Capítulo 5

497 109 43
                                    

Dedicado a JMikeWazowski

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dedicado a JMikeWazowski

***

Miré con incredulidad hacia el lugar frente a mis ojos. Luego miré a Charlie. De nuevo al lugar; de nuevo a Charlie. Y repetí el ciclo por unas cinco veces.

—Charlie... —dije—. ¿Qué diablos hacemos en un club de strippers?

—¿Tú qué crees? —respondió con simpleza—. Vamos a divertirnos.

Me tomó de la mano y me haló dentro antes de que pudiera replicar. Creo que la borrachera se me pasó por completo cuando pagó las entradas y vi que realmente estábamos en un jodido club con mujeres bailando semidesnudas por todas partes. La iluminación era escasa, las luces favorecían solo a las bailarinas del tubo... a las que menos yo quería mirar.

No lograba cerrar los ojos de lo azorado que estaba. Ni en mil años se me hubiera ocurrido algo así para divertirme.

—Ch-charlie... —le susurré al ver que una camarera que me doblaba la edad y el tamaño pasó por mi lado y me guiñó un ojo.

—¿Qué pasa, Rodolfo? —dijo, alzando la voz para que yo lo escuchara por encima de la música «sensual».

—N-no creo que esta sea una buena idea.

¿Cómo podía explicarle que ver a esas chicas causaba el mismo efecto en mí que ver a su madre bailando La cucaracha en traje de baño?

—¿Bromeas? —ironizó—. Según mis compañeros de trabajo, este es el mejor lugar de la ciudad para divertirse.

Algo no encajaba, solo recordaba que trabajara con la rubia de anteojos y no creía que ella frecuentara esos «antros de perdición».

—Sí... también puede ser que tus compañeros de trabajo estén en un error.

—¡Claro que no! Dime, ¿a qué hombre no le gusta estar rodeado de traseros grandes?

«¿A mí?», respondí mentalmente. Aunque tampoco creía que él fuera esa clase de hombre. Quizás estaba equivocado.

—Ven aquí —me dijo y me agarró por el brazo para guiarme.

Comprendí entonces que nos dirigíamos a la zona de espectadores de las chicas del tubo y sentí un salto en el estómago. Creí por un momento que iba a vomitar. Me parecía que íbamos camino al corredor de la muerte.

Imploré que no lo hiciera, pero de nada sirvió.

Yo, justo yo: Park Seokmin, terminé sentado frente a dos chicas que no paraban de agitar sus enormes traseros descubiertos casi en mi cara. Y, por primera vez en mucho tiempo, me sentí aterrado.

Tragué en seco y casi me fundo con el espaldar del sofá rojo cuando una de ellas se me acercó mirándome de una forma «provocativa» y comenzó a bailar rozando mi regazo. Miré a Charlie implorando por ayuda, pero él estaba riendo a carcajadas mientras observaba la escena.

Aunque tú nunca me elijas © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora