Capítulo 23

426 100 87
                                    

Dedicado a jamikim16

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dedicado a jamikim16

***

Hizo una mueca de desagrado.

—No —dijo—. ¿Por qué debería etiquetarme de ese modo? No me parece imprescindible.

—Yo estoy bien con ser considerado gay —respondí—. Y también me parece bien haber «salido del clóset». Se requiere mucho valor para hacerlo, así que me siento orgulloso al respecto.

Se encogió de hombros.

—De acuerdo, me parece bien que estés orgulloso. Pero en mi caso no tuve que hacerlo porque todos a mi alrededor siempre lo supieron. Nunca le permití a los demás asumir que solo me gustaban las chicas. Creo que la primera vez que se lo comenté a alguien fue en la escuela primaria, cuando me seleccionaron para interpretar a Romeo en una pequeña obra de teatro. Solo serían un par de escenas, pero le pregunté a nuestra maestra si podía declararle mi amor al chico que haría de Mercucio porque me parecía más lindo que la niña que haría de Julieta.

Solté una risotada al escucharlo. No lograba visualizarlo de pequeño, pero aun así me parecía tierno.

—¿Te expulsaron de la obra? —bromeé.

—No, pero se lo contaron a mi madre —respondió con simpleza—. Recuerdo que me gritó y me castigó durante varios días.

Ahí dejó de ser divertida la historia. Inhalé y exhalé de manera audible.

—Creo que por cosas como esas al crecer tenemos miedo —dije en un susurro—. Nadie lo considera como algo natural.

—No, pero eso solo me dio más ganas de hacérselo saber al resto del mundo. Nunca tuve problemas para lidiar con el rechazo. Creo que eso se lo debo a mi padre. —Rio por lo bajo, pero la risa no le llegó a los ojos—. Volví a intentar hablarlo con mi madre a los catorce. No se lo tomó demasiado bien. Nunca más hemos tocado ese tema, como si no existiera.

Bufé.

—Ella es tu madre, debería entenderlo. Además, no es como si pudieran hacerlo desaparecer solo porque no hablan al respecto.

—Mi madre es vieja, Rodolfo, de otra generación muy diferente a la nuestra. No puedo cambiar su forma de pensar, solo no dejo que me afecte. Supongo que puedo vivir con eso.

—En realidad... para mi madre también fue difícil al principio —confesé—. La noche en la que se lo conté no fue capaz de decirme nada, simplemente se fue perturbada. Lloré toda la noche, ¿sabes? Me sentía culpable y no dejaba de pensar que había algo mal conmigo. Pero ella regresó a mi habitación a la mañana siguiente. Tenía ojeras y el rostro hinchado, también había estado llorando. Me abrazó y me dijo que yo siempre sería su bebé problemático sin importar qué, y nada cambió entre nosotros.

Aunque tú nunca me elijas © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora