Capítulo 11

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Dedicado a ClaudiaCuesta3

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Dedicado a ClaudiaCuesta3

***

«Estoy trabajando. NO VENGAS», decía el mensaje de Charlie. Me tomó unos quince minutos llegar.

La librería estaba igual de tranquila que la vez anterior. Entré y lo primero que vi fue a Amanda, sentada en su pequeño escritorio a la entrada. Se puso visiblemente nerviosa al verme, pero trató de disimular.

Me encargué de darle mi mejor sonrisa y de caminar muy despacio hacia ella para alargar su tortura.

—Hola, Amanda, ¿te acuerdas de mí?

Claro que se acordaba. Siempre he sido una persona bastante difícil de olvidar, sobre todo, porque suelo causar estragos donde quiera que voy. Además, la única diferencia con respecto a la semana anterior era que, en lugar de parecer un herido de guerra, solo tenía una pequeña cicatriz de no más de un centímetro en la frente. Me había quitado la venda justo antes de salir de casa.

La chica se aclaró la garganta y se acomodó los anteojos.

—Eh... Rodolfo, ¿no? Eres el... amigo de Charlie.

—Ese soy yo —respondí y volví a sonreírle con malicia—, su amigo más... «cercano». ¿Está ahí detrás?

Señalé hacia el lugar donde habíamos hecho el desastre con las cajas la vez anterior.

—S-sí, está ahí.

—No me sorprende, él «ama» la parte de atrás. Gracias.

Por un momento, pensé que no entendería mi comentario malicioso. El rubor en su rostro me indicó que sí se llevó la idea. Ya podía sentirme satisfecho, había hecho mi mala acción del día.

Caminé hacia el improvisado almacén y entré sin hacer ruido alguno. Charlie estaba de espaldas acomodando un par de cajas.

—Veo que te subestimé —dijo sin voltearse siquiera—, te esperaba unos diez minutos más tarde.

—Camino rápido, Charlie.

Se giró y me observó con una ceja levantada y con su expresión impasible de siempre.

—Solo respóndeme algo, Rodolfo, ¿si te hubiera dicho que vinieras te hubieras quedado en tu casa solo por el placer de llevarme la contraria?

—Ni lo sueñes, Charlie, solo te escribí para saber dónde estabas. ¡Te hubiera ido a buscar hasta el fin del mundo! —exclamé con dramatismo.

Resopló y siguió con su labor.

—¿Necesitas ayuda?

—Mejor no —se apresuró a decir—. Casi termino, mantente lejos de las cajas.

Aunque tú nunca me elijas © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora