Capítulo 11

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Antes de leer:

En este capítulo aparecen personajes de otro de mis libros, La reina de las espinas, y sé que algunxs lo estáis leyendo. Solo os pido que no hagáis spoilers muy fuertes. Recordad que hay gente que puede querer leerlo y hay que ser respetuosos. Gracias <3


Victoria

¿Quién demonios era ese tío y por qué daba tanto miedito?

Victoria se apartó torpemente —al igual que Bex y Axel— cuando el jefe del niño extraño pasó entre ellos como si no estuvieran. De no haberse apartado, probablemente los habría tirado al suelo y ni siquiera habría parpadeado.

—¿Qué es este sitio? —preguntó cuando entró, poniendo una mueca de desagrado.

—Lo mejor que hemos podido encontrar —se defendió Bex.

—Podríais haber venido a Braemar —comentó Albert, el chiquitito, ajustándose la camisa—. Siempre hay sitio para refugiados con sangre mágica.

—¿Sangre... eh...?

—¿Tenéis algún mueble? —preguntó bruscamente su jefe, mirando a su alrededor como si nunca hubiera visto tantas cosas que le desagradaran juntas—. ¿Algo donde sentarse? ¿A parte del suelo?

Victoria señaló torpemente el gimnasio, que en esos momentos estaba vacío. El jefe de Albert ni siquiera se molestó en sentarse, solo hizo un gesto para que lo hicieran ellos. Victoria, Axel y Bex —la última con la silla de ruedas— ocuparon un lado y Albert el otro, no muy intimidado por su jefe, que daba vueltas por el gimnasio farfullando para sí mismo.

—Un vídeo —repitió, sacudiendo la cabeza—. Sabía que esa basura moderna no terminaría bien.

—No fue mi intención que se publicara —se defendió Victoria en voz baja, avergonzada.

—Eso no importa, porque ya está publicado.

—Lo que quiere decir Ramson —intervino Albert, bastante menos agresivo—, es que nos gustaría saber qué estabas haciendo y por qué dejaste que te vieran.

—¿Y por qué tiene que decirlo? —preguntó Axel de repente—. ¿Qué nos dice que no sois informantes de Sawyer?

—¿Quién diablos es Saywer? —masculló Ramson, todavía dando vueltas por la sala—. Tiene nombre de gilipollas.

—Vaya, tienes un buen instinto arácnido —comentó Bex.

—Sawyer es vuestro antiguo jefe —les dijo Albert, atrayendo absolutamente toda la atención de la sala—. Os acogió desde muy pequeños para que desarrollarais vuestras habilidades y él pudiera usarlas para sus negocios, pero hace unos meses os separasteis y ahora él os busca para mataros. ¿Me equivoco?

Hubo un instante de silencio. Incluso Ramson había dejado de andar y lo miraba con una mueca.

—¿Por qué sabes todo eso y yo no he sido informado?

—Solo te informo de lo indispensable —él le frunció el ceño.

—¿Y esto no es indispensable, Albert?

—¿Un grupo de mestizos en peligro? Por Dios, eso pasa cada día.

—Oye, rebobina —Bex señaló a Albert con desconfianza—. ¿Tú cómo sabes todo eso?

—Por Lambert, mi informante.

Nadie pareció reconocer el nombre. De hecho, Victoria se quedó todavía más confundida. ¿Quién demonios era Lambert?

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