Capítulo 12

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Dedicado a 1NewMoon

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Dedicado a 1NewMoon

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Además de los ojos achinados con el párpado superior imperceptible, y de la nariz pequeña y redondita cortesía de nuestra madre, Nae y yo no nos parecemos en lo absoluto. No puedo culpar al guardia de seguridad que custodiaba la única entrada disponible del teatro —la del personal—, por retenerme unos diez minutos y hacerme mostrarle hasta mi identificación para convencerlo de que era hermano de la violinista «chinita».

En realidad, hubiera sido mucho más sencillo ir temprano y entrar con Nae, pero no tenía deseos de contarle quién era Charlie y de dónde lo conocía. Por eso, esperé a que faltara alrededor de media hora para terminar el ensayo y poder verlo cuando fuera a recoger la escenografía. Me arriesgué a que no me dejaran pasar, pero finalmente lo logré. Pensé con ingenuidad que la suerte estaba de mi parte.

Apenas entré, me sentí diminuto.

El teatro es enorme y su techo es de la misma altura que unos tres pisos. Es muy antiguo, pero lo mantienen tan bien conservado que poner un pie dentro se siente como entrar a una máquina del tiempo que te escupe un par de siglos atrás. Esa fue la primera vez que entré.

Caminé despacio para no hacer ningún ruido, aunque la música proveniente de la orquesta se escuchaba en todo el lugar. Podía ponerme a gritar y creo que no hubiera marcado la diferencia. Entré al área de los espectadores. Por primera vez, pude darme el lujo de escoger donde me iba a sentar. Como estaba oscuro, no me adentré demasiado. Desde cualquier lugar se veía bien el escenario.

Había unos cien músicos tocando. Nae estaba en el lado izquierdo junto a los demás violinistas. Sonreí al comprobar que su belleza y su juventud la hacían resaltar entre la multitud.

Ya la había visto tocar muchas veces, en casa y en todo tipo de eventos. No obstante, su entrega y su pasión en el escenario siempre me resultaban hipnotizantes. Cuando tomaba el violín dejaba de ser la chica tímida e insegura de siempre y se convertía en una mujer capaz de poner el mundo a sus pies. Lo hacía a la perfección y estaba consciente de ello. El pecho se me hinchaba de orgullo al pensarlo. Yo nunca sería exitoso, pero tenerla como hermana lo compensaba.

Los minutos pasaron con rapidez y muy pronto concluyeron el ensayo y comenzaron a recoger. Un par de personas se acercó a ella y vi que le sonreían y la alababan. Había brillado, como siempre. Desde mi lugar la vi perderse tras los telones y decidí esperar unos minutos sin moverme de allí para no encontrarla. Esperaría a que se fuera a casa para ir a ver a Charlie.

Cuando ya me pareció suficiente, me deslicé entre los asientos y subí las escalerillas para entrar tras bastidores.

«Dios», me dije al ver que esa parte era incluso mayor que el escenario.

Casi todos se habían ido y no había ni rastro de Charlie. Tenía que estar ahí, él lo había dicho. Vi que un hombre comenzó a recoger atriles y me le acerqué para indagar.

Aunque tú nunca me elijas © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora