La niña del moño anaranjado 2da parte

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Al día siguiente, en la tarde, Lucy leía tranquilamente un libro de poesías en la escalera del porche de la casa Loud, mientras que Lincoln hacía exactamente lo mismo con una revista de cómics bajo la sombra del árbol del patio.

Pronto ambos vieron salir a la pequeña Lola, quien llevaba consigo un uniforme de mucama colgado en un gancho para ropa.

–Lucy –se acercó a hablarle la chiquilla a su hermana gótica–, ¿juegas conmigo a la fiesta de té?

–No puedo ahora –se excusó–. Tengo que terminar de leer esto y armar una composición para la clase de literatura de mañana. Tal vez después.

–Si quieres, yo juego contigo, hermanita –se ofreció Lincoln tras enrollar su revista y ponerse en pie.

Pero para cuando llegó al porche, Lola simplemente había exhalado un suspiro con desanimo y vuelto a entrar a la casa.

–Que raro que no me haya pedido ser su mayordomo... –dijo rascándose la cabeza pensativo y volviendo a encaminarse hacia el árbol del patio–. Nha, bueno, allá ella.

–Creo que no te oyó –comentó su otra hermana.

–Si, supongo... Oye, ¿prometes no reírte si te digo algo?

–Sabes que yo no hago esas cosas.

–Recientemente he tenido sueños muy extraños, ¿sabes? Sobre una hermosa niña con cabello negro y un par de hermosos ojos rasgados.

–¿Ah si? –Lucy levantó la vista de su libro y lo miró expectante, aunque no se notaba dado a la cortina de pelo que cubría sus ojos.

–Si. Por la forma que tenía puesto el moño en el cabello parecía grandiosa... Y se veía tan real. No puedo dejar de pensar en ella.

–Me gusta tu nuevo Look –oyeron pronunciar de pronto: a alguien que se estaba aproximando por la acera, en conjunto con el sonido de un par de risas juveniles.

Lincoln se giró a mirar inmediatamente y entonces, frente a su casa, vio pasar a Jordan y Mollie de su clase en compañía de Cristina. Sin embargo, lo más llamativo es que la apariencia de esta ultima era muy distinta a la usual.

En lugar de su blusa azul marino y la falda del mismo color a juego de siempre, Cristina llevaba puesto un vestido amarillo, de diseño muy similar al de la chica que Lincoln había visto en sus sueños. Aparte de que se había atado el cabello de igual forma con un moño igual de grande y llamativo del mismo color para complementar el conjunto.

–Así es cómo vestía ella... –exclamó Lincoln–. Bueno, salvo que el color del vestido y el moño era uno diferente, y además era otra niña a la que vi... Pero el vestido y el moño son igualitos.

–¿No crees que tal vez sea sólo una coincidencia? –acertó en señalar Lucy.

–Tal vez... –dijo su hermano–. O tal vez sea una señal... Tal vez mi destino.

–Lincoln, aguarda –lo llamó la gótica en cuanto simplemente se decidió acercarse al grupo de amigas.

–Hola, Cristina –saludó Lincoln a la pelirroja de vestido y moño amarillo una vez pasó por en frente suyo–. Escucha, sé que tú y yo tuvimos nuestras diferencias en el pasado, pero pensé que tal vez podríamos intentar empezar de nuevo y ser ami...

En breve, Cristina detuvo su paso y se volvió a mirarlo con una expresión que parecía la de alguien a quien le hubiesen soplado en la nuca.

–¿Escucharon a alguien hablarme? –preguntó a sus dos amigas que también se detuvieron en medio de la acera frente a Lincoln.

Ruidosa antología del horrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora