Capítulo 2

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Victoria

Apoyó la cabeza en la ventana, mirando las calles pasar sin mucho interés. Estaban en las afueras de la ciudad, y la mayor parte del paisaje eran caminos que guiaban a granjas y carreteras vacías. Nada muy interesante.

—Vale —dijo Brendan de repente, que conducía a su lado—. Has estado cinco minutos sin quejarte. Algo va mal.

Victoria puso los ojos en blanco.

—Cállate. Estaba pensando.

—¿Tú? ¿Pensando?

—¿Qué quieres? ¿Una patada?

—Prefiero saber en qué piensas tanto, aunque aceptaré la patada.

Victoria sonrió un poco y se colocó mejor en su asiento, mirando al frente. Pensó un momento antes de atreverse a responder nada.

—¿Por qué vamos a esta ciudad? —preguntó finalmente.

Brendan le dedicó una mirada extrañada.

—Ya te lo dije. Teníamos que movernos de todas formas.

A Brendan no le gustaba quedarse mucho tiempo en la misma ciudad, empezaba a ponerse nervioso y a mirar continuamente por encima del hombro, como si esperara que alguien los siguiera. Victoria sabía, por el lazo, que tenía miedo de que los encontrara alguien que quería hacerle daño a ella, pero no entendía muy bien quién era. Y prefería no preguntar.

—Pero... —empezó, desconfiada—, normalmente, cuando nos movemos, no sabemos dónde iremos. Es la primera vez que tienes claro que quieres ir a una ciudad en concreto.

—Digamos... que conozco a alguien que podría ayudarnos en esta ciudad.

—¿Un interés romántico? —lo provocó, pinchándole el brazo con un dedo.

—No, lista. Es... familia.

Brendan nunca hablaba de su familia. Bueno... Brendan nunca hablaba de casi nada. Era muy estricto en ese sentido; estaba obsesionado con que Victoria recordara cosas que ni siquiera sabía que había olvidado. Si no lo conseguía, se quedaba sin información, así que lo intentaba con ganas.

Todo fuera por saciar su curiosidad.

—¿Tus padres? —preguntó ella, curiosa, volviendo a girarse para mirar las granjas pasar.

—No.

Victoria sintió un pequeño pinchazo de dolor en las sienes y se frotó la frente, molesta. Le pasaba siempre que Brendan la incitaba a recordar algo que, por algún motivo, su cerebro no quería recordar.

—No tienes padres —dijo, finalmente.

Brendan adoptó la misma expresión satisfecha que adoptaba siempre que ella recordaba algo.

—No, no tengo. Desde hace muchos años.

—¿Y tienes...? —Victoria cerró los ojos, forzándose a recordar—. ¿Tienes hermanos?

Notó que Brendan se tensaba un poco y lo miró con curiosidad. Él asintió una vez, pero no dijo nada más.

—¿Solo chicos? —preguntó Victoria.

—Solo un chico.

Victoria se quedó mirándolo, ensimismada. Algo en eso hacía que su cuerpo reaccionara de una forma que no lograba entender; con nervios, como si fuera a recordar algo muy importante.

A veces, sentía que su propio cuerpo recordaba cosas que su cerebro había olvidado.

Como esa vez en que pasaron junto a un cine con Brendan y Victoria paseó por delante de los próximos estrenos, curiosa. Brendan la llamó justo cuando se dio cuenta de que se había quedado plantada delante de la nueva película de los x-men, sin saber por qué.

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