Capítulo 18

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Dedicado a YesicaMartinez794

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Dedicado a YesicaMartinez794

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A Martín le agradó mucho Charlie. Bueno, a Martín le agrada cualquier compañero potencial para fiestear, en realidad, así que se alegró de que Charlie se nos uniera. Se lo presenté como mi cuñado y le dije que necesitaba tener la juerga de su vida. Eso sí, aclaré que no podía haber chicas incluidas porque mi hermana estaba de por medio —algo bastante ingenuo de mi parte, porque no necesitábamos chicas para cagarlo todo—.

A Charlie le intimidó un poco Martín cuando lo vio. No es para menos, Martín nos saca una buena diferencia a ambos de tamaño, eso sin contar lo mamadísimo que está por ir tanto al gimnasio. Durante el semestre lo acompaño, pero tengo la regla inviolable de que las vacaciones son para descansar, ni siquiera me ejercito en ese tiempo —además de que ni en sueños llegaré a tener una complexión física como la suya—. Sin embargo, luego de unos minutos de charla y de un par de comentarios estúpidos de Martín, Charlie terminó por relajarse.

Martín siempre tiene una fiesta bajo la manga. No tengo idea de cuántos contactos tiene para enterarse de cada fiesta universitaria que se celebra en la ciudad. Esa noche tuvimos que caminar bastante para llegar al lugar señalado, pero la buena vibra del lugar hizo que todo valiera la pena. Charlie quería fiesta, y exactamente eso le íbamos a dar.

—¡Diablos! —exclamó Martín al darse un trago de uno de los vasos rojos que alguien le alcanzó—. ¡Esto está jodidamente bueno!

No tenía siquiera que mencionarlo, su cara de éxtasis lo delataba.

—Ahora vuelvo, traeré para ustedes.

Él era el que siempre conocía a alguien en la fiesta, así que me encogí de hombros y fui a sentarme a uno de los sofás con Charlie. Aún no había demasiadas personas, pero sabía que en menos de una hora estaría tan lleno el lugar que no habría espacio ni para caminar. Siempre ocurría del mismo modo, por eso me gustaba llegar temprano.

Martín volvió a los pocos minutos con un vaso rojo para cada uno.

—¿Qué diablos trae esto? —preguntó Charlie mientras olía con escepticismo el contenido del suyo. Trató de encoger la nariz de manera inconsciente, pero no le salió muy bien. Todavía le dolía, al parecer.

—No te matará —respondí con una sonrisa divertida.

—Juro que si muero mi fantasma te perseguirá hasta el último de tus días y no te dejará en paz ni un jodido segundo, Rodolfo. ¡No te dejaré ni dormir!

Solté una risotada.

—¿Tu versión fantasma dormirá conmigo, entonces? Suena tentador, Charlie.

—Dios —dijo Martín con una mueca de desagrado—, ¿pueden dejarse de mariconadas? ¿Acaso no te estabas cogiendo a su hermana?

—¡Ey! —protesté y le di un puñetazo en el pecho—. No hables de Nae de ese modo, imbécil.

Aunque tú nunca me elijas © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora