Ángel...

20

- ¿Qué has dicho pequeña? - Cedric

-Yo no he dicho nada- protesté

- ¿Segura? - le siguió Michel

- ¡Kinich!, tus amigos me están molestando

Empezaron a reírse de nuevo y miré a Kinich con mala cara, él me abrazo y les pidió de favor que dejaran de molestarme, al principio creí que lo decía con sinceridad, pero después note que se contenía su risa, me aparte de él y mire a todos como si los fuera a matar.

La verdad me divertía.

Después de unos segundos se pusieron serios y empezaron a cuestionarse a donde deberíamos ir, jamás había visto a Kinich tan serio, me da miedo, todos discutían el lugar mientras que yo me reservaba a mirarlos como una pequeña niña esperando la respuesta de sus padres.

Me alegra que Kinich haya encontrado amigos como ellos, son divertidos y buena onda, hace mucho que no hablo o me reúno con él, así que no sé cuanto ha cambiado, ¿les habrá contado sobre mí?, ¿ellos sabrán que soy aquella niña que apareció en las noticias hace unos meses?

-Ey Metzin, vamos a ir a la casa de Mateo

- ¿Eh? Y ¿qué les diré a mis padres?

-Descuida yo les avisaré

Asentí con la cabeza y nuevamente nos echamos a correr, yo solo los seguí, nos detuvimos en una casa color crema, era bonita y grande, Mateo nos abrió la puerta, fui la primera en entrar porque según ellos son caballerosos, entre y noté a una señora en la sala, supuse que era su madre y sí, Mateo cerró la puerta y se dirigió a ella.

La señora se acercó a nosotros, ella era alta y era talla mediana, su maquillaje era simple, pero bonito, era casi igual a mateo, cabello ondulado café, piel blanca, lo único que cambiaba era el color de sus ojos, los de ella son café oscuro y los de él son verdes; ella saludó a todos hasta llegar a mí, Kinich se mantenía firme, pero se podía ver que estaba nervioso.

-Conozco a todos, pero menos a ti ¿Cómo te llamas querida?

-Me llamo Metzin- a decir verdad, estaba algo nerviosa

-Tranquila, no te hare daño- soltó una pequeña risa- ¿No tienes calor? Deberías quitarte la capa