Contrario al viernes que hizo buen clima, lo bastante agradable para zambullirse en la piscina de Jordan, el sábado amaneció diluviando y siguió así hasta después del mediodía.
Mas, pese a que los jardines de las casas aparecían enfangados y las carreteras estaban resbaladizas por la constante lluvia, aquel no significó un impedimento para que Lori visitase la casa Loud ese fin de semana.
Después de saludar a todos, y zafarse de su padre que no dejaba de abrazarla y llorar de la emoción, ella y Leni subieron a ver como se encontraba su hermano.
–Hey, Linc –se anunció al entrar a su alcoba–. Ya vine... ¿Estás bien?... No, veo que no.
Tal como le mencionó Luna a su llegada, Lincoln yacía en su cama bocarriba con la mirada perdida, más pálido y ojeroso a como lo vio en la videollamada de la tarde anterior. Sólo le faltaba la sombra de barba si no fuera porque seguía siendo un niño.
–Pero que oscuro está aquí –comentó Leni que ingresó después de ella, llevando una bandeja con un cuenco de caldo hirviendo.
Afirmación con la que su hermana estuvo de acuerdo, por lo que esta se estiró a retirar la cortina que cubría la única ventana circular en el armario de blancos adaptado. Lincoln ni se quejó por ello.
–Así está mejor –dijo la joven rubia una vez pudo entrar algo de luz, dado que a esa hora ya había cesado la llovizna, aunque el cielo no se había despejado del todo. Luego se dirigió a su afligido hermano–. Mira, Linky, Papá te hizo una sopa.
–No quiero sopa –resopló apesadumbrado–. No quiero nada.
–Pero tienes que comer –insistió Leni–. A ver, aquí viene el avioncito...
–Que no quiero sopa –reiteró Lincoln, girándose y hundiéndose más bajo las cobijas–. No si me la das tú. Me la vas a regar encima como siempre y me vas a quemar. No gracias.
A pesar de lo muy acertada que era su acusación, lo cierto es que tampoco hizo mucho por evadir el peligro que representaba Leni maniobrando un cuenco de sopa caliente. De hecho parecía que le daba igual, cosa que preocupó todavía más a Lori. De inmediato se atravesó en el camino de su hermana para recibirle la bandeja agarrándola por los bordes.
–Está bien, Leni, permíteme –luego pasó a sentarse en la cama con la bandeja en su regazo–. A ver, Lincoln, hazme espacio...
–Esto es peor de lo que pensé –se aquejó mientras seguía suspirando y lamentándose–. Extraño tanto a Charlie, que ya hasta la veo y oigo en todos lados.
–Te entiendo –convino Lori en lo que enfriaba el caldo revolviéndolo con la cuchara–. Escucha, esto tal vez no te haga sentir mejor, pero sé lo que estás sintiendo.
–¿Si? –gimoteó el peliblanco–. ¿Has tenido el corazón partido a la mitad?
–Eh... No, la verdad, no –confesó la más mayor–. Lo que Bobby y yo tenemos, literalmente, es roca solida y ha superado las distancias y cuanto obstáculo se nos ha presentado; así que no, no sé lo que se siente tener el corazón partido como tú.
–Pero yo si –mencionó Leni tomando a ambos por sorpresa–. Varias veces. No sé si recuerdas a Chaz de la tienda de ropa. Como sea, yo estaba muy enamorada de él y luego un día, sin avisar, me dejó por Dana. Estaba devastada. Después me pasó algo similar con Scott, el chico de lago Loud. Dijo que la relación a distancia no iba funcionar y no volvió a llamarme. Luego estuvo Chase. A él me tocó cortarlo porque no dejaba de pasar mucho tiempo con papá y todo eso estaba como que muy raro, pero no por eso dejó de sentirse feo.
–Wow, ¿y cómo saliste de todo eso? –le preguntó Lincoln.
–No lo hice –fue lo que respondió su hermana la rubia–. En cada ocasión estuve mal, sentía que mi vida había terminado. Pero ahora estoy saliendo con este chico tan apuesto y simpático llamado Gavin y como que todo va marchando bien entre nosotros. El punto es que no te sentirás así para siempre, y ya con el tiempo puede que conozcas a alguien más que si te merezca, incluso si vive hasta el otro lado del mundo.
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Ruidosa antología del horror
FanfictionHaiku te narrará una serie de terroríficas parodias ambientadas en el universo de TLH. The Loud House y sus personajes son propiedad de Chris Savino y Nickelodeon. Ilustraciones por: Israel Cambal.