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YoonGi se puso encima de sus hombros la bata de dormir, acostándose en la cama

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YoonGi se puso encima de sus hombros la bata de dormir, acostándose en la cama. Aquel momento era su favorito del día, y pensó que el de muchos también. Nada que pudiera reemplazar la sensación cómoda que producía la cama cuando se acostaba en ella. Miró el techo, suspirando al sentir que una gota de su cabello húmedo recorría su mejilla hasta caer a su hombro.

La cena con NamJoon y sus hermanos había sido un tanto divertida, tuvo que admitirlo mientras sus orbes seguían pegadas al cemento que le cubría de la lluvia y el sol. Estaba muy fresco en su mente. Los niños habían entrado en confianza demasiado rápido e inclusive al final de la comida le habían apodado como su nuevo y único tío, algo que le emocionó porque la verdad era de que sí era tío de chiquillos, pero no tenía una relación cercana con ninguno, ya que sus hermanos básicamente habían desaparecido del mapa después de haber contraído matrimonio. El momento junto a ellos le había dado el recuerdo de sus hermanos idénticos, y se lamentó el no saber noticias de ellos. Justo cuando había comenzado todo el proceso para pelear por su custodia, JeongGuk se había caído en la oficina.

Maldito estúpido.

Pero nada, NamJoon le había vuelto a contar de su vida, y lo ardua que se le estaba haciendo, de la reciente lejanía en cuanto la toxicidad que irradiaban quienes decían ser sus amistades y la importancia de mantener la estabilidad mental y física de sus hermanos, quien dijo que eran lo más importante para él ya que sus papás ya no estaban presentes. No lo dudaba. Aquellos ojos castaños que antes eran embriagados con la locura juvenil, hoy día dejaban la sensación a suavidad y madurez digna de la edad en la cual estaba. El pasado había sido cruel, y el método de conocimiento nunca existió, pero era especialmente demandante en la actualidad. Le atraía. Le parecía interesante. En realidad no sabía cómo había terminado ayudando a alguien quien le había hecho daño en un pasado.

Pero bueno, a las personas no se les debía tener en una tortura eterna, se dijo. Claro que para ello habían excepciones. Por ejemplo, sus padres nunca iban a dejar de ser maldecidos por él, inclusive podría hacerlo después de la muerte, porque estaba seguro que si existía un infierno, allí iban a ir todos, y como a Satanás no le importaba, iba a masacrar a su madre y al Alfa lo más que pudiera. Pensando en ello soltó una risotada que fue escuchada por JeongGuk, quien entró a la habitación y notó al otro quien parecía estar en su mundo.

Algo cohibido fue que se acercó. Sabía bien que ese omega estaba loco.

—YoonGi, ¿de qué te ríes?

El mencionado dejó de mirar al techo para poner sus ojos en él. También apartó las risas a un lado, suspirando y se acomodó mejor en la cama. Sí, aquel era su momento favorito. En donde se podía acostar y saber que de la cama no tendría que levantarse en unas buenas horas. Desvió la mirada.

—De nada, de nada me río —respondió, cerrando los ojos. JeongGuk se le acercó, lento, apreciando a la persona que estaba en la cama como si jamás la hubiese visto. YoonGi la verdad era de que se había puesto atractivo de la nada. Con cuidado se sentó mejor, mirando su cuerpo cubierto por la ropa, o había sido él quien se había fijado de más. No había mentido en lo que le había dicho en la tarde. Últimamente se encontraba un tanto acalorado, pero tenía algo de temor en decirle al otro porque bueno, había perdido la memoria y no era lo mismo que antes, supuso. Ante el silencio que había, el omega abrió los ojos, mirando al castaño, quien se avergonzó un poco de que se diera cuenta que lo miraba—. ¿Qué? ¿No piensas dormir? Anda, que me levanto temprano para acomodar la casa, desconsiderado.

Anormal [KookGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora