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Y con el paso del tiempo, JeongGuk fue más abierto en recibir medicamentos y ayuda, ayuda que se les había olvidado en un principio, claro, YoonGi había estado empeñado en hacerle recordar todo lo que habían vivido juntos y no había encontrado una...

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Y con el paso del tiempo, JeongGuk fue más abierto en recibir medicamentos y ayuda, ayuda que se les había olvidado en un principio, claro, YoonGi había estado empeñado en hacerle recordar todo lo que habían vivido juntos y no había encontrado una buena forma de hacerlo, por ello incluso había provocado que el alfa fuese serio y estricto con él. Sin embargo, ahora el cuento era distinto. JeongGuk había estado teniendo uno que otro dolor de cabeza y unos mareos, claro, no eran tan fuertes ni asustaban a alguno de los dos, pero la cosa estaba yendo lo suficientemente bien como para que ya recordara sucesos que habían sido importantes, como el hecho ocurrido en el hotel aquella vez, donde habían tenido que dejar su desayuno tirado por la pelea y el hombre loco que les quiso golpear, o como aquella ocasión donde tuvieron relaciones por primera vez.

Era... bonito.

Entonces no bastó mucho para que, aquel día, luego de casi un mes y medio, los ojos de JeongGuk tomaran un brillo que antes siempre habían estado allí. Se sentó con suavidad en la cama, estirando sus brazos con fuerza y miró para el lado donde YoonGi se suponía que estuviese durmiendo. Era un sábado, eso era bueno, se dijo. Le gustaban los sábados, sin embargo no le gustaban cuando el omega no estaba a su lado. Con cuidado se levantó, sintiendo el frío piso de la mañana y se acercó a la puerta con los ojos hinchados y el pelo convertido en una maraña. Observó a todos lados, dándose cuenta de que el pálido subía las escaleras. Una sonrisa nació en sus labios y esperó a que le viera. Subía con el desayuno. Este pronto se dio cuenta que estaba allí.

—Hombre, vuelve a la cama, ¿qué haces despierto tan temprano?

—YoonGi, omega —susurró con una suave sonrisa antes de pronunciar con dulzura—. Recuerdo todo.

El omega sintió sus manos temblar y sin querer se le cayó la bandeja de las mismas, así que comenzó a intentar recogerlo. Sus ojos se cristalizaron con rapidez, pero cuando se dio cuenta ya el castaño estaba a su lado, ayudando a recoger lo que se le había caído. Sin importar los pedacitos de vidrio en el piso se abalanzó a abrazarlo, con fuerza. El otro sonrió, sintiendo sus mejillas ponerse ardientes, no obstante se mantuvo buscando que no le pasara nada malo.

—P-pensé que nunca... nunca más... Podría verte así —murmuró con los ojos encendidos en lágrimas. Aquello le emocionaba, a la vez le dolía, ya se había acostumbrado a la situación.

JeongGuk le tomó con precaución, con los ojitos buscando que su pareja no tuviese ningún daño en su cuerpo. Se alejaron un poco de allí y YoonGi le llenó la cara de besos, algo que le hizo reír con vergüenza. Su omega era tan lindo, ¿cómo era posible que solamente él se hubiese dado cuenta de aquello? Sintió que sus manos eran posadas en su cara y le miró. YoonGi no podía dejar de llorar, pero sonreía.

—Ya, ya —dijo, queriendo dejar de ver aquellos ojos lindos empapados en lágrimas. Besó sus labios, siendo recibido de inmediato por el otro, quien se acercó a su cuerpo para sentirlo mejor. Allí estaba JeongGuk, el alfa suavecito que tanto quería. Dicho alfa lo separó, notando que aquel omega no quería hacerlo en realidad porque se abalanzó de nuevo—. YoonGi, no me he lavado la boca.

Anormal [KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora