Capítulo 16

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Margo

Todo pasó como en cámara lenta.

Margo vio que ambos, tanto Sawyer como Brendan, se apuntaban a la vez. En cuanto sintió que iban a apretar el gatillo, actuó más por impulso que por conciencia propia. Dio un codazo al conductor que la sujetaba, le acertó en la mandíbula y echó a correr hacia delante.

Realmente no tenía muy claro lo que quería hacer, así que se limitó a seguir su instinto. Y lo que le dijo su instinto fue que se lanzara sobre Sawyer justo a tiempo para que, cuando apretara el gatillo, la bala hiciera estallar los cristales del coche y no tocara a Brendan.

Margo cayó al suelo a su lado y al instante notó la humedad en su camiseta. Se apartó, asustada, cuando vio la mancha de sangre en ella. Pero no era su sangre.

Sawyer estaba tirado en el suelo. Había soltado la pistola y se había llevado una mano al muslo, donde en la parte lateral tenía un agujero de bala cuya sangre iba extendiéndose a cada segundo que pasaba.

Otro disparo. Escuchó el cuerpo del conductor cayendo al suelo. Margo levantó la cabeza justo a tiempo para ver a Brendan acercándose a Sawyer con los labios apretados. No había ni una pizca de humor o dudas en su mirada, solo determinación y... furia. Furia acumulada durante muchos años que iba a estallar cuando ese gatillo se apretara con la pistola apuntando a la cabeza de Sawyer.

Lo peor fue que Sawyer ni siquiera pareció asustado cuando Brendan se detuvo justo delante de él y lo apuntó en la frente. Simplemente se sostuvo sobre uno de los codos y lo miró fijamente, como si lo retara a apretar el gatillo.

Y, en medio de ese momento de tensión, Margo se escuchó decir algo a sí misma:

—¡Espera, no dispares!

Ninguno de los dos la miró, pero se apresuró a ponerse de pie y acercarse a Brendan. Se detuvo a su lado, sin aliento.

—Hay muchas cosas que no sabes —le dijo en voz baja, ansiosa—. El Sawyer que nos ha estado amenazando no es él.

—Margo... —empezó Brendan, claramente con ganas de apretar el gatillo.

—¡Me dijo que era su abuelo! ¡Y el único que sabe quién es y cómo podremos acabar con él es... este idiota! Si lo matas, nos quedaremos totalmente expuestos.

Brendan apretó aún más los labios. La expresión de Sawyer era completamente ilegible. Si estaba nervioso o alterado, no lo estaba demostrando. Ni siquiera parecía dolorido por su herida, que cada vez sangraba más.

—¿Y te lo crees? —preguntó Brendan en voz baja a Margo.

—Sí —ella se sorprendió a sí misma al no dudarlo—. La... la verdad es que me lo creo.

—¿Y de qué nos sirve que no lo mate, exactamente?

—Podemos sacarle información. Podemos planear un intercambio con su abuelo para que nos deje en paz. O incluso podemos entretenernos golpeándolo cuando estemos aburridos, no sé.

Lo había dicho a toda velocidad, pero Brendan lo entendió perfectamente. Siguió mirándolo durante unos eternos segundos hasta que, finalmente, masculló una palabrota en su idioma y se escondió la pistola en la cinta del pecho.

—Súbelo al coche —dijo finalmente.

Margo se giró hacia él, pasmada.

—No puedo transportar a alguien yo sola, no...

—Tú lo has querido vivo, tú te ocupas. Yo no pienso tocar a ese gilipollas.

Dicho esto se agachó, recogió la pistola de Sawyer, se la guardó en el bolsillo trasero de los pantalones y se dirigió al cuerpo del conductor.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora