Sólo en noches de luna llena 2da parte

101 9 2
                                    

El caos seguía reinando en la casa Loud, con Lori reducida y apresada en su habitación y Lincoln estando a cargo y sin poder hacer nada para ponerlo todo bajo control. Mas parecía que al peliblanco ya había dejado de importarle en absoluto.

¡KABOOM!

–¡Woohoo!...

Luego de que Lisa provocara otra explosión con sus químicos, y de que Lynn atravesara la cocina y saliera al patio por la puerta de atrás en su bici de tierra, dejando tras de si un rastro de huellas enlodadas, Lily le pidió a su hermano mayor que continuara con su relato de miedo.

–¿Y qué pashó? ¿Qué pashó?

–La maldición del hombre lobo se apoderó de mi –le contó Lincoln–. Lenta y dolorosamente, mi cuerpo se fue transformando en el de un feroz y malvado licántropo, con pelo creciéndome por todas partes...

***

Entre constantes jadeos y gruñidos, Lincoln miró de reojo a la ventana del baño, con lo que nuevamente recordó las advertencias de Maggie que había decidido ignorar.

≪Un licántropo, una criatura que está maldita, es un humano que se transforma en lobo con cada luna de otoño. Te ha pasado a ti la maldición. Cada vez que haya luna llena te transformarás y estarás ansioso por beber la sangre de inocentes≫.

E instintivamente le aulló a la luna llena que se avistaba en el cielo esa noche.

Para ese punto sentía que la maldición invadía su cuerpo, causándole mucho dolor, distorsionando la forma en la que uno ve, escucha y huele las cosas.

Fue entonces que alguien llamó enérgicamente a la puerta del baño.

–¡Rayos, date prisa, apestoso, que me estoy haciendo!

Al oír la voz de Lynn, Lincoln... Sintió un repentino deseo... Deseo de asesinarla... De clavarle sus garras... De hincarle sus dientes en el cuello...

Pero una parte de él, la parte cuerda, se resistió.

–¡Será mejor que te des prisa o juro que derribo la puerta!

A sabiendas de que no contaba con mucho tiempo, Lincoln se apuró a ocultar su nuevo rabo por debajo de sus pantalones. Luego cogió la toalla más grande que encontró y la usó para cubrirse el rostro y las manos, en el momento preciso que su hermana Lynn abrió la puerta de un puntapié.

A toda prisa salió corriendo sin hacer caso a sus reclamos, pasó de largo frente a Luan, Leni y Lola que se habían formado en la fila para el baño y corrió escaleras abajo.

Y salió al jardín de atrás por la puerta de la cocina y saltó la barda. Increíblemente lo consiguió con el primer intento, mediante una agilidad atlética con la que no contaba hasta entonces, pero así fue.

Tras adentrarse en el pequeño terreno boscoso que se situaba atrás de su casa, se desentendió de la toalla con la que iba oculto y trató de pensar en alguna solución.

Lo que si sabía era que no podía dejarse ver por su familia en ese estado, mucho menos por Lisa. Conociéndola, la chiquilla genio no dudaría en someterlo a dolorosas y poco ortodoxas pruebas científicas para averiguar que le había sucedido.

Fue entonces que su nuevo rabo le desgarró el pantalón al haber crecido más, quedando totalmente expuesto. A su vez, su musculatura incrementó gradualmente y sus ropas empezaron a desgarrarse.

Nuevamente, presa de un salvaje instinto que afloró en su ser, Lincoln lanzó un aullido al cielo en el que se avistaba una resplandeciente luna llena esa noche.

Ruidosa antología del horrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora