Capítulo 19

427K 48K 117K
                                    

Mini-maratón 2/2

(Este capítulo es un poquito más corto que el otro, pero no os preocupéis que no os va a aburrir)


Victoria

—¿Puedo preguntarte una cosa?

Victoria dio un respingo al escucharlo. No sabía que había alguien más en su habitación. Se sujetó mejor la toalla —acababa de salir de la ducha— y se giró hacia la puerta. Caleb estaba apoyado en el marco con un hombro, claramente tenso.

—¿Ya has vuelto de echarle la bronca a Margo? —bromeó, divertida, dejando la ropa que iba a ponerse sobre la cama.

—Pues la verdad es que sí —murmuró Caleb, siguiendo sus movimientos con la mirada.

—No te enfades con ella, fue idea mía.

Iba a decir nuestra, pero sabía que se lo tomaría mejor si la culpa era solo suya. Efectivamente, Caleb la miró con cierta desconfianza, pero no dijo nada al respecto.

—¿Qué querías preguntarme? —añadió, incorporándose y mirándolo.

Él dudó un momento, carraspeando, antes de encogerse de hombros.

—Nada. Era un tontería.

—Lo dudo mucho. ¿Qué era?

De nuevo, él pareció dudar. Pero finalmente la miró.

—¿Por qué... os tocabais los pechos mutuamente ahí abajo?

Victoria apretó los labios, abriendo mucho los ojos. Se estaba conteniendo las ganas de reírse a carcajadas.

—¿Eh?

—Lo he visto. No estoy celoso —añadió rápidamente, enrojeciendo un poco—. Pero... bueno... es curiosidad.

Ella estuvo tentada a dejar que el silencio se extendiera solo para torturarlo un poco más, pero al final se apiadó y cruzó la habitación para acercarse a él.

—Solo era un juego para ver quién las tenía más pequeñas, más grandes, más blanditas...

—Ah. —Seguía teniendo una mueca de horror—. ¿Y eso es... normal?

—No mucho, pero nada en esta casa es normal.

—Entonces... si yo fuera a otros chicos y les tocara la poll...

—¡Vale! Demasiada información. Haz lo que quieras, pero no me lo cuentes.

—Oye, ¡yo he tenido que verlo en directo!

—Vale, entonces tienes derecho a contármelo solo una vez. Las otras, te las guardas para ti mismo.

—Me parece correcto.

—Genial. Ven aquí.

No supo muy bien por qué lo hacía, quizá fue porque ver a Caleb ahí sonrojado e incómodo le pareció demasiado tierno, pero de pronto le había puesto una mano en la muñeca para atraerlo y besarlo en la boca. Él se dejó enseguida y subió la otra mano a su cabeza para sujetarle el pelo húmedo en el proceso.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora