El diablo en la gran ciudad

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Nos situamos en una lúgubre y espaciosa casa de empeño. Tan espaciosa, que sus estantes en conjunto asemejan a los engañosos corredores de un laberinto en el que te es imposible hallar la salida. Pero no desesperes que yo sé como llegar al final. Lo tengo dibujado aquí en esta servilleta que me dio esa niña tan rara.

A ver... Ok, sólo hay que doblar en la siguiente bifurcación hacia la derecha, seguir recto y tomar el único camino que sigue a la izquierda; avanza, pero no vayas a tomar los siguientes dos caminos que cruzan para la derecha y el que va a la izquierda que les sigue o te perderás. Sigue avanzando hasta que encuentres un muñeco de payaso sentado en la parte de arriba de uno de los estantes... Si, ese mismo, el de traje rojo y carmesí con cascabeles que parece que te mira feo. Ahora dobla a la derecha otra vez y... Ahí está, bien hecho.  Llegamos al mostrador.

Vaya, parece que aquí no hay nadie que nos atienda y... Mmm... Que raro. La invitación decía que este iba a ser un gran evento de inauguración, pero tampoco veo a nadie más que esté curioseando en los estantes. Creo que los únicos aquí somos tu y yo, amigo lector.

Lo sé, yo tampoco soporto ese olor a polvoriento. Es intenso y rancio. No es el olor de una tienda nueva. Concuerdo contigo cuando dices que este lugar parece estar abandonado desde hace décadas o incluso siglos. ¿Me habré equivocado de dirección?

No, las calles y el numero de vivienda son el correcto. Aquí en la invitación está escrito, mira. Además, recuerda que hace rato vimos a alguien cambiando el rotulo de CERRADO a ABIERTO en la puerta de cristal cuando estábamos por llegar aquí.

Bueno, como sea, tu sigue viendo lo que hay a ver si encuentras algo que te gusta. Mira lo abastecidos que están los estantes con toda clase de objetos curiosos. Hay desde simples baratijas hasta las que podrían considerarse preciosas antigüedades de valor incalculable.

Yo mientras iré a hacer sonar la campanilla del mostrador para ver si si viene  alguien o si capaz sólo nos están jugando una mala broma pesada.

¡Guácala! La campanilla está llena de telarañas. Mejor me cubro la mano con mi manga para hacerla sonar.

¡Ding ding!

Mira, alguien viene. Se está asomando por la cortina de lentejuelas que conduce a la trastienda... Pero si es la niña que me dio la invitación. Escuchemos a ver que dice...

-Hola, espantitos -saludó esta niña que acababa de salir de la trastienda a todo aquel que esté leyendo esto.

Su piel era pálida, pero muy pálida; y en su largo cabello, tan negro como la noche, relucía un notorio brillo reflectante. Su atuendo consistía en un elegante vestido largo de color purpura oscuro, a juego con la reflexiva sombra de sus ojos y los guantes sin dedos que calzaba en cada una de sus manos. Y, para complementar, alrededor de su esbelta cintura llevaba atado un cinturón de cuero negro con una hebilla de calavera.

-Si son fans de TLH, como he de suponer, de seguro ustedes ya saben quien soy yo -continuó presentándose con un tono de voz neutral y una cara que se mostraba casi totalmente inexpresiva, con excepción de la pequeña sonrisa que esbozaba para con el lector-; pero en caso de que no lo sepan, y hayan llegado aquí por mera casualidad, permítanme presentarme. Mi nombre es Haiku y soy la dependienta de esta que es: La tienda del señor Fantasma.

A partir de allí, Haiku salió a rodear el mostrador y echó a andar por entre los abarrotados estantes del local.

-Ah, pero esta no es como cualquier otra tienda que hayan visitado antes, no, claro que no -prosiguió con su presentación con mayor entusiasmo-. Esta de aquí es: la tienda del misterio y el encantamiento. El lugar donde encontrarán toda clase de cosas fascinantes. Lo que ven aquí son objetos místicos que pertenecen a diferentes mundos alternativos y tienen fantásticas historias alternativas en su haber. El único precio a pagar aquí es su total atención y apoyo para el señor StarcoFantasma; mientras que yo les cuento una serie de relatos que harán erizar su piel y hervir su sangre, en esta nueva sección titulada:

Ruidosa antología del horrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora