Capítulo 4

493K 58.4K 188K
                                    

Victoria

Cuando el cuerpo de Iver tocó el suelo, sin vida, hubo un momento de silencio absoluto.

Victoria sintió que su cuerpo entero se paralizaba, de alguna forma, como intentando asumir lo que acababa de pasar. El ruido del disparo seguía resonando en sus tímpanos cuando levantó la mirada y vio que Caleb, a su lado, estaba pálido, mirando el cuerpo de su amigo fijamente, sin reaccionar.

Fue precisamente esa falta de reacción la que hizo que Victoria... bueno, reaccionara.

Vio el momento exacto en que Doyle retrocedía hacia la puerta, sonriendo, y uno de sus dos amigos grandullones apuntaba a Caleb, que seguía sin moverse.

Ese fue uno de los momentos en los que el cuerpo de Victoria reaccionó antes que su cerebro, porque su cerebro le decía que se centrara en defenderse, tal y como Brendan le había enseñado, pero su cuerpo fue mucho más rápido. Y solo quería salvar a Caleb.

Lo empujó a un lado justo a tiempo para que la bala no le atravesara el pecho, aunque el dolor agudo que sintió en el hombro le indicó que a ella sí la había rozado.

Victoria soltó una maldición y perdió el equilibrio, cayendo al suelo junto a Caleb, que parpadeó, reaccionando por fin. Victoria intentó encogerse por si llegaban más disparos, pero el latigazo de dolor que la cruzó desde el codo hasta las costillas le recordó que una bala la había rozado y solo pudo soltar un sonido de dolor.

Caleb consiguió disparar la pistola, pero solo rozó a uno de los tipos, que retrocedió y chocó contra la pared. Victoria no dudó y aprovechó el momento para lanzarse sobre el otro. Le movió la pistola justo en el momento en que él apretó el gatillo. El sonido tan repentino y fuerte hizo que le doliera una de las orejas, por la que no pudo oír nada por unos pocos segundos. Justo cuando iba a volver a empujarlo, notó una mano cerrándose alrededor de su muñeca y apartándola.

Estuvo a punto de golpear al aire, pero se detuvo al ver que era Caleb, que la guiaba corriendo hacia la salida. Pero tuvieron que detenerse en seco cuando vieron, a lo lejos, que había otros dos hombres bajando las escaleras. Y estaban armados.

Victoria se quedó un momento sin saber qué hacer, presa del pánico, y entonces Caleb la empujó con él dentro de una de las pequeñas habitaciones del pasillo. Cerraron la puerta justo en el momento en que los otros intentaban abrirla. Caleb se apoyó en ella con la espalda.

—¡Busca algo para bloquear la puerta! —le ordenó con urgencia.

Victoria miró a su alrededor e ignoró la punzada de dolor de su hombro cuando empezó a empujar una estantería del pequeño despacho abandonado en el que estaban. Caleb se apartó un pequeño segundo para ayudarla a bloquear la puerta con ella. El golpe que le dieron contra ella hizo que los cristales reventaran y quedaran esparcidos por la habitación, pero lo ignoraron completamente y ambos se sentaron para mantenerla en su lugar y que no pudieran abrir la puerta. Se escuchaban los gritos al otro lado.

Victoria, en cuanto estuvo en el suelo, sentada junto a él, empezó a sentir ganas de llorar. Y no quería ni pensar en cómo se sentiría Caleb. Se obligó a mirarlo y vio que seguía pálido, como perdido.

—Lo sient... —empezó.

—No —Caleb fue tajante—. Ahora no.

Victoria asintió y se giró hacia delante. Cerró un momento los ojos cuando empujaron la puerta con fuerza, casi consiguiendo moverlos, pero ambos mantuvieron los pies en la pared de delante para no moverse de su lugar.

Y, entonces, Caleb dijo lo que ambos pensaban.

—Van a conseguir entrar, de una forma u otra —murmuró—. Es cuestión de tiempo.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora