El principio

55 8 1
                                    

Hola, ¿alguna vez escuchaste sobre criaturas mágicas?, ¿no?, bueno...

Soy Metzin, tengo 16 años y casi toda mi vida la he pasado oculta, seguro te preguntarás por qué, bueno los religiosos me llaman milagro, ya que en mi espalda han crecido alas; los científicos no encuentran el motivo y muchos quieren pagar millones de dólares para que yo sea usada en pruebas, por suerte mi familia se negó y me ocultaron del mundo.

Te contaré todo desde el inicio, así que toma asiento...

Todo empezó cuando tenía 5 años, recuerdo que ese día estaba en recreo y de repente me sentí un poco mareada y me dolía la espalda, llamé a la maestra para que hablara a mi casa. En cuanto llego mi madre me llevo al doctor, el doctor dijo que en mi columna había dos huesos de más, pero que no me preocupara porque esto no afectaría y que mandaría medicamento para el dolor.

Todo estuvo bien hasta que los dos huesos empezaron a crecer, estaba en mi casa jugando con mi hermana cuando de repente empecé a gritar de dolor, sentía mi piel desgarrarse, sentía como algo salía, aún lo recuerdo, mis lágrimas no paraban de caer; mi hermana estaba asustada por mis gritos, ella no paraba de gritarle a mi madre, pero para nuestra mala suerte ella había salido, para cuando llego, mi hermana estaba asustada y llorando mientras que yo me estaba quejando de dolor, actuó lo más rápido que pudo para llevarme al hospital. Los doctores no entendían el porqué de mi dolor, ellos aseguraban que todo estaba normal, pero yo les juraba que nada estaba bien, como resultado final se decidió que me quedaría en el hospital y en supervisión; apenas tenía 7 años, tenía miedo, no sabía que era lo que me pasaba solo quería que el dolor parara. Estuve ahí por toda una semana siendo supervisada y checada, los doctores no vieron ningún cambio, así que dijeron que ya estaba bien, aunque no faltaron los medicamentos para el dolor.

Los días en el colegio era lo único que me despejaba de aquella cosa que crecía en mi espalda, no tenía tantos amigos, pero eso no importaba, era feliz, no es que no lo sea ahora, mi clase favorita era la de artes, amo dibujar y a Kinich mi mejor amigo le gustaban, aunque eran puros garabatos; no tenía las notas más altas, pero me iba muy bien.

Ángel...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora