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Cerro los ojos, aun con el collar en mano, al instante algo a lo lejos destello entre los árboles. Se alejó de mí, los dos altos mandos se despidieron.

Todos seguían a mi alrededor, apenas me estaba dando la vuelta cuando Moon llego abrazarme, casi me tira, Haruo aún mantenía la distancia, Damián negaba divertido con la cabeza.

- Bueno ya está, ¡al fin!

- déjala en paz Moon

-Pero... están pequeña, es adorable

-No es un juguete, es una de nosotros

-Ella no es una de nosotros y jamás lo será – paso, por un lado, dejando la fría frase en el aire

Me quede viendo su espalda mientras se alejaba... nos quedamos en un frio silencio, hasta que Damián llamó mi atención.

-No te preocupes por él, es un amargado

Moon me tomo de la mano y empezó a caminar, observaba todo a mi alrededor, mi curiosidad creció cuando me encontré un gran árbol lleno de flores y colores.

-En ese árbol y otros más viven las hadas – me explico Moon

Quede fascinada con todo lo que mis ojos pudieron observar, llegamos a un "pequeño" pueblo en la cima de una montaña, subirla fue... algo complicado, toda una odisea, Damián quiso aventarme a la nada para que abriera las alas y volara, como si fuera el polluelo de un ave, a Moon no le pareció correcto discutieron unos segundos; al final se decidió que él nos llevaría, sí volando, mentiré si no les digo que me dio vértigo y pánico, fue increíble la experiencia hasta que Damián empezó a juguetear con soltarnos a la nada, eso fue muy cruel de su parte.

Había muchas personas a los costados de la entrada del pueblo, Damián paso como si nada, Moon pareció percatarse de que me había quedado congelada por lo que de nuevo me sujeto de los hombros y me llevo por ese pasillo infinito de personas, todos murmuraban, algunos hacían reverencias y aplaudían.

Algo peculiar de esta gente es que los colores de sus alas y pelo variaban, había blancos, plateados, castaños y negros, todos de gran estatura, enserio me sentía pequeña; cada cabaña era distinta, altas, bajas, estrechas o anchas, entre otros factores como la decoración.

- Bienvenida bella damisela a su humilde morada- exclamo Damián con una pequeña reverencia

Era... era hermosa, tenía un pequeño jardín, tallada en la puerta, en un pequeño letrero estaba mi nombre, si mi nombre, mire a ambos estupefacta.

- ¿No quieres entrar? - escuche a Moon

- ¿A caso no te gusta?, Me esforcé mucho para que quedara bien

Volví a ver la puerta y coloque mi mano en el cerrojo, respire hondo para después abrir la puerta, tenía miedo de que no me gustara lo que hubiera en su interior, me quede ahí en el marco de la puerta observando el interior, grande, lo suficientemente grande para albergar todas las ofrendas que hace unos momentos estaban a mis pies, todo estaba tallado en madera, era como si estuviera en una de esas historias antiguas que mi abuela me contaba cuando era niña; entre y con mis manos toque cada detalle de la casa, las velas iluminaban tan bien que podía notar cada fisura de las puertas de la ventana.

-Hermoso...- susurre

Después de lo que parecía una eternidad ellos entraron y hablaron.

-Qué bueno que te gusto porque si no ahora mismo me encargaba de aventarte por el acantilado

-Sí, para ser sincera te esforzaste demasiado bien, por un momento pensé que tu horrible gusto estaría impregnado aquí – Damián la fulmino con la mirada

- Entonces... ¿Todo esto es mío? – pregunte ingenua a lo que pasaba en realidad

Aun no entendía lo que pasaba, estaba parada a lado de la ventana esperando una respuesta. Escuche risas, me estaba poniendo nerviosa y ellos solo se reían.

- ¿Qué parte no entendiste pequeña? - soltó Moon en un hilo de vos

- Creo que alguien no presto atención

Los mire fijamente.

-Es que nadie me ha explicado bien cuál es mi papel en todo esto

- Mira el sabio dijo que se te daría una cabaña y la monarca declaro que te aceptaba aquí – escuche a Damián

-Así que esto – señalo todo con su dedo - es todo tuyo

Vaya... ¿en dónde estaba mi mente en estos momentos?

Me ayudaron a limpiar y acomodar las cosas; estuve conociendo el pueblo y varias personas se acercaron a mí con curiosidad, oía a niños preguntándoles a sus madres "¿porque si es humana tiene alas?". Perdí la noción del tiempo y no me molesta el haberlo hecho, me sentía feliz, al fin era libre, corrí por las calles, Damián me sujeto para bajar a una cascada, jugué con chicos, me sentía normal, juro que lo disfruté tanto como pude.

Ángel...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora