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- Vaya cuanto tiempo – expreso mientras salía de las sombras

- ¿Qué haces aquí? – pregunte exasperada

- Tranquila, no te hare nada, parece que tienes un pequeño problema – señalo las alas

- No te incumbe, chismoso – intente cubrirme mientras le enseñaba la lengua

- Eso no es muy maduro de tu parte Metzin

- ¿Cómo sabes mi nombre?, Olvídalo ¿Cuál es tu nombre? – dije cautelosamente

- ¿Mi nombre?, ¿No te lo eh dicho ya?

- No- respondí agresivamente

- Muy bien – se sentó en un pequeño banco – iniciaremos desde cero, soy Damián y él es un espíritu- la esferita de luz apareció

- ¿Espíritu?, ¿Qué eres tú Damián? ¿Un mago? –dije entre pequeñas risas

- Eso me gustaría, pero soy lo mismo que tú

Mi sonrisa se borró, ¿Lo mismo que yo?, me quede pensando procesando lo que había dicho. Volvió hablar al ver que no respondía.

- Soy un ángel –se quitó la gran capa que tenia

Había perdido por un momento de vista a la bolita de luz, hasta que vi la luz que desprendía detrás de mí, en el reflejo del espejo pude visualizar que ya no tenía la capa. Volví a mirar a Damián, estaba en shock, sus alas eran un poco más grandes y de color negro.

- Si bueno, que casualidad – solté una risa nerviosa

- ¿Hace cuánto tus alas dejaron de crecer?

- ¿Eso que tiene que ver? – lo mire confusa

- Solo responde, a lo mejor puedo ayudarte

- Dejaron de crecer hace dos años, ¿Pero en que puedes ayudarme tú?

- En mucho

Me quede en silencio al ver su cara seria y pensativa. ¿Cómo él podría ayudar a este pobre ser incomprendido por el mundo?, vi que la esfera luminosa parpadeaba y él le decía algo, no me gustaba el no poder entender lo que expresaba. De la nada desapareció la bolita.

- ¿Pesan mucho?

- ¿Eh?... no – me miro con una ceja enarcada, no le podía mentir él también las tenía- bueno si, pero es tolerable – sonreí

- Por el tamaño que tienen y que solo están a unos pocos centímetros del suelo, puedo decir que pesan mucho para ti

- Perdón señor edificio, pero ¿Me acabas de decir enana? – lo mire indignada

Se rio entre dientes, ya me caía mal el poste. La pequeña esferita apareció enfrente de nosotros eh hizo a parecer pequeños frascos con líquidos de diferentes colores, todos tenían pequeñas etiquetas.

- Solo te pedí el frasco, no la estantería ¡ENTERA! – le reprochó a la bolita

Y ahí estaban de nuevo discutiendo, me acerque para poder apreciar mejor los pequeños frascos y en cuanto agarre uno, los dos se me quedaron viendo.

- No abras el frasco – me advirtió

El líquido era transparente, no había nada en especial, no tenía etiqueta.

- ¿Por qué no?, parece ser solo agua

- No es solo agua, no lo abras

- Mmm, lo voy abrir – hice ademan de abrirlo, solo para molestarlo

- No! – su cara era seria

La luz intento detenerme, es tuve irritándolo durante unos segundos, pero al final abrí el frasco, solo vasto un poco para que el líquido saliera, una sola gota basto para prender un poco de fuego.

Damián en seguida se puso detrás cubriendo mi boca con su mano para ahogar el pequeño grito que solté, la luz hizo desaparecer el frasco mientras Damián con su otra mano apagaba el fuego.

- Te dije que no lo abrieras – demando pasándose una mano por la cara mientras me soltaba

No dije nada y preferí quedarme sentada frente a las botellas pequeñas sin moverme, el hizo lo mismo, se sentó frente de mí, suspiro y dirigió su mirada a los frasquitos de colores para después agarrarlos y examinarlos.

Ya no sabía qué hora era, pero no había pasado mucho tiempo desde el incidente, desde mi lugar pude leer en unos de los frascos "Ocultar", el contenido de este era negro a simple vista, pero mirando más de cerca se tornaba blanco; Damián vio que sujetaba el frasquito con mucha curiosidad, pensé que me iba a reprender, pero no lo hizo.

- ¿Para qué...?

Ángel...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora