La princesa del mar negro Pt 4 (Final)

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Hora en que la señora Rosa los llamó a tomar una merienda, Ronnie Anne y los chicos regresaban de haber estado practicando en la rampa del parque.

Entre ellos Nikki, que retrasó su paso para hablar con la hispana que también se estaba quedando atrás.

–¿Qué tienes? –le preguntó–. Estos días apenas si has querido patinar con nosotros.

–Es que... –Ronnie Anne suspiró con desanimo–. Ouh, me siento muy mal por mi amigo Lincoln. El pobre sigue deprimido por culpa de la tonta esa que se fue a Tennessee.

Una pérfida sonrisa se perfiló en el rostro de Nikki, viendo esta un chance de divertirse a costa de su amiga como había hecho muchas otras veces.

–¿No será que estás celosa? –sugirió entre picaras risillas–. ¿Eh? Anda, ya déjate de tonterías y admite de una vez que si sientes algo por ese amigo tuyo. Vivirás más.

Ni corta ni perezosa, Sid también se regresó dejando que Casey, Laird y Sammer siguieran con su conversa para sumarse a la de las chicas, bien sabiendo lo jugosa que esta se iba a tornar.

Ronnie Anne y Lincoln, sentados bajo el sol –canturreó–. Dándose un B, E... ¿Y cómo iba lo demás?

Al igual que Nikki esperaba que su amiga la hispana se sonrojara y balbuceara negando sus insinuaciones. Sin embargo, esta vez Ronnie Anne se ofendió tanto con sus burlas que ni siquiera recurrió al típico argumento de "Sólo somos amigos".

–Cállate –gruñó, y en su lugar les dedicó una mirada de lo más sombría a ambas–. Y si. ¡Y si, estoy celosa como la mierda!

Por ultimo, los chicos se detuvieron ante el bordillo de la banqueta y se regresaron a verla, casi tan boquiabiertos como las chicas.

–Pero lo que yo sienta es lo de menos –añadió Ronnie Anne cruzándose de brazos y agachando la cabeza–. En realidad, a mi no me molestaría si Lincoln estuviera con otra chica... En ese plan... Incluso si así ya no me llamara ni viniera a visitarme tan seguido... Preferiría a que fuera feliz con ella a que se aburra conmigo.

–Vaya... –exclamó Nikki, que no sabía como empezar a disculparse–. Eh... Eso es muy maduro de tu parte... Y digno de admiración.

–¿Dices que no te importa que tu... Que tu amigo...? –indagó Sid, midiendo sus palabras para que Ronnie Anne supiese que se había dejado de burlas–. ¿No te importaría que Lincoln pase tiempo con alguien más, si eso lo hace feliz, para ti es más que suficiente?

–Por supuesto –aseveró la hispana–. Lo importante es que él sea feliz. Lincoln es mi mejor amigo antes que nada y su alegría es como si fuera la mía... Y es eso lo que me molesta, el pobre sigue sufriendo por esa tonta que ni lo ha vuelto a llamar.

–Es porque él también es un tonto –opinó Nikki–, y no sabe lo afortunado que es de tenerte... Y no sólo como amiga, ¿sabes?

Habiéndose quitado tal peso de encima, estaba Ronnie Anne por pedir a sus amigas que la aconsejaran al respecto, cuando Lynn Jr. llegó corriendo desde el otro lado de la banqueta.

–¡Ronnie Anne!... –la llamó, deteniéndose de abrupto frente a ella y sus amigos de la gran ciudad.

–Hey, Lynn.

Esta apoyó las manos en sus rodillas y tomó aire para recobrar el aliento.

–Oye... –jadeó–. Esto te va sonar muy raro, pero... ¿Has visto a Lincoln pasar por aquí?

–No –negó Ronnie Anne, quien de todos modos sonrió un tanto emocionada con la noticia–. ¿Lincoln está aquí?

–¡Si!... –asintió Lynn. Por el contrario, esta jadeaba y balbuceaba agitadamente, denotándose una gran desesperación en su habla–. Lo trajimos a... A que lo vea la Dra. Lopez, porque... No está bien de la cabeza... ¡Que bah, se le zafó un tornillo!... ¡Él...! Al muy loco le dio por decir que ha visto a una sirena en... Y dice que va a... Bueno, el caso es que se nos escapó en un descuido y... Si lo ves detenlo, así tengas que noquearlo y amarrarlo.

Ruidosa antología del horrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora