Capítulo 16

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Dedicado a AveDreamer

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Dedicado a AveDreamer

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«Y no olvides sonreír, Charlie va a pensar que eres un amargado», fue la última advertencia de mi madre mientras se marchaba de la cocina.

Quizás por eso fingí mi mejor sonrisa ante ella, una tan grande que las mejillas me dolían y hacía que mi piercing en el frenillo fuera totalmente visible. Sin embargo, por dentro estaba pensando en cómo rayos iba a sobrevivir a esa tarde. El recibimiento había sido verlo con un ramo de rosas rosadas para mi hermana. ¿Acaso podía todo ponerse peor?

La respuesta es sí. Siempre puede empeorar todo.

Nae es muy rigurosa con su tiempo para ensayar. Nada jamás la hace salirse de su rutina, así que no bajaría hasta que no terminara. Mamá, por otro lado, estaba decidida a obligarme a pasar tiempo con Charlie para «integrarlo a la familia y hacerlo sentir como en casa». Estuve a punto de gritarle que para eso tendría que ponerme de mal humor —incluso más— y empezar a berrear improperios como la vieja bruja de su madre.

El punto es que seríamos solo él y yo, y eso me ponía de los nervios.

Charlie se despidió de Nae y luego entró con mucha calma a la cocina. Yo estaba apoyado de espaldas en la encimera con los brazos cruzados sobre el pecho. Me miró de pies a cabeza y reprimió una sonrisa burlona.

—Guau —dijo—, veo que alguien sí se tomó en serio lo de cocinar esta tarde.

Es cierto que llevaba puesto un delantal azul con pastelitos danzarines, pero solo lo había hecho porque si hay algo que detesto más que cocinar, eso es ensuciarme mientras lo hago.

Puse los ojos en blanco y le lancé otro de los delantales coloridos de mi hermana.

—Terminemos con esto rápido —dije con rudeza.

—Espera —respondió—, tengo algo para ti.

Me sorprendí al escucharlo.

Buscó en su bolsillo trasero y sacó una margarita naranja, casi del mismo color que mi cabello. Le faltaban un par de pétalos y estaba medio marchita. Supongo que los bolsillos no son el lugar ideal para guardar flores. Me la extendió.

—¿Qué es eso? —pregunté con desconfianza.

—Una flor —respondió con simpleza.

Solté un bufido.

—Me refiero a que por qué me trajiste eso.

—La vi cuando compré las de Nae y no pude evitar acordarme de ti. Esa era la flor más fea que había, se parece a ti.

Volví a bufar y lo observé con incredulidad.

—¿Sabes qué, Charlie? Puedes oficialmente irte a la mierda.

Aunque tú nunca me elijas © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora