La princesa del mar negro

212 3 2
                                    

Sigamos viendo que hay en esta tienda tan extraña y lúgubre. De paso a ver si nos encontramos con aquella espeluznante niña que siempre tiene algo que mostrarnos.

¡Espera!... Regresemos dos estantes más atrás y demos vuelta a la izquierda... Si... ¡Ahí está!

Está allí, al final de este pasillo que componen estos cinco estantes cargados con ornamentos para acuarios, conchas marinas, equipos de pesca, barcos en botella, estrellas y caballitos de mar disecados, en fin, los mismos cachivaches que encontraríamos en una tienda de regalos en el puerto. Fíjate sólo en el pez espada que cuelga por arriba de la repisa más alta. De esa de la que parece la niña acaba de bajar algo. Si, de ese mismo espacio junto al casco de buzo... Aunque no veo una escalera que haya usado para alcanzarlo, con lo pequeña que se ve al lado de esta ancla medio oxidada y aquel cofre con una D y una J grabadas en su cerradura.

Como sea, lo que sostiene entre sus manos parece ser un estuche de joyas, pequeño, pero que se ve es muy fino... Concuerdo contigo cuando dices que debería guardarlo en un lugar más seguro. Lo que tiene ahí debe ser muy valioso para ponerlo en... Que bha, si sólo ha sido un colgante con una caracola, y encima está rota. Yo podría hacer uno igual cualquier rato que vaya a la playa. Tan sólo necesitaría una tachuela y un trozo de seda dental.

Esperemos, pues, tenga algo muy interesante que decir de esa baratija, así que escuchémosla para saber que tiene de especial.

-¡Sirenas! -clamó Haiku dirigiéndose al lector-. Según los mitos, criaturas que con su melodioso canto han atraído a miles de navegantes a su perdición. No obstante, incluso para los Loud, que ya habían tenido ocasión de tratar con fantasmas y dragones, resultaba descabellada la existencia de estos híbridos de humanos con aves y peces. Siendo de hecho una de estas ultimas variantes la que andaba asechando a su hijo que pasaba por un mal momento, pero me estoy adelantando... A veces las cosas pasan por una razón, pero hay quienes se niegan a aceptarlo o a dejarlo pasar, y si insisten en cambiar lo que no deberían, podrían hasta meterse en muchísimos problemas... Tal fue el caso del hermano de mi amiga Lucy, a partir del día que se reencontró con la que juraba era el amor de su vida...O como a mí y al señor Fantasma nos gusta referirnos...

***

La princesa del mar negro

El viernes después de clases, Clyde visitó la casa Loud. Pero como no encontró a su amigo en su recamara al final del pasillo de arriba, lo tuvo que buscar en otros lados entre cascaras de melón, huesos de pollo, bolas de pelusa, potes vacíos de yogurt, envolturas de papas y demás suciedad.

Buscó en la sala, en el baño, la cocina, las habitaciones de las chicas, el sótano, el ático e incluso bajo la chimenea y en la casa del perro. Hasta que finalmente dio con él en el patio de atrás. Yacía tendido dentro de una fosa recién cavada por Lucy, todavía en pijama, con una cobija hasta el pecho y su conejo de peluche abrazado contra el mismo.

-Hey, amigo... -lo saludó Clyde al asomarse, sonriente, pero sintiendo un gran pesar por su estado tan lamentable-. Hoy tampoco fuiste a la escuela.

En esto, las otras hermanas Loud llegaron a rodear la fosa. Primero Lynn, las gemelas, Lisa y Lily quienes empezaron a soltar puros reclamos.

-¡Aquí estás, apestoso! -bramó la castaña deportista-. Sal ya de ahí. Dijste que hoy ibas a hacer de aguatero en mi partido de basket.

-A mi me prometiste ayudarme con el carrito para la carrera de este año -le siguió Lana-. Arriba, hombre, que necesito de mi copiloto estrella.

-Dijishte que ibash a léeme e cuento -balbuceó Lily-. A silenita.

-También prometizte ayudarme a probar la nueva mochila cohete que inventé -reclamó Lisa a continuación-. Creí que eztabaz emocionado por hacerlo.

Ruidosa antología del horrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora