto debido a que era signo de tiempos donde la ignorancia abundaba.

JeongGuk no merecería otro trato. Le había sacado de su maldita casa, lo trataba bien, le compraba todo lo que quería, le permitía salir donde quisiera, a fiestas, a discotecas. Incluso le soportaba sus berrinches y peleas tontas que con cualquier otro alfa normal no hubiese pasado. Entonces, no consideraba mal que entonces, él decidiera tomar el papel de mujer atada a un hombre como en los tiempos de antes. El matrimonio, al final de cuentas, no era por simple amor como lo pintaban los romances. El matrimonio era una construcción social donde ambas partes salían beneficiadas y ése era el propósito. Así que, no se molestaba por ello. Él daba la atención necesaria para JeongGuk, mientras que él alfa lo mantenía.

Lo que sí lo molestaba, era la reciente actitud que JeongGuk estaba tomando a su lado. Había estado sucediendo de forma consecutiva, después de la primera vez que en serio se pudo concluir lo que era una verdadera relación sexual, porque hubo un coito anal, hubo éxtasis y clímax por ambas partes. El omega le había visto distante luego de ello, ¡y venga! Sabiéndose de lo sensibles que son al respecto ese tipo de alfas, se dijo que eso se le iba a pasar con un poco de tiempo, pero no, no había pasado aún, y lo que la pareció normal en su mente, comenzó a señalar que algo no iba bien y sus acciones se tergiversaron a un mal modo que le hacía ser minucioso en cuanto los dos estaban juntos en un mismo espacio.

JeongGuk le estaba evitando, no era tan estúpido como para no darse cuenta. El alfa procuraba comer rápido, sin hablar, o habían veces que decía no tener hambre para irse directo a la habitación. Dormía lo más alejado de él, e incluso se levantaba antes de que él pudiera hacerlo para decirle que debía ir al trabajo. Esas actitudes, donde intentaba acercarse, y terminaba alejado, le estaban causando una irritación increíble. Agradecía a la naturaleza no tener celos, porque a pesar de ello, seguía estando caliente como una jodida perra porque ya había podido saborear lo que una vez intentó con sus dedos, y que resultó ser un fracaso al quedarse con las ganas plasmadas en sus ojos. Y quería más.

Anormal [KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora